Glenn Close todavía no ha ganado un Oscar. Dos años después de quedarse a las puertas de la estatuilla dorada por su aclamada interpretación en La buena esposa, la actriz de 74 años es finalista en los premios de la Academia por octava vez en los cuarenta años de su irregular, pero extraordinaria carrera. En Hillbilly, una elegía rural, una película de Ron Howard para Netflix, la actriz interpreta a la protectora abuela de un niño que ve cómo su madre (Amy Adams, otra eterna nominada) es consumida por las adicciones y las malas decisiones. ¿Merece esta leyenda del cine ganar el premio más importante de la industria cinematográfica por una película menor? Lo analizamos en un ‘a favor y en contra’ en el que nos intentamos colar en la mente de los miles de académicos que deciden estos días quiénes serán los ganadores de la 93. ª edición de los Oscar.
A favor del Oscar de Glenn Close por Hillbilly, una elegía rural
Daniel Mantilla: “¿Es más importante ganar el Oscar o ganar el Oscar por la película correcta? Close merece ser reconocida antes de que sea demasiado tarde”.
Glenn Close corre el riesgo de acabar ingresando en el club de ilustres multinominados al Oscar sin premio. Peter O’Toole, Richard Burton, Deborah Kerr y Thelma Ritter lo vivieron en sus carnes. A punto de celebrar el cuadragésimo aniversario de su primer papel en el cine (El mundo según Garp), la actriz acaba de igualar la histórica marca de O’Toole de ocho candidaturas sin premio. El protagonista de Lawrence de Arabia recibió un Oscar honorífico por parte de la Academia diez años antes de morir. La Academia no debería esperar tanto para reconocer como se merece a su compañera de (según se mire, dudoso) honor.
Close fue capaz de sobreponerse a una tardía presentación en el cine (con 35 años, cuando Hollywood ya empieza a verte como poco más que una madre) y, al mismo tiempo, consiguió que sus dominios fueran más allá de la gran pantalla. La actriz aceptó un papel protagonista en televisión (en la cuarta temporada de The Shield) cuando las estrellas de cine huían de ella y, años más tarde, creó una villana inolvidable (la abogada de Daños y perjuicios) cuando las mujeres rara vez se podían permitir interpretar personajes tóxicos y manipuladores. Sobre los escenarios de Broadway, triunfó en el drama y en el musical, elevando las palabras y las canciones de autores emblemáticos como Tom Stoppard y Andrew Lloyd Webber. Con tres Emmy y tres Tony en su historial, el premio de la Academia es su única cuenta pendiente.
De sus siete candidaturas previas, Close podría haber ganado hasta en tres ocasiones: Atracción fatal (perdió contra Cher por Hechizo de luna), Las amistades peligrosas (la ganadora fue Jodie Foster por Acusados) y, finalmente, La buena esposa (Olivia Colman dio la sorpresa con La favorita). En un mundo ideal, los actores son reconocidos por sus interpretaciones más icónicas (Natalie Portman, Cate Blanchett, Meryl Streep en La decisión de Sophie, Tom Hanks en Forrest Gump). En la vida real, muchas veces las estrellas con las que hay una sensación de deuda acaban ganando por una interpretación, sino menor, poco memorable (Julianne Moore en Siempre Alice, Leonardo DiCaprio en El renacido, Kate Winslet en El lector, Al Pacino en Esencia de mujer). La pregunta es simple. ¿Es más importante ganar el Oscar o ganar el Oscar por la película correcta?
Hillbilly, una elegía rural no será recordada como una de las mejores interpretaciones de Glenn Close, pero hasta los mayores detractores de la película están de acuerdo en que la actriz es lo más destacado. Gracias a una transformación física impactante (también nominada en la categoría de mejor maquillaje y peluquería), se convierte en una mujer irreconocible y en las antípodas de La buena esposa, una extraordinaria interpretación que solo fue derrotada porque su película no aguantaba comparación alguna con La favorita. Mamaw es el alma de la película de Netflix, un personaje que a menudo cuenta más con su mirada que con las torpes palabras de su subrayado guion.
