Vivimos tiempos extraños para la industria del entretenimiento. La obsesión por las propiedades intelectuales y la serialización del cine es la única razón para explicar una película como Ejército de ladrones, la historia de atracos que acaba de llegar a Netflix para expandir el universo creativo iniciado por Zack Snyder con Ejército de los muertos. Ya ni siquiera hace falta que exista una novela o un cómic sobre los que construir un universo cinematográfico. Solo es necesario que un director estrella, un estudio o una plataforma quieran tener un patio de recreo con el que jugar durante años y minimizar el riesgo en una industria con pánico al fracaso.
Después de salir por la puerta de atrás de las películas de superhéroes de DC Comics, el director de 300 ha encontrado en Netflix la libertad que se le había negado sistemáticamente en los despachos de Warner Bros. Las consecuencias son evidentes. Antes de que la estimable Ejército de los muertos se estrenara el pasado mayo, la plataforma de streaming ya había dado luz verde a una continuación (Planet of the Dead), una precuela en forma de serie de animación (Army of the Dead: Lost Vegas) y una precuela en clave de película de atracos centrada en uno de los robaescenas de la cinta original: el experto en cajas fuertes alemán Ludwig Dieter. Desgraciadamente, que Snyder pueda hacer crear este universo cinematográfico no quiere decir que deba hacerlo.
Matthias Schweighöfer recupera esa contagiosa energía a medio camino de lo excéntrico y lo entrañable para colocarse en el centro de una historia sobre el asalto a cuatro legendarias cajas fuertes que nadie sabe dónde están ni cómo se abren. Durante años, Ludwig había relegado su pasión a los tutoriales de YouTube, hasta que una banda de ladrones le da la oportunidad de poner en práctica todo lo que sabe.
Al lado del inocente alemán están un grupo de secundarios absolutamente olvidables (son particularmente sangrantes la falta de personalidad y carisma del policía que les persigue y el líder de la banda y antagonista de Dieter) con la excepción de Gwendoline, la ladrona que interpreta Nathalie Emmanuel (Missandei de Juego de tronos) y que sirve para dar un toque romántico y personal a la sucesión de peripecias del thriller. Aunque la conexión romántica entre ambos personajes está algo forzada, la química entre los actores y la relación entre los personajes aporta algo de humanidad a una película donde sus personajes no son más que peones en un tablero de ajedrez.
Ejército de ladrones no conquistará a los más escépticos. Como historia de atracos es un ejercicio tan simpático como intrascendente y formulaico que recuerda más a la estilosa (y muy superior) The Italian Job que a la elegancia de la trilogía Ocean’s Eleven o la disfrutable desvergüenza de Ahora me ves.
No hay nada en ella que sorprenda a la audiencia o que justifique su pertenencia a una franquicia. Ejército de los muertos está presente puntualmente de forma contextual (los atracos de la banda protagonista ocurren de forma simultánea a la invasión de los zombis y el protagonista tiene sueños recurrentes con los no muertos como protagonistas) y estilística (no pueden faltar los planos a cámara lenta tan característicos de la filmografía de Snyder), pero su conexión es más un lastre que una oportunidad de innovar en un género creativamente agotado desde hace años.
Todos los géneros tienen sus propios lugares comunes y códigos. Las películas de atracos están a menudo limitadas por una fórmula reconocible y predecible. Shay Hatten, guionista de la saga John Wick y la propia Ejército de los muertos, lo sabe e incorpora numerosos guiños a lo largo del filme. Ludwig se hace con un hueco en la banda de ladrones con una demostración de su talento que podría encajar en cualquier película del subgénero. Tampoco faltan los clásicos flashforwards en los que nos enseñan cómo debería ser el atraco perfecto (spoiler: nunca lo es) o las constantes traiciones y giros de guion que en realidad, para el espectador con un mínimo de cinefilia a sus espaldas, no lo son tanto.
El problema es que Ejército de los ladrones nunca consigue despegarse de los clichés que reconoce y de los que pretende reírse. Hatten demuestra su autoconsciencia sobre el género, pero nunca la trasciende.
A favor de la película dirigida por el propio protagonista de la película (un actor con cuatro películas y una serie como director a sus espaldas en su Alemania natal) está un diseño de producción vistoso y, sobre todo, un tono encantador y que nunca se toma en serio a sí mismo. Los seguidores del género se congratularán al encontrar referencias a clásicos del género como Heat y Le llaman Bodhi. Si la audiencia busca un paso adelante en el cine de atracos o un sugerente crossover con las películas de zombis, Ejército de los ladrones no es esa película.
'Ejército de los muertos' ya está disponible en Netflix.
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