Los 6 días de Laura y Jesús en la rave de Murcia: "Mi familia sabe que me drogo, pero soy responsable"
EL ESPAÑOL se sumerge en la fiesta y conversa con sus asistentes, entre ellos una estudiante de Iluminación y un graduado en Historia.
7 enero, 2024 01:31Laura baja bailando con su amiga Noe por la pista del circuito de Fuente Álamo, como si estuviesen hipnotizadas por la música del único de los siete escenarios que queda en pie en la rave, tras seis días de fiesta non stop. "¡Somos la resistencia!", clama Laura, una profesional de la hostelería, y que este sábado 30 de diciembre se desplazó desde Málaga hasta el trazado de motos de la localidad murciana, para asistir a la Big Fucking Party. "Llevo aquí una 'semanita' desconectando de todo, dándole la bienvenida al Año Nuevo de la mejor forma posible: con mis colegas y musicón".
Es jueves 4 de enero, faltan cuatro minutos para las tres de la tarde de un día laborable, cuando Laura se dirige al stage del DJ para encadenar su sexta jornada consecutiva de juerga. "La rave de Año Nuevo es un evento para nosotros muy especial e importante", según defiende esta malagueña, de 28 años, sobre los motivos de esta macrofiesta clandestina que han organizado colectivos de las free parties de siete países: España, Francia, Italia, Holanda... "Nos juntamos mucha gente de distintos sitios que durante todo el año no nos podemos ver porque estamos estudiando y trabajando en distintos países. Nos reunimos para compartir una semana".
Aquellos que tachan de perroflautas a las 8.000 personas que han ocupado a las bravas el circuito municipal del Moto Club Fuente Álamo se equivocan. Laura lleva mucho tiempo cotizando en la Seguridad Social como comercial, en atención al cliente y en la hostelería, mientras termina sus estudios. "Estoy haciendo un Máster de Iluminación de Espectáculos y desde hace diez años, trabajo de camarera en la peña que tiene mi padre en Málaga", tal y como resume esta veinteañera, sobre su currículum profesional y académico que es compatible con irse de rave, junto a su novio y sus amigos, para bailar y consumir drogas libremente.
PREGUNTA.– ¿Te estás drogando para aguantar seis días de fiesta?
RESPUESTA (Laura).– Mi padre y mi familia saben que yo consumo. Al final, es algo que se da en una rave, pero también ocurre fuera de aquí. Te vas a un partido político y se meten cocaína hasta el culo. Te vas a un bar y la gente también está bebiendo alcohol porque es una droga legal y como el Estado recauda sus impuestos, no nos interesa decir que la bebida es mala. En la rave, claro que hay droga en todos lados, pero hay gente que se droga y otros que no lo hacen. Yo me drogo, aunque también es verdad que duermo todos los días.
No me tiro tres días sin dormir: soy responsable. Es cierto que hace ocho años era más irresponsable, me drogaba mucho más y con menos conciencia. Pero ahora vengo a la rave a buscar la experiencia bonita. Yo no vengo solo a drogarme, tengo más cultura musical, me gusta mirar las tiendas, ver los malabares… Mi principal motivo de venir aquí no es la droga.
Al final, esto es un movimiento libre que te permite hacer lo que te de la gana. Y a través de las drogas, muchas veces se consiguen experiencias diferentes porque la droga es así: te crea otras experiencias en el cerebro.
P.– ¿Con qué sustancias estupefacientes estás disfrutando en la rave de esas experiencias mentales?
R.– Ketamina, MDMA y Nexus que es una droga psicodélica que te genera visuales, buen rollo, y no es tan mental como el LSD. El Nexus es un polvo, pero no se debe esnifar porque por la nariz te hace daño y pica muchísimo. Te lo comes en una pastilla: la psicodelia está muy chula porque te cambia los colores y lo ves todo como si estuvieras en un cuento.
P.– ¿En esta rave se pueden probar drogas de otros países que no son habituales en el mercado negro de la fiesta española como la coca?
R.– Seguramente. Lo que ocurre es que yo no soy muy exquisita y no soy de las que quieren probar más cosas, con lo que tengo ya es suficiente, pero mis amigos sí que lo hacen. Hay gente que trae cosas nuevas como cuando vas a otro país y hay otra cultura, otro tipo de comida...
Laura no va zombi como algunos de los que siguen de rave este jueves y que bailan lo que les echen. Prueba de ello es un tipo que da saltos luciendo una falda de algún traje típico regional, mientras resuena en el muro de altavoces una canción de verbena: La Bomba de King África. Los temas que pincha el DJ anticipan que la Big Fucking Party se aproxima a echar el cierre, como las bodas que llegan a su final con Paquito El Chocolatero.
"La gente empieza a marcharse", confirma esta malagueña. "Yo me quedaría aquí hasta el mes que viene, la verdad", asegura medio en broma, medio en serio. "Nosotros todavía tenemos comida y estoy hablando con los colectivos organizadores para enterarme de cuándo desmontan".
P.– ¿Es la primera rave a la que asistes?
