Federico Zompicchiatti (1991,Údine, Italia) era un niño complicado de una familia italiana acomodada. Mientras sus amigos soñaban con ser futbolistas, él quería ser el dueño de una discoteca; quería tener un despacho en la primera planta del local lleno de vidrieras tintadas para que solo él pudiera ver los demás bailar. Pasada la treintena, es él a quien todos pueden ver a través de un vidrio, concretamente el del móvil. Le conocen como Zazza 'El Italiano', el que se mete en los barrios más peligrosos cámara en mano y luego lo sube a Youtube.
Cuando no está viajando, va por Barcelona en patinete. Llegó a la Costa Brava para ser coctelero, después de vivir un tiempo en Australia, y empezó a trabajar en un local de la plaza Real poco antes de 2020. Pero se dio cuenta que aquello no le llenaba y le presentó un Powerpoint a sus padres con un proyecto: abrir un canal en Youtube para meterse en los barrios a los que nadie había accedido.
¿Lo que pensaron sus padres? "Que estaba chalado", reconoce. Estuvo durante ocho meses con un canal que no llegó a nada, pero en el siguiente disparo no falló.
Zazza llega a la plaza Real para responder a las preguntas de EL ESPAÑOL en patinete. Camiseta negra, pantalón cargo y nikes deportivas cubren sus 185 centímetros de altura; puro músculo y carisma. Durante la sesión de fotos, personas de distinta índole le piden fotos y lo elogian. Él sonríe y agradece, se muestra muy cómodo en el trato cercano. Es la contrapartida por los malos ratos que pasa en otros lugares de la ciudad. Tiene más calle que un banquito.
—¿Qué es el miedo?
—El miedo es un instrumento muy útil para superar nuestros límites, unas situaciones que una vez que se han superado pueden mejorar tu vida. No lo vivo en los barrios, donde tengo situaciones complicadas, sino antes. Paso cuatro o cinco horas antes de salir de casa que estoy en el baño con dolor de estómago, tengo que ir al baño… Es una reacción física. Lo bueno del miedo es que cuando lo sabes controlar, o cuando no lo controlas pero sabes lo que es y cómo superarlo, te permite, no ser un superhombre, pero sí ser la mejor versión de ti mismo.
En lugar de huir del miedo, mi consejo es: entiende qué es el miedo y supéralo. Que tengas miedo no significa que no lo hagas. Yo lo tengo escrito siempre: siente el miedo y hazlo con miedo.
—Dice que no tiene miedo cuando entra en los barrios, pero que desconecta de la vida real. ¿A eso cómo le llama?
—Es focalización. Es un mecanismo que puede experimentar cualquiera en momentos de adrenalina, tensión, que se activa para que estés alerta y estés pensando en tu seguridad. Por eso cuando estoy en los barrios hablo peor español, me olvido de la gramática, me olvido del guion, puedo estar un poco más desorientado… Es como en una pelea, que te acuerdas solo de los flashes, de la persona que está lanzando el puño a la cara, pero no del impacto exacto… Eso es porque tu cerebro está focalizado.
Es otra cosa muy útil dentro de nuestro mecanismo de supervivencia, se activa cuando hay un peligro inminente. Es tu cabeza la que te crea esta situación de emergencia. Es muy útil y muy guapo de experimentar. Porque ves cómo cambias tú mismo y ves cómo eres una persona en un entorno equis y cómo eres en otro, cómo se te activan algunos sensores si te encuentras en una situación diferente.
Violencia y deportes de contacto
Federico fue un niño bueno hasta los 7 años. "Luego, me salió el diablo", bromea. Comenzó a tener malas compañías y a ser rebelde. Eso, sumado a que venía de buena familia, cree que hoy le ayuda a desenvolverse en los dos mundos, es "parte de mi éxito.
Así fue hasta los 21 años. "Ahí tengo un problemilla un poco más gordo y, entonces, ahí fue una mezcla entre la tristeza tras las palabras de mis padres, la tristeza que sentí yo y el hecho de que estaba madurando y cambié totalmente", reconoce. Se mudó a Australia y desde entonces rechaza "la violencia, a las personas violentas, el ruido, la criminalidad, aunque es parte de mi trabajo, pero lo rechazo. Cuando antes me parecía fascinante de alguna manera, ahora quiero ser la persona más honesta del planeta".
