La muerte absurda de Juan Selma, el testigo protegido asesinado por un amigo celoso
- El ex boxeador no fue asesinado por haber declarado en un juicio contra la facción más radical de los Boixos Nois. Ni murió en una pelea entre moteros. La razón fue más simple: el ataque de locura de un amigo psicótico.
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El exboxeador Juan Selma era como un gato. No se sabe cuántas vidas gastó, pero sí que escapó a la muerte en varias ocasiones. En 2009, siendo portero de la discoteca de Isla Fantasía (Mataró) recibió varias puñaladas que no consiguieron matarlo. Después declaró como testigo protegido en el juicio contra la facción más radical de Boixos Nois llamada 'Casuals'. No imaginaba que, al final, encontraría la muerte celebrando sus 20 años de amistad con un viejo amigo. Y que sería precisamente ese hombre el que lo quitaría del medio de una certera puñalada en el tórax.
Muchas fueron las hipótesis que circularon en los medios sobre el móvil del asesinato de Juan Selma, acuchillado el pasado viernes en un club motero de Mataró (Barcelona). Que era una venganza de los 'Casuals'. Que se trataba de un enfrentamiento entre miembros de clubes moteros. Que alguien había infiltrado a un sicario en la sede del Motor Club para ajusticiarlo. Pero nada de eso. Lo mató un amigo suyo tras una larga noche de fiesta. Los celos y los problemas mentales de su asesino, a quien esa misma mañana le habían cambiado su medicación con antipsicóticos y por la noche había bebido alcohol y consumido drogas, fueron las auténticas causas de la tragedia.
Juan Selma, 'Juanito' para los amigos, tenía 43 años y era entrenador de boxeo. Dicen que pasaba por una de sus etapas más tranquilas. Había dejado atrás épocas más oscuras, como cuando fue guardaespaldas de un polémico subastero en guerra con los 'Casuals'. Atrás quedaron también los años en los que lo habían intentado asesinar en plena vía pública. Ahora se dedicaba a formar a jóvenes púgiles que prometían y estaba más tranquilo, según su entorno. Se desvinculó del juicio contra los 'Casuals' al desdecirse y retirar las acusaciones. No quería más problemas.
Tenía muchos amigos en en Metrauners, un MC (Motor Club, o lo que es lo mismo, un club de moteros) de Mataró. El presidente le había invitado a pasar por la sede una noche, para unirse a ellos. Concretamente, Metrauners es un Motor Club compuesto casi en exclusiva por personas que trabajan en el mundo de la noche. Especialmente porteros de discoteca, por lo que el exboxeador tenía cabida. “Vente a tomar algo y hablamos para una posible entrada”, le propuso el presidente de Metrauners.
"Me está chuleando y se está liando"
Selma acudió el viernes por la tarde al club y allí coincidió con Alberto Safont. Un miembro de Metrauners bastante díscolo. En tratamiento psiquiátrico, padecía graves cambios en el carácter. Por las mañanas, sobrio y medicado, era una persona encantadora. “Pedía perdón y daba las gracias por todo”, cuenta el presidente de este club. Su comportamiento cambiaba de forma radical cuando empezaba a beber. “Le teníamos prohibido el alcohol en el local, porque perdía el control y muchas veces la liaba”, confirma el líder del club.
A Alberto Safont le habían cambiado la medicación esa misma mañana. Por la noche se fue con C., su novia, al local. Allí coincidió con Selma, al que conocía desde hacía mucho tiempo. “Yo esa tarde me tuve que ir del local porque tenía una reunión de clubes moteros en Terrassa, y después tenía que ir a trabajar a una sala de Badalona. Pero los que estuvieron presentes en el club me confirmaron que los tres estuvieron juntos todo el rato. Bebían para celebrar sus 20 años de amistad y estaban de buen rollo”, recuerda el presidente.
La fiesta se prolongó hasta pasada la medianoche y más allá. Hablaron, bebieron, rieron y rememoraron. Tanto dio el reencuentro, que decidieron ser los últimos en salir del local. “Ese fue el gran fallo: tendrían que haberse marchado cuando se fue todo el mundo, pero como Alberto es miembro del grupo y estaban los tres divirtiéndose, les dejaron las llaves para que cerrasen ellos. Ahí está el error: no tendrían que haberse quedado solos. ¿Cómo le dejas las llaves a Alberto, que se pone como se pone?”, lamenta el presidente.
El boxeador Juan Selma, el motero psicótico Alberto Safont y su novia C.: los tres se quedaron en la sede de Metrauners para acabar la fiesta. Alberto había bebido y había consumido estupefacientes. Mezclados con su nueva medicación se convirtieron en un cóctel explosivo.
Sólo ellos saben lo que pasó allí dentro. Lo único claro es que un malentendido desencadenó el conflicto. El presidente de Metrauners cuenta que Safont llamó a uno de los miembros del club para avisarle de que “este (Selma) me está chuleando y se está liando”.
“Como Safont siempre la está liando cuando se excede, no le prestamos mucha atención. Ya sabemos cómo es Alberto y cómo se pone”, reconoce Sergio, que cuenta que poco más tarde recibió un mensaje de Safont vía Whatsapp en el chat del grupo. El presunto homicida pedía a sus compañeros que no le hablasen más a su novia, porque ella le había engañado.