Glenn Close tiene ya 74 años. Solo cuatro mujeres han ganado el premio de la Academia con más edad que ella: Jessica Tandy (80), Peggy Ashford (77), Katharine Hepburn y Josephine Hull (ambas con 74 años). Los detractores de este reconomiento insisten en que la intérprete todavía tiene una bala en el revólver: la adaptación al cine del musical de Broadway inspirado en El crepúsculo de los dioses, el clásico de Billy Wilder. ¿Sería un premio mucho más icónico? Desde luego. ¿Podemos estar seguros de que vaya a pasar… o, incluso, de que la película finalmente salga adelante tras años de rumores? No. Close merece ser homenajeada antes de que sea demasiado tarde.
En contra del Oscar de Glenn Close por Hillbilly, una elegía rural
Daniel Mantilla: “No debería ganar el premio por una película mediocre y una interpretación que palidece en comparación con su carrera”.
Hablemos claro: la interpretación de Glenn Close no es la más destacada en el quinteto de nominadas a la mejor actriz secundaria de 2020. Maria Bakalova ha sido la revelación del año por una interpretación memorable que rara vez entra en el radar de la Academia. Amanda Seyfried es el corazón de una película que sería mucho más fría si no fuera por su reivindicación de la figura de Marion Davies. Olivia Colman, su némesis hace dos años, aguanta la plana a un titánico Anthony Hopkins.
Qué decir de Yuh-Jung Youn, la candidata que suena con más fuerza para hacerse con el premio y que además interpreta un papel similar al de Close (una abuela que intenta echar una mano a una familia marcada por la desigualdad social y la falta de recursos) en una película mucho mejor y más respetada que la suya. Youn, a diferencia de una rival que parece encontrarme en un estupendo estado de forma a sus 74 años, difícilmente tendrá más oportunidades que esta para hacerse con el premio. Si nos fijáramos solo en las interpretaciones, la actriz lo tendría complicado hasta para hacerse con la medalla de bronce.
Con la excepción de Albert Nobbs (en la que interpretaba a una mujer irlandesa que se hacía pasar durante décadas por un hombre para poder trabajar como mayordomo), Close nunca ha sido una de esas estrellas que han recurrido sistemáticamente a transformaciones radicales, personajes melodramáticos o caracterizaciones grotescas para ganarse el prestigio de cinéfilos y compañeros de profesión. Después de una extraordinaria y multipremiada (con la excepción del Oscar) interpretación en la que su mirada y su rostro contaban todo lo que sentía una mujer que veía cómo su propio marido le arrebataba el trabajo de toda su vida, sería casi una vulgaridad que fuera reconocida por una película que cede ante todos los tópicos que tantas veces han conquistado a la Academia. Ella es mucho más que ese artificio, por mucho que su decepcionada reacción al anunciarse el Oscar de su rival en 2019 nos dejara claro que está deseando recibir la estatuilla dorada de una vez.
Glenn Close merece un Oscar. En eso no hay debate posible. Tampoco en que no es ideal que éste llegue por una película mediocre y una interpretación que palidece en comparación con personajes tan icónicos como Alex Forrest en Atracción fatal, la marquesa de Merteuil de Las amistades peligrosas o, siendo honestos, Cruella de Vil en la versión en acción de real en el clásico de Disney 101 dálmatas. Meryl Streep recibió (justamente) una nominación por El diablo viste de Prada, una película y un trabajo que debe mucho a la estelar intervención de su compañera de reparto en La casa de los espíritus.
La actriz llegará a la ceremonia después de haber perdido en todas las citas clave de la carrera. Bakalova ganó en los Critics Choice, un premio de la prensa especializada que coincide a menudo con los ganadores del Oscar. Youn se impuso en los BAFTA británicos y en los premios del Sindicato de Actores. Hasta Jodie Foster, ignorada finalmente en los premios de la Academia, triunfó por delante de Close en los Globos de Oro, una organización que la ha reconocido hasta en tres ocasiones. Si Close acaba ganando el próximo domingo, sería por la mínima. Y, de nuevo, una leyenda de su estatus merece mucho más que eso. Esperemos a una nueva oportunidad.