—Hubo una época en la que la violencia le atraía…
—Mucho. Hacía Muay Thai, deportes de contacto, era una persona muy violenta y, cuando eres adolescente, tienes problemas con tus padres, porque tú tienes la cabeza que tienes y ellos intentan educarte, así que hay mucho choque y eso me producía mucho nerviosismo. Entonces, sabiendo pelear y hacer cuatro chorradas, pues cualquier oportunidad en la calle de hacer el estúpido lo hacía. Es un problema, obviamente, eso no te trae nada bonito.
—¿Saber defenderse le da seguridad cuando accede a los barrios complicados?
—¿El hecho de saber tirar dos puñetazos? No. Lo primero que los sé tirar bastante mal y, segundo, no escapas de estos problemas con puñetazos, sino con la labia, con la cabeza. Son muy pocas las situaciones en las que tirando dos puñetazos puedo salir de un problema. Estoy en medio de un barrio, te está viendo mucha gente, es muy difícil que un criminal vaya solo, casi siempre van en grupito, pueden llevar armas… Puedes ser Conor Mcgregor que si te quieren hacer daño te lo van a hacer.
Cuando estás en una situación de ese tipo, lo último que tienes que hacer es usar la violencia. A veces te tienes que humillar, bajarte los pantalones… O así o salir con alguna herida que es la peor opción. Hay que interpretar a las personas, saber cómo les puedes caer bien o cómo puedes decir algunas estupideces para salir de ahí. Yo he resuelto el 99,9% de los problemas hablando y sin pelear.
—¿Y el 0,01%?
—Te encuentras en una situación donde o tienes que correr o te tienes que poner muy firme, como en Los Colorines de Badajoz, que me quería pegar un señor. Solo con la mirada, la gestualidad y cómo me movía, se tranquilizó. Luego, hay un pequeño porcentaje en el que tienes que reaccionar, pero de momento no me ha pasado. Ahí tienes que luchar con alguien, pero son situaciones muy extremas. Es casi imposible que venga alguien a pegarte de primeras. Siempre hay un mínimo de advertencia, un mínimo de enfado, un mínimo de acercamiento físico. Nadie viene corriendo, no te das cuenta y te pega. Puedes hacer muchas cosas antes de recurrir a las manos.
—¿Qué siente al salir del barrio?
—Es una de las mejores sensaciones, por eso lo sigo haciendo. Es una sensación muy placentera, de relax, de haber conseguido algo que nadie había hecho antes. Eso cuando el vídeo es muy bueno. Cuando es muy malo, te sientes bien porque no estás en peligro pero dices: joder, he vivido muchas horas de estas situaciones malas para un producto que no va a buscar. Depende mucho de las grabaciones el sentimiento de después. Cuando llego al taxi ya… Hago un kilómetro, subo al taxi y digo: ya está, estoy bien.
—¿Cuál es el barrio más complicado?
—¿De España o del mundo?
—No se corte: ambos.
—En España conduciendo son todos sencillos. No hay barrios en España a los que no puedas entrar con el coche, o son muy pocos. Caminando para mí es la Cañada Real de Madrid. Sobre todo por su posición. Está muy alejada, en medio de la nada, es una calle única con las chabolas a los lados, te ves por todos lados, no puedes salir por ningún lado… Entonces, por la conformación, es el más complicado.
Del mundo, de lo que yo he visto, el Bronx de Medellín (Colombia). Es un barrio central que está totalmente cerrado. Hay gente con machetes a la entrada y a la salida. Dentro hay como casitas y banquitos en los que hay tipos sentados y toda la droga expuesta: cocaína, tal… Tú lo ves todo. Ahí no puedes entrar con la policía.
En mi vídeo se ve que me están escoltando y empiezan a tirarnos cosas, a insultarnos, la policía casi atropella a uno… Cuando estás dentro no hay coches, porque está todo cerrado. Grabar ahí no se puede hacer. Hay un tipo argentino que lo ha hecho y para mí no está bien de la cabeza. Si te pillan te matan. Y si te matan ahí sacan tu cuerpo fuera para que pueda recogerlo la ambulancia.
—¿No ha estado entonces?
—Sí, sí, lo he visto, pero no lo he grabado. Yo he grabado en una esquina con la policía, pero hemos pasado de largo. Dentro he estado con unos chicos en un coche una noche, porque a partir de las 8 o las 9 de la noche abren para que entre la gente que compra. Mis amigos compraron un porro, lo cogieron desde la ventana y nos fuimos. El Bronx de Medellín no lo vas a ver en ningún momento.
