Adriana Ugarte quiere volver a meterse en la piel de Sira Quiroga. “Todavía no he leído el nuevo libro de María Dueñas. Si hace una adaptación, me encantaría volver a interpretarla. Mientras esperamos a la confirmación de la continuación de El tiempo entre costuras, la miniserie que catapultó al estrellato su carrera, Ugarte tiene un nuevo proyecto entre manos. Ayer se estrenó en Amazon Prime Video la primera temporada de Parot, un escabroso thriller inspirado libremente en la polémica doctrina que sacó de las cárceles antes de tiempo a docenas de terroristas, asesinos y violadores.
La madrileña acostumbra a espaciar sus apariciones en televisión. Tres meses después de que Netflix estrenara la segunda y última temporada de la serie de época Hache, la actriz se salta con Parot una de sus reglas no escritas. “Me he vuelto una persona profundamente consumista y necesitaba empalmar proyectos. ¿Te imaginas?”, bromea la chica Almodóvar antes de empezar su encuentro con SERIES & MÁS.
La culpable de este temprano regreso tiene nombre propio: Isabel Mora, una policía íntegra que debe liderar la investigación de un complicado caso. En el universo alternativo de la serie, la controvertida salida de los presos ha llevado a un misterioso justiciero a asesinar, uno por uno, a los excarcelados utilizando el mismo modus operandi que éstos habían usado contra sus víctimas. La situación es aún más turbia: uno de esos criminales liberados por la doctrina Parot es el violador que abusó de ella cuando era solo una adolescente. Sin saberlo, la agente empieza a ser observada por un hombre que quiere vengarse.
Entre otros temas, Ugarte nos habla del complicado rodaje de la tercera escena de violación en su carrera, de la tóxica relación de su personaje con su madre y el consejo que se daría a la yo adolescente que estaba empezando su carrera hace veinte años.
¿Qué tenía Parot para que decidieras volver a la tele tan rápidamente?
Me gustaron mucho los guiones. Conocía muy de lejos la doctrina Parot. Sabía que había provocado la excarcelación de un grupo de presos muy concreto. Me gustaba mucho cómo estaba enfocada Isabel Mora. Me atrapó cómo se trataba su relación con el dolor, su gestión de la ansiedad y el manejo tan torpe que tiene en las relaciones afectivas con los demás. Me dio muchas ganas de estar a su lado y de interpretarla.
Me conquistó que hubiera algo profundamente infantil en ella, algo que no ha sanado todavía y que compensa con una fachada de dureza y frialdad, de soberbia y de antipatía. No trata de ser complaciente. Esto me gustaba mucho porque al final estamos hablando de un ser profundamente herido y necesitado de afecto. Esta búsqueda de equilibrio me llamaba mucho la atención.
Hablas de ese aspecto infantilizado del personaje. La relación con su madre, interpretada por Blanca Portillo, roza lo tóxico y codependiente.
Blanca y yo coincidimos en Niños robados, pero no teníamos escenas juntas. Fue un honor gigante tener la como madre y a Nicole Wallace como hija. Me resultaba muy interesante la dinámica. Tengo debilidad por los conflictos familiares. En cualquier terapia que uno se meta, antes o después, acabas volviendo a los inicios. El embarazo, el nacimiento, los primeros años… Si uno echa la vista atrás ve su propia biografía como si fuera de historia de ficción.
Uno de repente encuentra mucho sentido en las decisiones que va tomando a lo largo de su vida y se da cuenta de que puede tener mucho que ver con los primeros golpes que te has dado cuando eras un niño. Me gustaba ver cómo esas dos mujeres, la abuela y la madre, proyectan sus carencias y sus necesidades de protección en las siguientes generaciones. La serie muestra cómo, cuando no es sanada, la toxicidad viaja a la siguiente generación como si fuera un virus.
En el primer episodio de la serie hay una escena muy incómoda con Iván Massagué. ¿Cómo viviste el rodaje de esa violación?
Fue un proceso muy potente. Yo había hecho escenas de previolación y postviolación en otros proyectos. Esta es la primera vez que rodaba una violación en curso. Fue bastante duro para todo el equipo que estaba presente en el rodaje de esa escena. También para mi compañero Iván y para mí, la verdad. Sabes que es ficción, porque llevo dedicándome a esto desde que tengo 16 años. Sabes cómo funciona.
Has hablado mucho de la escena, pero cuando te ves ahí bocarriba, bocabajo, con la falda levantada… uff, es una sensación muy desagradable y que te desarma. Vives por primera vez, o igual también has tenido otros traumas en tu vida y ya has pasado por algo así, una sensación de querer disociarte y salirte del cuerpo. Quieres salir de ahí y que la otra persona haga lo que quiera y tú no estás presente.
Es terrible rodarlo. También es terrible ver testimonios de víctimas que han sido tan valientes de contar su experiencia y que ven como sus familias, por lo que sea, han intentando negar lo sucedido, les han dado la espalda y han intentado justificar al agresor. Son cosas muy duras que pasan y que al final creo que la ficción ha de ser un instrumento para cambiar, reflexionar y para provocar debate.
Isabel es una mujer que va por la vida con una maleta muy pesada. ¿Qué ha sido lo más difícil de interpretar de su viaje?
Ha sido duro estar en contacto con su trauma. Aunque estuviera con la fachada de frialdad y casi banalización del dolor, su sufrimiento siempre estaba presente de fondo. Para eso seguía viendo entrevistas de mujeres abusadas. Teníamos una lista de reproducción muy dura y muy dramática que nos preparó uno de los directores. Me la ponía cada día varias veces. Al final te vas metiendo en aguas pantanosas y te vas quitando energía vital, mientras como actriz te nutres y entras en un proceso maravilloso. Es un papel agotador emocionalmente.
En 2021 se cumplen 20 años de tu primer papel con un corto, Mala Espina. En Parot haces de una madre protectora de una adolescente. Si pudieras viajar en el tiempo y hablar con esa pequeña Adriana, ¿qué consejo le darías?
Ala, ala, ala… ¡qué pregunta más personal! ¿Qué le diría? Relájate y disfruta. La interpretación es un mundo muy complicado. A mí me lo sigue pareciendo a día de hoy. Yo me enfrento a cualquier secuencia y me muero de miedo. Yo soy de las que adelgazan rodando, no engordo. Actuar me consume, y a la vez me encanta y me apasiona. Creo que es muy importante caminar a la relajación, porque desde ahí estás más reflectiva y puedes trabajar en niveles más complejos. Lo más importante es que puedes disfrutar trabajando.
La primera temporada de 'Parot' ya se puede ver en Amazon Prime Video. Próximamente llegará a TVE.
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