Si ya has visto los primeros episodios de Los anillos de poder (y si no lo has hecho, deberías hacerlo antes de seguir leyendo este artículo), ya has visto la espectacular escena en la que Nori Brandipie y su mejor amiga Poppy descubren a un misterioso y gigantesco extraño que cae del cielo en el prólogo de la precuela de El señor de los anillos para Amazon Prime Video. Otra de las grandes preguntas que dejan los encuentros de los personajes, al igual que las escenas que comparten el elfo Elrond y su amigo enano Durin, es cómo ha hecho la serie para jugar con la escala y el tamaño de sus personajes protagonistas.
Mezclar personajes de diferentes tamaños en las mismas secuencias no es precisamente un desafío nuevo para aquellos que se han atrevido a adaptar la obra de J. R. R. Tolkien. En la trilogía original Gimli y los hobbits compartían escena con humanos, magos y elfos, mucho más altos que ellos, pero la tecnología y la magia detrás de las cámaras ha cambiado mucho en los últimos veinte años. En una entrevista con Indiewire, los productores han contado los métodos que tiene la producción para crear esa ilusión en la audiencia.
Para recrear esa ilusión de disparidad de tamaño, el equipo utilizó todo tipo de recursos, desde el clásico uso de dobles muy altos o muy bajos en función de qué personaje está en escena hasta el uso de una cámara tecnodolly de grúa programada para girar alrededor de los actores con precisión matemática mientras estos miraban una pelota de tenis contra una pantalla verde.
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Otro de los trucos más característicos es utilizar accesorios y atrezo muy grandes cuando los pelosos están en escena. Otras veces se recurría directamente a efectos digitales, el famoso CGI. “El objetivo siempre fue cambiar las cosas y nunca depender demasiado de ninguna técnica en ningún momento”, insistió el showrunner J. D. Payne.
“La idea de la diferencia de escala es algo que la mayoría de los equipos de rodaje no se han encontrado en la mayoría de producciones en la que han trabajado”, explícala productora ejecutiva Lindsey Weber. “También es algo inherente a Tolkien. Es parte de esta propiedad intelectual. Sabíamos que teníamos que hacerlo bien”. Weber reconoce que el proceso “a veces puede ser lento y tedioso”, pero espera que “el producto final y el truco de magia realmente valgan la pena y sean muy tolkienianos”.
Uno de los momentos más desafiantes de la primera temporada llegó en el comentado primer encuentro entre Nomi y el extraño. Fue “extremadamente compleja”, admite Patrick McKay, el otro showrunner de la producción. En esa escena vemos cómo ese gigante cae del cielo y aterriza en un cráter humeante. Los trabajadores de la producción construyeron dos cráteres de diferentes tamaños en un hangar: uno que haría que Markella Kavenaugh (Nori Brandiepie) pareciera diminuta y otro diseñado para que encajara a la perfección el tamaño de Daniel Weyman (el extraño).
En otras ocasiones, admite el productor, se limitaban a usar un doble bajando por una pendiente que luego es reemplazado por el actor. “Son trucos de cámara de la vieja escuela de los Lumière”, dice McKay en referencia a los hermanos pioneros del cine. Había secuencias en las que, para retratar el encuentro de un peloso y el extraño, hacían falta hasta cuatro actores. Todo vale con tal de engañar el ojo del espectador.