—Cuéntame un poco de Latinoamérica.
—Es mucho más peligroso que Europa. Los barrios de la clase media son barrios de clase baja aquí. Son mucho más violentos. Sobre todo en Argentina y México, es un violencia sádica, quieren enseñar que son los más fuertes. Me acuerdo en la villa 11114, tenían problemas con un chico y lo pillaron un día con toda su familia y lo quemaron vivos. Aquí no existe, hay códigos de honor. En Italia los mafiosos andaban por la calle con niños, porque con los niños no te puedes meter. Se alquilaban incluso niños, solo porque sabían que por la ley de la calle no te pueden disparar con un niño cerca. Los criminales italianos tienen códigos, allí…
Fui a cortarme el pelo en Sinaloa y estaba hablando con el barbero cuando me contó lo que había ocurrido la semana anterior. Me enseñó el vídeo de una chica que había sido quemada viva, que no tenía ni pelo, en el suelo, que hablaba con un hilo de voz, y al lado, dentro de un cubo un chico muerto. El vídeo lo grababa el narco y le decía: cómo te llamas, cómo te llamas. La chica carbonizada viva. Todo porque le había puesto los cuernos. Es una imagen muy impactante que te hace entender la locura de esta gente. No tiene límites.
En Bogotá, había un barrio similar y lo quitaron. Cuando entraron, llegaron a una habitación con un cocodrilo que se comía a la gente que habían cortado viva. Otra habitación en la que se le daban trocitos de personas a los pitbull. Otra en la que se abusaban de niños. Es una locura. Aquí esto no ocurre. Aquí hay violencia, pero no es tan exagerada como aquello.
—¿Esto se puede erradicar?
—Las zonas se pueden mejorar, pero la criminalidad en general es parte de la naturaleza humana. El robo, la violencia, la prostitución… Son rasgos de nuestra parte animal, que se pueden controlar de alguna manera, porque lo hacen mejor en Noruega que en México, pero es muy complicado. En estas sociedades donde la mentalidad es parte del problema, se pueden cambiar las cosas pero se necesita un proceso muy largo.
—Van a desmantelar El Vacie de Sevilla.
—El problema de fondo no se va a quitar con el Vacie, pero son pequeños pasos hacia la solución. El problema nunca es el barrio, sino las personas que viven en él. El problema del barrio no es que haya chabolas, porque dentro hay mármol, televisiones de plasma… Eso se ve en mis vídeos. No son chabolas de pobrecitos, están bien. Y a muchos de ellos ya les han dado casas y pisos. El problema es que ellos quieren estar allí y ellos mismos lo dicen: yo quiero estar aquí y hacer candelas, hacer música, joder, ¿en un piso cómo lo hago? El problemas son ellos, hay que reeducarlos.
Si los pones juntos en otra zona, será El Vacie II, simplemente en pisos. Solución hay, es difícil, pero creo que una buena solución puede ser dividirlos. Segundo, habría que hablar con los servicios sociales y dar una persona por cada familia que es un trabajo muy duro. No puedes dar 20 familias a una persona, porque el seguimiento es nefasto. Una persona por cada familia que los entienda para saber cómo mejorar la educación de los niños, por ejemplo. A partir de ahí, cambiar la mentalidad. Cambiar el Vacie para ponerlo en otra zona no tiene sentido.
—Estamos en Barcelona. Últimamente parece que la ciudad entera está sumida en la delincuencia. ¿Cuál es su percepción?
—Aparte de haber viajado mucho, yo vivo en una de las peores zonas de Barcelona. Lo que pasa, quién roba, cómo roba… Con el tiempo vas perdiendo el miedo, pero creo que la situación no está fuera de control, aunque el margen de mejora es brutal. Se puede ver con Barcelona a pie de calle; el transporte público está plagado de carteristas…
No entiendo cómo es posible que no haya una solución. Yo le pregunto a mis amigos policías y me dicen: no es que yo no quiera trabajar, es que la ley no nos ayuda de ninguna manera. Si la ley dice que una persona que ha robado una cartera debe permanecer solo dos horas detenida (es un ejemplo, no es real), no puedes detenerlo una semana, obvio. Entonces, creo que hay un problema gordo. Para mí Barcelona es la mejor ciudad de España y es triste ver que tiene este cáncer. Estaría bien que se resolviera de alguna manera. Eso espero, pero la situación es bastante mala.
