Vaya, vaya con Steven Spielberg. El director parece que hace las paces con Netflix con una de las mayores recogidas de cable de la industria cinematográfica de los últimos años. Empecemos por la noticia. Spielberg ha llegado a un acuerdo con la plataforma para crear varias películas al año con su productora Amblin. Y no hay nada malo en ello. Al revés. El problema es que el señor Spielberg se pasó un año entero atacando a Netflix y haciendo campaña contra Roma, la película de Alfonso Cuarón que era la favorita para los Oscar.
El final de la historia todos lo conocemos, Green Book ganó la estatuilla a la Mejor película en uno de esos robos históricos y se convirtió en una de las ganadoras con menos fuste de todas las ediciones de la ceremonia. Y mira que hay para elegir. Pero lo importante ahora, es hacer un buen flashback y viajar a aquella campaña de promoción por el Oscar, cuando el señor Spielberg habló desde su atalaya de Rey Midas de Hollywood y se puso a dar lecciones sobre lo que era cine y lo que no.
Entre otras lindezas, el director acusó a Netflix de estar dañando "la experiencia del largometraje en cines". Teóricamente se refería a la negativa de pasar por salas, pero Roma estrenó en salas. Lo que quería era mantener el status quo de las ventanas de distribución y que los cines siguieran asegurando su exclusividad durante meses antes de que los títulos llegaran a las plataformas.
Pero vaya, una pandemia mundial reventó todo por los aires y todas las majors empezaron a acortar las ventanas e incluso a apostar por estrategias de estreno simultáneo. A pesar de los apocalípticos el cine no se ha acabado, y hemos visto estrenos que conviven sin problema en ambos lugares. Soy el primero que prefiere ver una película en una sala de cine, el primero que las defiende y que cree que hay que hacer una política activa por recuperar a la gente, enseñarles la magia de la sala oscura, pero lo que Spielberg y otros proponían era poner puertas a un campo que no se puede abarcar.
Ahora el director explica que "en Amblin, la narración siempre estará en el centro de todo lo que hacemos, y desde el momento en que Ted Sarandos y yo comenzamos a discutir una asociación, quedó muy claro que teníamos una oportunidad increíble para contar nuevas historias juntos y llegar al público de nuevas formas". Ojalá se hubieran reunido hace dos años.
Porque Spielberg fue más allá. Las malas lenguas aseguran que en la junta de gobernadores de los Oscar propuso un cambio de normativa para evitar que los títulos de Netflix estuvieran entre los finalistas. Lo que sí dijo claramente es que a su juicio filmes como Roma o El irlandés no debería competir por el Oscar, sino que deberían ser candidatos al Emmy. Pues bien, Steven, espero que empieces ahora tu campaña para que las películas de Amblin ganen un Emmy.
Espero que por coherencia no se le ocurra hacer campaña por el Oscar para esas películas. Es más, espero que haga campaña contra ellas, como hizo con Roma. O al menos que salga a explicar el cambio de criterio. La opinión de alguien como Spielberg no son cosas que se toman 'a la balalá', como diría Noemí Argüelles, sino que son casi dogmas de fe. Si Spielberg se ha dado cuenta de que Netflix es un actor fundamental en la industria actual, y que los premios deben contar con ellas, debería explicarlo.
Incluso podría ser la persona idónea para negociar y pedir a Netflix que aquellos títulos que las salas consideren importantes puedan tener unas semanas de exclusividad en cines. Si Spielberg habla, todos callan, así que mejor construir, que destruir.