Después de escoger el tipo de bebida que más nos gusta e introducir una moneda, pulsamos el botón y solo toca esperar. El ruido de la máquina se hace eco en el pasillo, vemos caer el vaso de cartón y mientras se prepara el café, escuchamos de nuevo la icónica sintonía de Camera Café, que se hace eco en un pasillo donde el color amarillo sigue siendo el mismo que recordábamos.
Desde que se comenzó a emitir en 2005, la divertida serie nos puso de acuerdo a todos los españoles, sentándonos frente al televisor para olvidarnos de todos los problemas durante los apenas diez minutos que duraban los sketches de los episodios, y provocándonos más de una carcajada de manera elocuente y absurda al mismo tiempo.
Han pasado 17 años desde entonces, pero como gran parte de la audiencia de la serie, Ernesto Sevilla tampoco ha olvidado los buenos momentos que vivió junto a los personajes y ha decidido subirse al barco como el capitán de la tripulación, invitándonos a asistir desde hoy 25 de marzo al estreno de su primera película como director: Camera Café, la película.
Después de ver reencuentros tan emotivos como el de Friends o Harry Potter, tocaba ver uno "a la española" en esta película, donde los fans que ya veían la serie volverán saber de Quesada (Arturo Valls), Julián (Carlos Chamarro), Cañizares (Esperanza Pedreño), Victoria (Ana Milán) y compañía, que en esta ocasión se enfrentarán a una crisis que amenaza con hundir la empresa y echarles a la calle.
Además, y por si fueran pocos los problemas que tienen en su vida personal, tendrán que hacer caso al nuevo jefe, que es ni más ni menos que Quesada, el más vago de la oficina y un excelentísimo rey del escaqueo. Sin embargo, la máquina del pasillo también tiene opciones a elegir para los espectadores que lleguen de nuevas, y desde el primer minuto, el largo de café nos garantiza que quedaremos saciados después del último trago.
Una vez se ha calmado el entusiasmo por el reencuentro, la producción comienza a verter la bebida en el vaso y nos muestra de nuevo a una gama de actores reconocible. Echamos en falta la presencia de César Sarachu como Bernardo, pero solo será al principio, ya que el resto de actores nos hacen sentir como en casa y dejan claro que fueron ellos los que llevaron a la serie al estrellato durante la previa al prime time televisivo.
Desde Arturo Valls a Ana Milán, pasando por Esperanza Pedreño, Carlos Chamorro o Carolina Cerezuela, todo el reparto se acomoda de nuevo en sus papeles y nos invita a relajarnos, generando más incertidumbre de la que esperábamos en la trama y convenciéndonos de que nos quedemos a ver lo que nos tienen preparado. Por si fuera poco, tras las cámaras también hay un equipo con muchas ganas de divertirse, y aunque parezca que solo habían hecho un episodio más largo de la serie, al final acabarán demostrando que nada es lo que parece.
La alianza manchega formada por Ernesto Sevilla y Joaquín Reyes se une al madrileño Miguel Esteban y se propone sorprendernos, atreviéndose a sacar la cámara de su zona de confort y moviéndola por los diferentes habitáculos de la oficina (e incluso la calle). De esta manera, la casa de Marimar y la caravana de Quesada dejan de ser un producto de nuestra imaginación y de las habladurías de los personajes, apareciendo como cosas tangibles capaces de hacernos reír y como un guiño más a la nostalgia que tan presente y accesible se muestra para todos los que quieran recurrir a ella.
A lo largo de sus 90 minutos bien escogidos, Camera Café, la película exprime al máximo los granos de café de su marca personal y explora todos los sinsentidos que quiere, cogiendo confianza y combinando un humor cada vez más absurdo y loco con los momentos justos de emoción y sentimiento. Sin embargo, aunque pueda parecer que el líquido se desborda y que todo se acabará desmadrando, Ernesto Sevilla deja claro que en todo momento tiene la situación bajo control, dejando a un lado un posible ego como director que no llega a verse por ninguna parte en su ópera prima.
Desde el principio toma las riendas del guion y experimenta con toda clase de géneros cinematográficos, cameos sorprendentes y referencias a la cultura pop, siendo consciente en todo momento del tipo de película que está manejando y encontrando la dosis justa de azúcar o sacarina para que el regustillo final del café nos resulte agradable a todos.
Es posible que Camera Café, la película sea una de las comedias españolas más divertidas de lo que llevamos de año, capaz de atraparnos en la nostalgia y en un humor desternillante, y adaptándose a los tiempos que corren mientras se muestra lo suficientemente valiente como para innovar y aportar algo diferente.
Sea cual sea el tipo de café que escojamos de la máquina, la película sabe dirigirse a todo el público que quiera verla, proponiendo una breve y divertida pausa de la vida real tan estresante que llevamos y haciendo del cine un lugar que, como la televisión, también nos hace sentir como en casa.
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