—¿Le quiere más la policía o los que viven en los barrios conflictivos?
—Los dos creo. No sé si ha sido suerte o de alguna manera lo he hecho a propósito, pero estoy en un punto intermedio. La policía me dice: qué chulo lo que haces, porque a nosotros también nos gusta el peligro, nos gusta la adrenalina, pero tú lo haces por tu cuenta, de otra manera. De otra, los criminales me dicen: tío, te has metido en México, estás loco, con los sicarios, no sé qué. Eso me dicen los de aquí. Luego voy allí y me dicen: vaya loco, te has metido con los de Ecuador, qué loco.
¿Por qué? Porque cuando no conoces, el otro te parece el más peligroso. Yo puedo ir a La Mina, que creo que es más peligroso que La Palmilla, y dicen: vaya loco, te has metido en La Palmilla. Pero es que los de La Palmilla lo hacen al revés: La Mina, qué loco. La gente solo recibe pequeñas informaciones y siempre parece más de lo que es. Estoy contento en el medio, porque puedo trabajar con los dos.
—¿Cómo lo consigue?
—Creo que no juzgando. Yo no quiero ponerme de parte de la policía, de parte de los criminales. Sea una prostituta, sea un loco, sea un sicario, sea una mujer de la iglesia, sea lo que sea, yo quiero ser un megáfono al mundo. Normalmente, las personas que vienen de estas zonas son las menos escuchadas, por eso me parece que es algo casi bonito lo que hago. A veces parece superficial, estúpido, pero con su manera de actuar y de hablar te explican su manera de vivir, que puede que yo no comparto, pero no juzgo. Yo te enseño lo que existe.
Te puedo llevar ahora mismo a una calle que está llena de prostitutas. ¿Está bien o está mal? No sé, pero están ahí. Yo te enseño lo que cobran, los clientes. No quiero decir que tengas que ir ni que esté bien ni está mal. Están ahí, es la vida.
—El CIS dice que la primera preocupación para los españoles es la inmigración.
—Hay muchos problemas que no son la inmigración y no es el primero. Es muy fácil culpar al extranjero cuando ves cometer la mayoría de los crímenes a un pequeño grupito de personas que puede ser que vengan de fuera. Es muy fácil hacer uno más uno y apuntar con el dedo.
Es un argumento complejo y no sabría decirte cuál es el primer problema de España. Yo solo te digo que es muy bonito cuando las culturas se mezclan. Yo mismo soy inmigrante, no soy español. Es muy bonito cuando la gente que viene quiere ser útil de alguna manera o ser una buena persona. En el momento en el que vienes aquí y no tienes esta visión de la vida, no quieres aportar nada, quieres empeorar la vida de las personas del país, eso hay que pararlo y buscar una solución. Es muy sencillo de entender, no creo que no se pueda compartir esa visión. ¿Vienes para hacer algo bonito? Pues, joder, las puertas abiertas.
—¿Entiende que se relacione inmigración con delincuencia?
—Entiendo que se relacione, no entiendo a quien piensa que siempre son los inmigrantes. Está bien la inmigración cuando aportas algo, si no, no está bien la inmigración, porque va reduciendo la calidad de la vida de todos.
Seguridad y Barcelona
Zazza vive en Barcelona desde hace unos años. No se mudaría a otro lugar de España. Quizás a Madrid, pero por trabajo únicamente. "Me gustan muchas cosas, aunque le faltan otras. Mejora en la seguridad, mejora en muchas cosas, pero le falta el mar y ya ha perdido la mitad de su encanto", dice entre risas.
Por el momento, lo único que se plantea Zazza es la mudanza a Andorra. "Porque hay mucho networking allí, por cuestiones fiscales, porque paso muy poco tiempo aquí y es una presión fiscal muy fuerte creo para alguien que está dos meses aquí y el resto está fuera", apunta. Si trabajara aquí lo entendería y no se iría, pero el dinero que gana con Yotube tampoco es para tirar cohetes y la profesión que ejerce es de riesgo, por lo que no lo podrá hacer eternamente: "Trato de maximizar lo que gano".
En lo que a los vídeos respecta, ahora mismo está en Italia y luego viajará a Latinoamérica. "Me hubiera gustado ir a Venezuela, pero con la situación de Maduro hasta enero tendré que esperar. Puede ser Perú, puede ser Chile… Quiero ir a un país grande. Puede ser también Brasil. El problema es que allí hablan portugués y se complican las cosas. De 2025 no digo nada".