R.– No, llevo diez años de rave y esto es la mejor experiencia, cultura y movimiento que he podido conocer. He estado en fiestas en Londres, Sevilla, Málaga, Valencia, Jaén, Albacete…
P.– ¿Cuál es el presupuesto que uno debe tener para asistir a una macrofiesta clandestina que no tiene fecha de finalización?
R.– Gasolina, comida y droga (risas). No lo sé, unos 200 o 250 euros.
P.– ¿En qué puesto sitúas a la Big Fucking Party: es la mejor rave a la que has asistido?
R.– Es una de las mejores.
No habla en vano porque la macrofiesta clandestina que ha albergado la Región de Murcia ha sido la que más raveros ha movilizado respecto a las dos ediciones anteriores: Sorbas (Almería) y La Peza (Granada). De hecho, la Guardia Civil ha infiltrado en el circuito agentes de paisano del Servicio de Información, para identificar a los colectivos free party de siete países que están detrás de esta convocatoria.
En el Instituto Armado preocupa un dato: España ha sido escogida durante tres años consecutivos como sede de una de las raves europeas de Nochevieja. "Es un problema nacional", afirma un guardia civil. Las otras macrofiestas se han celebrado en países como Francia.
Evitar este tipo de convocatorias es muy complicado, debido a que no se mueven por redes sociales. Los colectivos tiran de llamadas de teléfono y de flyers en papel, de mano en mano, a la vieja usanza. Así lo confirma Laura: "Yo me enteré de la rave por el boca a boca porque esto lleva muchísimo tiempo preparándose, aunque yo no formo parte de la organización. El sábado por la mañana nos enteramos de la ubicación y salimos para Murcia. Hemos hecho un convoy de 16 o 20 personas de Málaga y Granada, con 'furgos' camperizadas. Todos tenemos aquí nuestra casita".
Algunas de esas casitas engañan, como una autocaravana que esconde un laboratorio para cocinar ketamina líquida, al más puro estilo de Breaking Bad: la serie de televisión donde un profesor de química al que le han diagnosticado un cáncer de pulmón, se lía la manta a la cabeza para producir metanfetamina con un antiguo alumno suyo, para pagar su tratamiento y asegurar el futuro económico de su familia.
El fentanilo es otra de las sustancias que un ravero asegura al periodista de este diario que está circulando por Fuente Álamo. Este opiáceo sintético es 50 veces más potente que la heroína y es el responsable de un récord de muertes por sobredosis en Estados Unidos. "Hay que llevar cuidado con las pastillas que compras aquí porque algunas las engordan con fentanilo", advierte este fiestero desde el anonimato.
La Guardia Civil ha denunciado a 57 asistentes a la rave, por test positivos de drogas al volante, y a otros 14, por infracciones de la Ley de Seguridad Vial. Además, ha sancionado a 90 fiesteros por tenencia o consumo de sustancias estupefacientes, a otros 7 por tenencia de armas, a 4 por desobediencia a agentes de la autoridad y ha detenido a un brasileño por traficar con LSD. Por su parte, la Policía Local de Fuente Álamo ha cursado veinte denuncias administrativas por acampada en zona no habilitada. Tales situaciones han despertado un intenso debate político en la Región de Murcia por la ocupación ilegal del circuito municipal de Fuente Álamo.
Las críticas de Vox y el PP han sido respondidas por Podemos que se desplazó al trazado, para dar la "bienvenida" a la "tribu" de la Big Fucking Party. Laura defiende que la macrofiesta tiene una finalidad: "Nos juntamos en un sitio donde no hay leyes, podemos compartir todo en cualquier momento, cómo queremos, cuando queremos y con quien queremos. No necesitamos a nadie que nos diga qué hacer o qué no hacer, como llevar a nuestros perros con bozal o si podemos bailar en la calle. Aquí no hay nadie que diga 'haz esto' o 'haz lo otro'. Al final, lo que buscamos es libertad: una cosa que este sistema no nos ofrece".
P.– ¿Ponme ejemplos de cosas que has hecho sin sentirte oprimida durante tus seis días de rave?
R.– Con cualquier cosa nos están reprimiendo y aquí me siento libre. Te voy a decir una tontería: yo he salido aquí de fiesta en pijama en tres ocasiones y si tú sales así en la calle, todo el mundo te mira. Otro ejemplo: el sombrerito que llevo puesto en la cabeza, en la calle, la gente me miraría y se reiría de mí, pero eso aquí no lo vas a ver porque a la gente le da igual quien seas, como seas, lo que lleves puesto o lo que hagas. Lo único que importa es que seas buena persona con todo el mundo.
Al final, por aquí, puedo andar en pijama, llevar mi gorrito, disfrazarme y puedo ser yo misma, con total normalidad. En la sociedad nos reprimen mucho y hay muchos suicidios, traumas y mierdas mentales que las creamos nosotros por no aceptar a las otras personas porque están fuera del canon, sin embargo, aquí no hay un canon de belleza. Todos tenemos una persona a la que vamos a gustar y nadie nos va a criticar.