Al verse ignorado, Safont siguió escribiendo mensajes muy nervioso, quejándose de que el boxeador le había pegado. Empezó a cundir el malestar: “Nos dimos cuenta de que algo gordo había pasado”, confirma el presidente, que de inmediato abandonó la discoteca en la que trabaja, alegando un problema grave, y se dirigió al club con un compañero. Además, dio orden al resto del grupo para que subiesen al club a ver lo que había pasado.
Gritos y mucha sangre
Se habla de un malentendido. De celos. Safont le explicó después a la policía que su novia le había engañado con el boxeador. Esta presunta ofensa pudo desencadenar la crisis entre los dos viejos amigos. La superioridad física de Selma era evidente. Sumada a sus nociones en deportes de contacto, Safont tenía todos los números para perder… salvo que se hiciese con un arma blanca. En su locura transitoria, agarró un cuchillo y pinchó a Selma en el tórax. Su novia también resultó herida leve en la cara.
A través de un camino de tierra llegaron los primeros moteros al club. Allí se encontraron con Safont, que salía de la sede cubierto de sangre, con un trapo envuelto en la mano y gritando como un poseso. “Los primeros compañeros que llegaron lo vieron chorreando sangre. Un miembro del club le ordenó que llamase a la policía y a la ambulancia; que se comiese sus propios marrones”.
“Nosotros llegamos más tarde y ni siquiera entramos al local”, asegura el presidente. Ya habían llegado la Policía y las ambulancias, pero había nada que hacer. Safont había matado a Selma de una puñalada y la policía negó la entrada a los moteros a su propio club, porque se acababa de producir un homicidio.
Los celos, ¿el detonante?
El detonante de la pelea, según cuenta el homicida, fueron los celos. Según su novia, fue algo más banal todavía: una discusión sin importancia sobre colegios de pago. Al parecer, tanto Juan Selma como C. habían ido a colegios pijos. De esa conversación derivó un malentendido, un par de malas contestaciones cruzadas y un golpe de Juan Selma a Safont. “Eso es lo que nos contó C. No creo que le pegase muy fuerte, porque Selma era boxeador, corpulento y trabajador de la noche. Igual le dio un tortazo, porque también iba pasado. Safont, en vistas de lo que se le venía encima, decidió contraatacar con un cuchillo”, resume el presidente, que cree que “lo poco que pudiese pasar, con lo mucho que viese Safont, pasado de vueltas y con la medicación recién cambiada, fue la causa”.
Al día siguiente, los periódicos se hacían eco de la muerte del testigo protegido Juan Selma. Las primeras hipótesis apuntaban a un ajuste de cuentas por el asunto de los 'Casuals'. Ese extremo ha sido desmentido por todas las partes, que confirmaron que sólo se encontraba tres personas en el local cuando acontecieron los hechos.
Otro de los detalles que relacionó inicialmente a Safont con un posible ajuste de cuentas de los 'Casuals' es una confusión por la interpretación de un tatuaje: Safont había llevado tatuado durante mucho tiempo el número 81. Después se lo borró. Algunos miembros de Boixos Nois llevan tatuado el número 1981, que es el año de fundación de la peña más radical del FC Barcelona. Sin embargo, ese es otro malentendido: Safont llevó el 81 porque es el número emblemático de 'Hells Angels', el grupo motero mas famoso y numeroso del mundo y al que perteneció hace tiempo. El 8 corresponde la octava letra del alfabeto (H, de Hells) y el 1 a la A de Angels. Teoría desmontada.
Tampoco tuvo nada que ver el incidente con otros clubes de moteros. Selma no pertenecía a ningún MC y precisamente estaba en la sede de Metrauners para, tal vez, ingresar en un futuro. El único perteneciente a un MC era Safont. Un motero de los 'malos', porque lleva tatuado en la cara el 1%. Esa cifra define a los moteros que presumen de estar al margen de la ley. La explicación viene de una serie de altercados que protagonizaron grupos de moteros en la ciudad californiana de Hollister en 1947. Destrozaron numerosos bares y protagonizaron muchas peleas. Al poco tiempo, la Asociación de Motoristas de América (AMA) emitió un comunicado desmarcándose de los disturbios y asegurando que el 99% de los moteros son legales, que sólo el 1% está al margen de la ley. Llevar el 1% significa ser “de los malos”.
Así, ni 'Casuals', ni testigos protegidos, ni rivalidades moteras, ni sicarios infiltrados. Las drogas, los celos y los antipsicóticos desencadenaron una pelea que acabó en tragedia. Selma está muerto. Safont en la cárcel y repudiado por los suyos: “Todo esto nos ha hecho mucho daño. El local sigue precintado, no podemos entrar, y en las noticias sale de todo. Ponen nuestro nombre relacionado con un asesinato. Y Metrauners no ha tenido nada que ver. Ha sido un individuo con un historial conflictivo. Condenamos lo que ha hecho y no queremos saber nada de él”, concluye el presidente del club.