Entre medias, Zazza irá a los cierres de Ibiza a disfrutar de la fiesta, una de sus pasiones. Pero la situación de 'El Italiano' en estos momentos es muy distinta a la que había conocido hasta el momento: lo primero porque por primera vez en su vida tiene novia y está muy contento. Lo segundo porque al ser cada vez más conocido le es imposible salir en sitios con aglomeraciones. "Pero lo llevo bien".
—Hablemos de amor. ¿Se siente distinto ahora el miedo?
—(Risas) Bueno, te da un puntito más de ganas. No lo hago solo por mí, lo hago por ella también, porque la mayoría de veces viajamos juntos. Entonces, cuando vuelves a casa hay alguien que te está esperando, mientras que las otras veces volvía al hotel y decía: bueno, he grabado hoy. Ahora podemos ir a tomarnos un vinito y a pasarlo bien.
—¿Y ella cómo lo lleva? Supongo que se pasa peor que teniendo un novio torero.
—Creo que sí, pero en la 42 de Santo Domingo, la calle más peligrosa de República Dominicana, sale ella escoltada por dos personas. Porque le dije: ¿quieres probar la experiencia de estar en una zona chunga de verdad? Vamos a darle. Ella me ha dicho: se acabó, me vale la experiencia para toda la vida (risas).
—¿Cómo se afronta la entrada al barrio? Llevas dinero encima, llevas móvil… Bueno, pensando bien, no creo que le apetezca hablar de esto.
—Sí, sí, se lo puedo decir porque no creo que en Latinoamérica vayan a leer El Español (risas). Yo llevo el móvil de barrio, que no tiene ninguna información mía y si me lo roban no es más que un gasto. Voy con dinero muy justo. Llevo monedas para los drogadictos y tal que me piden una cocacola. Ok, un dólar, un dólar… Luego, llevo un poco más por si se presenta la oportunidad de una entrevista más tocha y me piden un poco más de dinero, pues ahí lo puedo pagar. Pero son cantidades siempre que puedo perder, ningún drama.
Lo del dinero me jode un poco. El primer año no di ni un euro, pero luego cuando empiezas a ser conocido la gente se hace números irreales en la cabeza y dices: ¿tío, estás bien o qué? Me han llegado a pedir 1.000 euros por grabar. ¿Cómo te voy a dar ese dinero por un vídeo de Youtube? Prefiero que me maten (risas). No, pero me voy y ya está. Ahora, si me piden lo justo para, no sé, la gasolina, para una comida o algo así, me parece justo. ¿Me ayudan? Yo les ayudo a ellos.
—Te escuché decir en una entrevista con Jordi Wild que la mayoría de barrios marginales en España están habitados por gitanos.
— Sí. Es la realidad. Otra vez es la cuestión de no opinar, sino decir lo que es real. Yo antes de empezar el canal no sabía si eran gitanos, africanos, chinos… Yo cuando iba a los barrios me daba cuenta de que la mayoría eran gitanos. Han sido tantos que nos tenemos cariño. De hecho, voy siempre con la bandera gitana. No me preguntes por qué pasa eso. 70% pueden ser gitanos. El otro 30%, como las 200 de Roquetas de Mar, son extracomunitarios.
Es curioso porque en Italia los barrios más malos están llenos de italianos malos. O en Francia de franceses malos. Sin embargo, en España son gitanos españoles o gente extranjera. ¿Por qué pasa eso? Tengo una teoría pero no la voy a decir (risas).
—¿La delincuencia es un problema en España?
—No. Creo que es un problema tan reducido que tampoco hay que vendarse la cabeza. Siempre se puede mejorar, pero si pillas el avión y haces 8 horas y llegas a Latinoamérica, a África, en Asia… Bueno, en Asia no, allí están muy bien. Pero te das cuenta.
Mira cómo estamos. Estamos charlando, con tres móviles y una cámara de 5.000 pavos. Haz lo mismo en Bogotá, en Guayaquil… No es así. La gente se esconde las cosas en lugares raros para no llevarla en los bolsillos. Los que dicen que España está mal es porque no han visto nada.
—A veces parece que España es insegura si se toma el pulso a las redes sociales.
—¿Pero respecto a quién? Respecto a Suiza sí, un problema gordo. Respecto al resto del mundo no. Creo que hay que comparar. Quienes dicen esto son personas mayores, que viven en un entorno muy reducido. Estamos bien. En un entorno de servicios, de salud, de todo. España es top 10 del mundo fácil.
