Julia Ducournau, la mujer que derriba los géneros: “Hay algo dentro de mí que me pide romper etiquetas”
La directora francesa estrena este viernes 'Titane', la película con la que se convirtió en la segunda mujer en la historia en ganar la Palma de Oro.
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Cuando uno ve a Julia Ducournau el último adjetivo en el que piensa es ‘monstruosa’, y sin embargo es el que mejor la define. Porque la directora ha convertido la monstruosidad en algo bello. Lo feo es lo canónico, las etiquetas. Lo feo es tener que colocarte en una casilla. Sea la que sea. Lo feo son los géneros, los cinematográficos y los identitarios. Por eso ella los destruye todos en busca de un nuevo concepto de lo que es hermoso y lo que no lo es. Su monstruosidad engloba a todos aquellos a los que la sociedad expulsa a los márgenes.
Ducournau es ya historia del cine. Es la segunda mujer que gana la Palma de Oro en Cannes, la primera que lo hace en solitario y encima con Titane, una película que deconstruye toda convención. Un filme inclasificable, único y arriesgado. Uno podría atreverse a dar una sinopsis, la de una chica que adopta otra identidad para huir de una serie de crímenes, pero daría lo mismo, porque Titane tiene la capacidad de sorprender en cada fotograma, de llevarte por terrenos tan sorprendentes como arriesgados. Una joya que marca un antes y un después y que confirma a una realizadora que tiene en su mente cada fotograma, cada idea y cada concepto de una obra tan compleja como sugerente.
¿Cómo está viviendo toda esta locura después de ganar la Palma de Oro?
Bueno… han pasado muchas cosas, primero emocionalmente. Me llevó mucho tiempo relajarme y descansar, tanto mi mente como mi cabeza. Pasaron muchas cosas y creo que no lo he procesado del todo y creo que nunca lo haré, y espero que nunca lo procese del todo. Como realizadora es el premio más bonito que puedes ganar, pero también ocurrió algo histórico en ese momento en el escenario y lo sentí. Me superó, sentí que algo por fin se movía hacia adelante a través de mí y a través de mi película y que iba más allá de mi persona y de mi película, y fue emocionante e importante. Me hizo pensar mucho en el futuro en las directoras, en las mujeres que lo ganaron antes que yo y en el hecho de que estamos en constante movimiento y eso me hizo sentir muy bien y me ayudó a procesar mis sentimientos en ese momento, porque me di cuenta de que no estaba sola, que habrá otras mujeres en ese lugar después de mí. Pero luego en casa no ha cambiado nada, todavía me lavo los dientes, me pongo mi pijama y allí no me pongo maquillaje.
Una de las cosas que destacó todo el mundo es que el cine de género rompía una barrera. Entraba en un festival como Cannes y además ganaba, ¿cree que hay prejuicios hacia géneros como el terror y que su cine ayuda a acabar con ellos?
Sí, creo todavía se infravalora un poco, como que fuera un cine que no puede elevarte como lo hacen otro tipo de películas, aunque la gente de nuestra generación sabe que hay muchas directores que han abordado el género y a través de él hablamos del individuo, de la humanidad. Eso es posible y es lo que yo intento hacer, y creo que cada vez está más aceptado gracias a éxitos enormes como Hereditary o el cine de Robert Eggers… pero sí, creo que fue importante que se reconociera en un festival tan prestigioso a nivel mundial, y esto combinado con el éxito que están teniendo estos directores hace que poco a poco se acepte más el género como un trabajo de auténtico valor artístico.
Titane es una película que, por un lado rompe los géneros cinematográficos, y por otro aboga por la ruptura del género binario. Un juego de espejos que tiene poco de casualidad.
