Después de las ocho películas que protagonizó el joven mago de gafas y la cicatriz, el inabarcable mundo mágico de Harry Potter creado en los viajes en tren de J.K. Rowling cerró una larga historia, dejando atrás la escuela de Hogwarts para viajar al pasado en Animales fantásticos, una saga precuela que hoy estrena en cines su tercera película, Los secretos de Dumbledore.
En este largometraje, el profesor Albus Dumbledore (Jude Law) descubre que el poderoso mago oscuro Gellert Grindelwald (Mads Mikkelsen) planea hacerse con el poder, y recurre al Magizoólogo Newt Scamander (Eddie Redmayne) para intentar pararle los pies. Junto a otros magos y un valiente Muggle sin poderes mágicos (Dan Fogler), este grupo se embarcará en una peligrosa misión: evitar una guerra inminente.
Siguiendo el hilo de las otras dos producciones que la preceden, Los secretos de Dumbledore nos invita de nuevo al mundo de la magia, acercándose a uno de los personajes más queridos del universo de Harry Potter para intentar trazar sus orígenes, aunque sin evocar a la fantasía o a los secretos que se mencionan en el título de la película. El hecho de que Dumbledore sea homosexual era un secreto a voces, y aunque la autora quisiera generar expectación e interés por una repentina representación queer que no se había mencionado hasta ahora y que podría haber llegado mucho antes, esta condición del protagonista se ha quedado en un intento frustrado más de captar nuestra atención en las interminables dos horas y veinte minutos que abarca el film.
En este caso, a la tercera no va la vencida y esta película sigue avanzando a trompicones, manteniendo la distancia con la saga original que nos cautivó en su día y envolviendo a sus personajes en una atmósfera bien ejecutada a nivel técnico pero que carece de sustancia propia y termina siendo soporífera. Newt Scamander deja paso a Dumbledore como personaje principal, escondiendo todavía más su tímida mirada tras el flequillo pelirrojo y la pajarita que tanto le caracterizan y convirtiéndose en alguien más secundario que le acompaña en esta aventura junto a otros magos y Jacob, un muggle que parece tener más chispa que cualquiera de los hechizos que intentan lanzarnos "los buenos" de la película.
Sin embargo, el verdadero protagonista es Gellert Grindelwald, un mago oscuro muy poderoso que pretende acabar con todos los muggles y que reúne a grandes multitudes a su alrededor para lanzar mensajes muy peligrosos y extremistas. Interpretado por Mads Mikkelsen, que sustituye de manera acertada a Johnny Depp, este villano pretende llegar a una guerra y acabar con todos los que no hayan nacido para ser magos, y aunque sus pretensiones e ideales nos produzcan rechazo, Grindelwald sigue siendo es el único pilar sobre el que recae el peso de la película y de esta nueva saga, y Mikkelsen logra convencernos para no caer en los brazos de Morfeo antes de que lleguen los títulos de crédito.
Animales fantásticos: Los secretos de Dumbledore no puede hacer gala de ser fantástica ni de revelar ningún secreto, pero lo que sí queda claro es que Grindelwald es un personaje a la altura de Voldemort. Mientras que en las películas de Harry Potter los bandos estaban claros y bien diferenciados, en Animales fantásticos no ocurre igual y solo el malvado Grindelwald muestra bien sus cartas, con un Mads Mikkelsen que a pesar de venir de nuevas hace magia de verdad con un guion que no le hace justicia. Él nos hace aferrarnos a la esperanza de que "la cuarta sea la vencida", aunque siempre nos quedará el reencuentro de principios de año, porque ese sí que fue fantástico.
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