—¿Ha tenido la intención de ser periodista alguna vez?
—No. No. Tampoco me gusta ser periodista ni me gusta que me lo llamen.
—Bueno, un poco lo es.
—¿Tú eres periodista?
—Sí.
—Ah, vale, entonces no puedo hablar mal de los periodistas.
—Adelante, los conozco mejor que nadie, vivo con ellos.
—(Risas). Lo bueno de mi trabajo es que yo hago lo que pienso que es correcto. Los periodistas, a no ser que sean autónomos, tienen que estar debajo de mecanismos que vienen de tu empresa periodística. A mí eso no me gusta. Muchas veces, hablando de mí, han cambiado las cosas para dar un mensaje más acorde con las ideas políticas del periódico. ¿Quiero ser periodista? No. Quiero ser youtuber, y si luego aporto una información más respecto a los periodistas o algo que puede ser interesante, perfecto. Pero nunca ha sido mi ambición.
—¿Alguna vez ha dicho de aquí no salgo?
—El momento de más miedo de mi vida no fue en Latinoamérica con los machetes, sicarios encapuchados con mitras… Son lugares en los que dices: dios mío, qué locura. El peor momento lo pasé en París, en Quatremil. Pasé delante de un edificio donde vendían droga y era el tercer vídeo que grababa en mi canal. No tenía ninguna experiencia y pasé por el mismo punto. No sabía lo que hacer. Me persiguen, hemos hecho 50 metros, no tengo nada, un barrio medio vacío. Ahí sentí las piernas temblar por primera vez. Ahí me planteé cerrar el canal. Yo grabé 20 vídeos para abrir el canal. Decidí que sí, que merecía la pena, pero lo pensé. Me asusté.
—En sus vídeos salen muchos niños y para algunos eres ídolo. ¿Algún consejo?
—El consejo no es para los niños, es para los padres: no le enseñen estos vídeos. No tienen la edad adecuada para ver un vídeo mío. Mis vídeos tienen que verse a partir de los 16 mínimo. No porque sea algo exagerado, pero se puede interpretar mal. Tú ves un chico con un cuchillo haciendo donuts fuera de Barcelona. Un niño dice: qué chulo. El sueño de tener un machete, un BMW… No es el mensaje. Yo te lo enseño pasándoselo bien, pero cualquier adulto sabe que ese comportamiento hay que condenarlo, que criminalizarlo, no verlo como algo bonito. El mensaje no es para ellos, es para los padres: no les dejen ver mi canal. Luego, cuando empiecen a usar la cabeza, ahí sí.
—¿Y cuando se acaben los barrios peligrosos?
—No se acaban. Mira, solo en Buenos Aires hay más de 50 barrios peligrosos. Es una ciudad en todo el mundo y yo grabé solo cuatro o cinco. Eso quiere decir un vídeo por semana todo el año. Un año cubierto. Hay otras 10.000 ciudades en el mundo con peligrosidad. Es imposible acabarlo. Podría hacer un año y volver a grabarlos todos, más la mitad que me faltan y sería otro año de trabajo. Me canso y muero antes, seguro.
—El problema es la edad, ¿no?
—Youtube existe desde 2004. ¿Tú crees que va a vivir otros 20 años? Posiblemente mi trabajo irá cambiando. Mi sueño entre comillas puede ser trabajar con HBO, Netflix o cadenas así que te dan más libertad que un medio tradicional, pero con un equipo que te ayude en todo el proceso. Ahora me puede frenar estar con un equipo, pero a los 50 diré: joder, bien, soy presentador, hago mis cosas, viajo mejor, con equipo, guardaespaldas…
—Las entrevistas me gusta terminarlas siempre igual, pero es que creo que es el secreto del éxito: entiende lo que te da miedo, estúdialo, analízalo y supéralo: así puedes ser la mejor versión de ti mismo. ¿Haces un trabajo que no te gusta? Da miedo dejarlo y buscar otra cosa. Hazlo. ¿Tu pareja no te gusta? Es triste y da miedo estar solo: déjalo, tu vida va a mejorar. No te estoy diciendo que te metas en un barrio de mierda si te cagas encima de miedo. No es eso. Es: entiende el miedo y supéralo que vas a tener una vida maravillosa.
—¿Nos está vendiendo un libro de autoayuda?
—No es un libro de autoayuda, pero ayuda. Exacto. (Risas).