Carlos Marqués-Marcet: "Las películas son como un buen vino, las series son como la cocaína"
El director español estrena su tercera película, la maravillosa 'Los días que vendrán' y ha rodado su primera serie 'En el corredor de la muerte'.
24 junio, 2019 01:10Noticias relacionadas
Carlos Marqués-Marcet irrumpió en el cine español como un torbellino. Hace cinco años llegó como un desconocido al festival de Málaga con su ópera prima, 10.000 km, y se fue como el gran vencedor y lanzado hacia los Goya donde se llevó el de Mejor dirección novel. Su película era un mazazo al amor en los tiempos de Skype y uno de los debuts más arrolladores de los últimos años.
Tras una segunda película más ambiciosa, pero que pasó más desapercibida, Tierra Firme, Marqués-Marcet regresa con otra película de la que hablaremos durante los meses de entregas de premios. Los días que vendrán es la historia de una pareja que deciden tener un hijo y todos los problemas que surgen a partir de ese momento. Es también, en un juego metacinematográfico, la historia de los actores David Verdaguer y María Rodríguez Soto, pareja en la vida real y que se prestaron a rodar su embarazo.
El resultado es una de las mejores historias sobre este proceso de nueve meses. La confirmación del talento del director para mirar sin juzgar y de forma natural a las parejas en el contexto actual, y la presentación en sociedad de una actriz que debería ganar todos los premios que vengan. El director, que pronto estrenará su primera serie, habla de todo ello con EL ESPAÑOL.
Tierra firme como Los días que vendrán tienen un tema en común, que es la maternidad. ¿Por qué le interesa tanto el tema?, ¿no tuvo miedo a repetirse?.
Hay gente que siempre hacen películas sobre el mismo tema y son maravillosas, las vería una y otra vez, siempre que no sean conformistas con lo que han hecho y sigan explorando el tema en profundidad. Mira Kaurismaki, que parece que hace siempre la misma película. Es curioso. No sé qué hay, creo que es el ejercicio que haces tú y tu propia exigencia. Yo no tenía miedo, creo que debía ser más exigente, pero el punto de partida es tan distinto que no tuve tiempo ni planteármelo. Ellos estaban embarazados y dijimos ‘lo hacemos’. Había que rodar, no teníamos guion, así que partimos de unos personajes. Estaba metido en una locura en sintonía con lo que les estaba pasando, así que no tuve tiempo a pensar, sólo a reaccionar, y en ese sentido es una película hecha en presente.
No sé si el punto de partida es que David y María comentan que van a ser padres o tenía una idea y aprovechó esta circunstancia de forma narrativa.
Hay algo de las dos cosas. No era tanto algo que quería contar, sino una forma de trabajar. Hacer algo sobre la marca, y Tierra firme fue muy grande, logísticamente fue difícil. Ahora quería algo que me lo pusiera fácil, pero que no supiera por dónde iba a ir. Por las películas complicadas tienen que estar muy bien planificadas, y en este caso era sin saber hacia dónde íbamos. Quería eso, y cuando me dijeron que estaban embarazados dije, ‘hostia’. Creo que había un punto perverso. No respecto a ellos, pero es que ¿en qué otro momento iba a tener la excusa perfecta para rodar sin un guion previo?
El embarazo es el único tiempo en la vida en el que contamos el tiempo en semanas. Eso es muy fuerte, nunca más lo hacemos
Hay un momento y un recurso precioso, que es el vídeo real de los padres de María. ¿En qué momento descubre su existencia y cómo decide introducirlo?
Me lo dijo ya con el proceso avanzado. Cuando lo vi me gustó mucho, pero no sabía bien cómo meterlo. Cuando parió nos pusimos a montarla, y la película tenía mucho de procedimental, leíamos el libro de embarazo del personaje e improvisábamos situaciones que podrían crear conflicto. Originalmente el vídeo era como un espejo de situaciones, y servía también de separadores, porque estaba estructurada por semanas. El embarazo es el único tiempo en la vida en el que contamos el tiempo en semanas. Eso es muy fuerte, nunca más lo hacemos. Luego nos dimos cuenta que rompía el ritmo, que era repetitivo y pensé que estaba haciendo lo mismo que en 10.000 Km, así que probamos bastantes cosas y nos dimos cuenta que el vídeo tenía que aparece en sí, dentro de la narrativa, así que grabamos la escena de María viendo su propio parto, que es algo que te explota la cabeza, un juego cinematográfico que me interesa mucho.