Obviamente fue intencionado, si eso fuera un error sería una locura. Quería derribar el esterotipo en torno al géneros, es algo que ya estaba en el guion con el personaje principal, pero también lo remarqué con aspectos como la luz y los colores, que son fríos y azules en la parte femenina, y algo más cálido y de tonos rosas en la parte masculina, por ejemplo. Siempre estoy intentando hacer eso, derribar los estereotipos, por ejemplo los términos de maternidad y paternidad. Es él quien desea ser padre a toda costa, ella no quiere ser madre, y eso va en contra de los constructos sociales sobre lo que debe ser una mujer. Es algo intencionado y que me interesaba. No es que tenga un programa político pintado en mi pared y diga, ahora voy a hablar de esto y ahora de esto otro, creo que no hay ‘temas’ como tal en mi película, sino que hay personajes y gente humana., Hay algo dentro de mí que inherentemente me hace querer derribar barreras, romper las etiquetas. Hay algo dentro de mí que me dice que tengo que destruirlas cuando las veo.
Hay dos escenas increíbles en la película que dialogan entre sí y que muestran también esa destrucción del género. Son los dos bailes, uno con sus atributos femeninos, sexualizada; otra con su nueva identidad, en un contexto completamente diferente. Me gustaría que contara cómo nace y se materializa esa escena.
Lo primero es que en la primera escena que mencionas, la que es en el hangar con los coches, quería que fuera un plano secuencia porque quería construir una evolución dentro de la propia escena entre la mirada masculina que se impone a las mujeres y a los coches, a los que tratan de la misma forma, y eso ocurre durante dos tercios de la escena, pero cuando llegamos a ella, le da la vuelta a la narrativa y la hace suya. Ella mira a cámara directamente. Ya no la miras tú, ella te mira a ti y toma el control de todo, controla la situación, toma el control de su cuerpo, y la relación con los coches. Ella domina el coche, no es al revés, y esa evolución destruye la ‘male gaze’ (la mirada femenina), y ella se convierte en la protagonista absoluta. Quería imponerla, decir, puede que ella no te guste, pero es la protagonista y te mira a los ojos y te dice hola. Esa era la intención de esa escena.
Y la otra es también es una de mis escenas favoritas, me encantó rodarla y cómo ha quedado, estoy muy orgullosa. Es una escena en la que por primera vez la vemos como la persona en la que se ha convertido y la aceptamos completamente. La forma en la que le miran los hombres comparado con los de la escena de los coches ha cambiado diferente. Son hombres violentos, musculados, que bailan y chocan, pero cuando la ven es como si fuera una iglesia, es como una revelación, no saben lo que miran pero hay una gracia y no pueden dejar de mirar, aunque algunos aparten la mirada porque es demasiado para ellos, pero no hay una sexualización. Era fundamental en la forma en la que aceptamos a este personaje, la aceptamos como un animal salvaje, da igual su género, da igual su monstruosidad. De nuevo, de una forma diferente, ya no hay un juego de poder con el espectador, ahora es vulnerable, comparte al espectador su verdad, una verdad que el personaje de Vincent Lindon ni puede ver porque es demasiado para él. Hay mucha generosidad y vulnerabilidad en esa escena.
También es una película que habla de los cuerpos y del dolor que sufren, ¿es el dolor algo que parece inherente al cuerpo femenino?
Creo que el personaje de Vincent también sufre mucho dolor, a un nivel diferente, pero su cuerpo no esta en buena forma (Risas)… para ser honesta, aparte del embarazo fantástico, la forma em la que ruedo los cuerpos es la misma en ambos casos, porque para mí no hay nada sexual en los cuerpos. Está la escena del coche, claro, pero después solo quiero mostrar dos cuerpos triviales, vulnerables. Ambos cuerpos intentan ponerse una armadura, una con las cintas, otro con las músculos, los dos para evitar el dolor aunque se creen más dolor con todo ello. Intentando no sentir dolor, se infligen más dolor, y es una ironía que me gustaba mucho mostrar porque creo que es emocionante, ver a dos personajes que se sienten increíblemente abrumados por sus propios cuerpos. Son como dos titanes, como dioses, pueden ser dioses pero son humildes debido al dolor que se infligen a sus cuerpos, y eso les hace humanos y enternecedores.