El sueño del segundo Oscar de Penélope Cruz no se ha hecho realidad. Jessica Chastain ha sido nombrada la Mejor Actriz del año por su interpretación en Los ojos de Tammy Faye. La tercera nominación ha sido la definitiva para una de esas actrices que parecían destinadas a hacerse con la estatuilla tarde o temprano y que vio como se le escapaba de las manos con sus candidaturas por Criadas y señoras y La noche más oscura. Tras nueve años alejada de los premios de la Academia, Chastain alcanza por fin la gloria con un proyecto que ella misma había soñado con producir desde que se quedó prendada de la figura de la controvertida telepredicadora cuando vio un documental sobre su vida hace ya veinte años, cuando estaba empezando su carrera como actriz.
La intérprete de 45 años ha cumplido los pronósticos que la daban como la mejor posicionada de la carrera más impredecible que se recuerda en la categoría de Mejor Actriz. La pelirroja llegaba al Dolby Theatre habiendo ganado el Sindicato de Actores y el Critics Choice y luchando contra tres actrices ya oscarizadas (Nicole Kidman, Olivia Colman y Cruz, su compañera de reparto en Agentes 355) y la única finalista que se estrenaba en las nominaciones (Kristen Stewart). La mayoría de apuestas apuntaban a la artífice del biopic de Tammy Faye como la favorita, aunque en los últimos días apareció un runrún que apuntaba a la madrileña como la posible sorpresa de la noche.
En la vida real, la mujer que pasó a formar parte de la historia de la cultura pop por sus pestañas, su maquillaje inconfundible y su peculiar forma de cantar vio como lo perdía todo de la noche a la mañana. La gran pregunta sobre Tammy Faye era si en realidad ella fue una víctima de los engaños de su marido (el evangelista Jim Bakker, interpretado en la ficción por Andrew Garfield) y el juicio de una sociedad machista o un verdugo más que había aprovechado las debilidades de miles de personas. La actriz lo tiene claro, tal y como contaba a SERIES & MÁS en el último Festival de San Sebastián. “Hay una razón por la que el gobierno de Estados Unidos nunca acusó de nada a Tammy Faye”.
"Quería hacer esta película porque sentía que los medios estadounidenses habían juzgado de forma equivocada a Tammy Faye. También creo que a veces nosotros, como sociedad, nos fijamos más en las mujeres por su atractivo sexual y como mercancías que en lo que dicen o hacen. Así que crecí pensando que era una payasa, con esa idea de oh, usa demasiado maquillaje o todo el mundo lo sabe, es un chiste", explicaba la actriz.
"Me encanta buscar la psicología del personaje, su vida interior. Lo más difícil de Tammy Faye era dar con el exterior: la voz, el acento, la forma en que se reía y la forma en que sonreía, que es diferente a como me río, el canto, su forma de predicar… todo eso. Eso es lo que realmente era diferente". Para convertirse en Tammy Faye, Chastain tuvo que enfrentarse a una transformación radical que le ha dado a la película un segundo Oscar en la categoría de Mejor Maquillaje y Peluquería.
"Fueron clave en la película. Son lo mejor de lo mejor en su profesión. No tuvimos mucho tiempo porque esta era una película de bajo presupuesto y había mucho que hacer. El resultado final y los pocos medios demuestran lo bien que hicieron su trabajo". Cuando la Academia decidió que Maquillaje y Peluquería sería una de las categorías que se entregarían en un preshow celebrado antes de que empezara la gala de verdad, Chastain dejó claro que ella iba a hacer la alfombra roja para poder estar junto a su equipo cuando se anunciara el resultado de su categoría.
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