¿Cómo de importante fue el pudor a la hora de hacer esta película?
No más que otras veces. Esto es muy orgánico, y el hecho de trabajar desde el juego… es que estamos jugando, y te sale orgánicamente. Mira, me pasa con las escenas de sexo, que yo siempre las ruedo muy cerradas, pero en este rodaje eramos tan familia los que estábamos allí que es que daba igual que no fuera cerrado. Rodando perdimos el sentido del pudor, pero sí que en montaje ya piensas si se te ha ido,o te sale el respeto en ciertos momentos… Pero creo que estaba todo muy claro.
Tanto en Tierra firme como en tu nueva película hay una reflexión parecida, y es que nuestros padres fueron más hippies y progresistas que nosotros.
En esta peli al principio no era así. Los padres de María no salían al principio, estaba sólo la llamada de teléfono y era otra idea de madre, pero es que sus padres realmente no están casados, y hacen de ellos mismos, y eran tan hippies… ese vídeo con los amigos, con ese parto casi en comunidad… me parecía muy bonito y me llevó a eso casi por accidente. Pero pongo en duda eso de que son más hippies o que son más progresistas. Lo juzgamos todo desde los ojos de hoy, y depende del aspecto, sí que ellos creo que se hacían menos preguntas, no se cuestionaban tanto lo que iba a suceder y les hacía más despreocupados, pero también tenían otra seguridad laboral.
En todas tus películas David Verdaguer es un hombre, pero siempre un hombre que da un paso atrás, que cede el centro a las mujeres, algo que no siempre se muestra en el cine.
Sí, con David siempre he hablado mucho sobre eso. Es un debate. Yo no quería hablar de nuevas masculinidades, porque ese término me parece una forma del hombre de recuperar el centro otra vez, de decir ‘vamos a hablar de nosotros’, y quizás lo mejor es dar un paso atrás. Los tres personajes que ha hecho están muy perdidos dentro de esa reestructuración, y me parecía hermoso no rescatarlos pero tampoco juzgarlos. Lluis es un personaje problemático, pero era importante problematizarlo. Es alguien que se siente desplazado del centro e intenta hacer algo para ayudar, pero cae en la necesidad de control porque no sabe ayudar de otra manera.
Creo que eso deja claro que esto es una cuestión estructural, que eso no te quita responsabilidad como hombre respecto al patriarcado, pero que nunca vas a cambiar si no entiendes que es algo estructural y que no sólo tiene que ver contigo. Es que creo que el problema es que los hombres somos tan egocéntricos que creemos que el machismo tiene que ver sólo con nosotros en vez de pensar que tiene que ver con la estructura. Si no te lo replanteas no vas a poder cambiar nunca, y ese cambio pasa por dar un paso atrás.
los hombres somos tan egocéntricos que creemos que el machismo tiene que ver sólo con nosotros en vez de pensar que tiene que ver con la estructura
Ha dirigido ahora su primera serie, ¿le ponía el cambio de registro?
Me ponían varias cosas,como empezar una serie que no sabíamos cómo iba a acabar, porque comenzamos a rodar sin que hubiera sido el juicio. No lo había hecho, y creo que me puede la curiosidad. La historia tiene un punto interesante, que es lo metacinematográfico, que en este caso es que más allá de que sea culpable o no, lo condenan por el poder de una imagen. Una imagen de baja calidad a través de la que le identifican, y eso para mí hablaba mucho del poder de la imagen, una imagen que, entre comillas, mata a a alguien.
¿Cree que hay una burbuja de series?
Sí, hay una burbuja… es que yo no veo series. He visto Los Soprano, The Wire y ya está… y me han gustado mucho. También alguna que han hecho amigos. Es que en general el tiempo que pasas viendo series puedes ver muchas pelis muy buenas. Yo hago una comparación, y es que una película es como un buen vino y las series son como la cocaína, te metes una y quieres más y más y más, y acabas por la noche pensando ‘ay, se ha acabado, se acaba la cocaína, se han acabado todos los capítulos, ¿y qué me ha dado?’. Pero un buen vino dices: ‘oh, qué vino tan maravilloso’ y te vas pensando, y me pasa eso con las series, es demasiado tiempo invertido y creo que es una burbuja.