El señor de los anillos: Los anillos de poder ha encontrado su camino en los últimos episodios de la primera temporada y lo que había comenzado como una larga introducción ha tenido un gran desenlace, tan auténtico e impactante como era de esperar para la serie más cara de la historia y el producto estrella de Amazon Prime Video.
Wayne Chi Yip regresa como director para ponerle el broche final a esta tanda de capítulos y les regala a los espectadores una delicia de final que de una vez por todas dará respuesta a sus dos grandes preguntas: quién es Sauron y cuál es el origen de los anillos de poder. Y también les convencerá de que la larga espera ha merecido la pena.
Aliados es el nombre del episodio final, que decide centrarse en dos de los grandes temas de la obra de Tolkien y termina de sentar las bases de la historia, donde el Mal ya tiene rostro y el Bien tendrá que luchar para no sucumbir ante él.
"A las sombras vais a regresar"
Todos aquellos que siguieran pensando que El Extraño era Sauron por haber caído de las estrellas tendrán por fin la respuesta que buscan en Aliados. O quizá no. El capítulo le escoge a él para comenzar la narración y lo primero que aparece en pantalla es su encuentro con las tres mujeres encapuchadas, que después de pasarse toda la temporada siguiéndole, parecen haberle dado caza al fin.
Se confirma que la Nómada, la Asceta y la Moradora rinden culto a Morgoth y que su objetivo es encontrar a Sauron, creyendo que El Extraño es la forma que ha adquirido su maestro. Intentan convencerle de que él es el Señor del Mal, e incluso él llega a creer que así es por el poder que encierra en sí mismo, pero los pelosos intervienen en escena justo a tiempo y, a base de pedradas, la verdad acaba saliendo a la luz.
Nori cree que El Extraño es bueno y aunque él mismo haya llegado a dudar por culpa de las tres encapuchadas, la pelosa habla con él y le dice claramente que “solo él puede demostrar lo que es” y que “lo decide por lo que hace”. El Extraño decide acabar con las tres grandes villanas, que justo antes de convertirse en polvo y cenizas se refieren a él como “istari”, un “sabio” o “mago”.
Aquí es donde termina de forjarse el gran vínculo entre los pelosos y los istari, que será el que invite a Nori a seguir a su gigante amigo en un largo viaje que acaba de comenzar. Despedirse no será tarea fácil, pero este emotivo adiós vuelve a confirmar que los pelosos son la verdadera emoción y el corazón de esta serie.
"Aquel que ama a las estrellas"
Tras haber conocido una de las grandes revelaciones de Los anillos de poder hasta ahora, el octavo capítulo emprende el viaje de vuelta en barco hasta Númenor, donde el rey Palantir espera a su hija Míriel en su lecho de muerte.
Mientras la Reina Regente llega a puerto, Pharazôn se dedica a reunir a los mejores artistas del lugar, incluida la aprendiz Eärien, y les encarga el diseño de un monumento a Palantir que rendirá homenaje a su legado cuando fallezca.
Cuando es el turno de Eärien de pasar una hora con el rey para dibujarle, Palantir se despierta y, creyendo que la joven es su hija, le dice que Númenor debe unirse y comenzar a seguir a los Valar de nuevo. Le abre la puerta a un pasadizo secreto, que lleva hasta el palantir, la piedra que Míriel le mostró a Galadriel en el cuarto episodio.
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En una de las pocas secuencias que protagonizan en Aliados, Elendil y Míriel establecen una conversación importante, donde Elendil, a pesar de haber perdido a su hijo, vuelve a prometer que seguirá siendo fiel a los elfos. Para él, aunque a veces el coste sea alto, “se encargará de que el final merezca ese precio”.
Sin embargo, cuando lleguen a casa, se darán cuenta -o al menos Elendir, ya que Míriel no puede ver-, de que las banderas negras ondean a media asta y que no han llegado a tiempo para despedir al rey de Númenor.
"Un objeto para toda la Tierra Media"
La otra gran revelación de la temporada vendrá con la inminente llegada de Galadriel a Eregion junto a Halbrand, que está gravemente herido. Allí se reunirá al fin con Elrond, protagonizando un reencuentro que servirá para equilibrar las emociones del capítulo, donde también habría despedidas.
A su vez, Halbrand parece recuperarse pronto y hace migas con Celebrimbor, con el que habla de la posible manera de potenciar el poder del mithril, ya que es un mineral realmente escaso. La solución podría ser combinarlo con otros minerales y aunque el maestro herrero elfo se resiste al principio, Halbrand acaba convenciéndole, porque según él puede potenciar las “cualidades únicas” que posee.
De hecho, Celebrimbor, Galadriel y Elrond le presentan al Gran Rey Gil-galad la misma idea que Halbrand formula: usar el mithril para forjar un elemento y que portará el rey de los elfos. Hay varias opciones, como una poderosa corona, pero esta se descarta, porque “sería demasiado poder para uno solo”.
La idea tampoco termina de hacerle gracia a Galadriel, que escucha al herrero decir que será “un gran poder sobre la carne” y rápidamente sospecha del que había sido su amigo Halbrand, que fue el que le dijo esa frase al elfo. De hecho, las sospechas de Galadriel no van mal encaminadas y acaba descubriendo que el linaje al que supuestamente pertenece Halbrand se extinguió hace más de mil años.
Halbrand no solo no es quien dice ser, sino que además es el mismísimo Sauron, que acaba de ser descubierto por la elfa y que tratará de adentrarse en su mente para corromperla y obligarla a recorrer los rincones más oscuros de la misma.
Galadriel tendrá que luchar contra él a través de sus propios recuerdos y escucharle decir que todos los demás la miran con dudas y que “él es el único que puede ver su grandeza y su luz”. De hecho, la intención de Sauron es unir su luz con la oscuridad y así salvar a la Tierra Media, que para él es lo mismo que gobernarla y someterla a su poder. Galadriel se niega, por supuesto, y acaba despertando de esa pesadilla junto a Elrond, al que no le cuenta lo ocurrido porque podría ponerla en peligro a ella y además cuestionar su lealtad a su pueblo.
Justo después de este impactante y revelador suceso, la elfa se reúne con Celebrimbor, dejando claro que deben forjarse tres anillos en lugar de una sola corona, porque “uno corrompería a su portador, dos dividirían, pero si fueran tres, se alcanzaría un equilibrio”. El aspecto de estas tres joyas es impactante, casi tanto como la imponente llegada de Halbrand/Sauron a Mordor.
El episodio final de Los anillos de poder no solo es emocionante, equilibrado y satisfactorio para el espectador, sino que además, es la gema que acaba de dar forma a una joya que ha ido forjándose lentamente. Tal y como ocurre con los anillos que le dan nombre, la serie ha tenido que cocerse a fuego lento, combinando como mejor ha sabido los diferentes minerales para lograr un acabado perfecto y brillante.
Las expectativas eran altas, pero esta adaptación ha estado a la altura de lo que exigía la inmensa obra de J. R. R. Tolkien. Porque incluso las veces en las que se ha salido del camino a seguir, finalmente ha conseguido que la audiencia sienta la necesidad de ver cómo se produce el enfrentamiento definitivo entre el Bien y el Mal. Habrá que esperar más de un año para que regresen los protagonistas, pero si J.D. Payne y Patrick McKay siguen manteniendo el buen ritmo, es muy probable que El señor de los anillos: Los anillos de poder llegue lejos y cruce las fronteras de la Tierra Media.