Valga como botón de muestra al chico que vemos mientras hablamos con Laura, y que está de fiesta con un pijama estampado de marihuana, luciendo un sombrero, y una mochila del héroe de DC Comics: Batman. El outfit no hay por donde cogerlo, pero es evidente que cada uno viste como quiere en esta rave en la que algunos, como Laura, se han hecho 394 kilómetros de carretera para hacer libremente lo que les venga en gana.
P.– ¿En estos seis días cuánto tiempo te has pasado como máximo de fiesta y sin dormir?
R.– No sé, no lo cuento, unas 16 horas. No empalmo un día con otro porque me volvería loca. Cuando me apetece voy a bailar al muro [torre de altavoces del DJ], me duermo la siesta, como, veo alguna película en la furgo...
P.– ¿Te defines como una ravera o una antisistema?
R.– No me defino de ninguna forma, solo como una persona que quiere su libertad y que no le gusta que la restrinjan. No me gusta sentirme oprimida ni en una cárcel. A mí me gusta estar donde no existen leyes. No me defino como nada, solo como una persona que busca su libertad y punto.
La música al final le tira tanto a Laura que se despide de EL ESPAÑOL. "Son las últimas horas de fiesta y quiero disfrutarlas", se excusa con el periodista, mientras coge de la mano a su amiga Noe, natural de Jaén, y posa para una foto con una sonrisa burlona, antes de zambullirse en el último escenario que queda en pie. En la zona de boxes del circuito de Fuente Álamo está la gente que quiere echar una cabezada o comer. Allí nos encontramos a Jesús, de 24 años, desplazado desde Mallorca a la Big Fucking Party: “Tenía ganas de volver a ver a los amigos, así que he venido a la rave".
Este veinteañero es otro ejemplo de que en la macrofiesta clandestina hay gente con estudios superiores, insertados en el mercado laboral, a los que el ocio convencional no les va porque no quieren horarios ni reglas ni el perreo de la disco. Ellos prefieren la estética ciberpunk, la música electrónica y salir de fiesta en libertad. "Después de terminar la carrera de Historia en la Universidad de Granada, he trabajado un año y medio en Suiza: en la viña y en un restaurante", tal y como resume Jesús, sobre su currículum. "Ahora estoy valorando hacer el Máster de Gestión de Museos y Patrimonio porque es una profesión bonita".
PREGUNTA.– ¿Qué hace un historiador por una rave?
RESPUESTA (Jesús).– Estudié Historia porque siempre me ha gustado entender el por qué de las cosas, es una carrera que está relacionada con conceptos filosóficos, de cómo se ha construido la sociedad y de por qué la gente hace raves. Algún día se hará historia de este movimiento que lleva aparejada una cuestión cultural, artesanal, de autogestión y de convocar eventos que congregan a gente de toda Europa de una manera masiva y sorpresiva. Creo que las raves son algo impactante y que merecen ser contadas.
P.– Qué le dirías a la gente que está criticando esta macrofiesta?
R.– Este movimiento de las free parties lleva aparejada toda una filosofía que surge en Inglaterra. Es una forma de organizar un evento autogestionado, libre y gratuito. Básicamente, lo que hacemos es una crítica al sistema capitalista, al sistema de la propiedad privada y por eso se cogen espacios que aunque sean privados, no se están usando, para demostrar que se pueden usar. Obviamente, este circuito no se va a quedar impecable, aunque estamos recogiendo la basura, y es verdad que hay muchos grafitis, pero son parte del arte plástico de estos eventos.
El otro punto de interés de este movimiento es la cultura nómada. ¿Cuánta gente vive en un camión en la sociedad occidental? Es algo muy llamativo porque es un porcentaje tan reducido e independiente que les permite viajar por toda Europa, teniendo la sensación de que tienen compañeros de viaje. Lo mismo este teknival se celebra este año en España y el próximo año en Italia, al siguiente en Albania… Esto, al fin y al cabo, es una cultura móvil.
De hecho, Jesús no duda en enmendar la plana -de forma didáctica- a los medios de comunicación que llevamos toda la semana informando de una rave en Fuente Álamo: "Esto es un teknival". Es decir, un evento de mayor envergadura que una rave porque moviliza a miles de raveros de toda Europa, con una logística propia de un festival internacional de música electrónica, como ha ocurrido en este circuito, con escenarios [stages], muros de altavoces levantados hasta donde se pierde la vista [sound system], Djs profesionales, food trucks, tiendas, espectáculos circenses...
Este historiador mallorquín es otro de esos miembros de la resistencia que está en el circuito de Fuente Álamo, desde el sábado 30 de diciembre, sumando seis días consecutivos de 'verbena'. Jesús admite que también se ha drogado: "Yo sí he consumido". En concreto, speed [pasta de anfetamina] y hachís. "Las free parties se asocian mucho a las drogas, por desgracia, aunque a la gente de los colectivos organizadores no les gusta y aquí tengo amigos que participan como Djs y no consumen porque dicen que eso les afecta a su concentración", según argumenta Jesús. "Pero en cualquier caso, las drogas son algo que te permite no dormir un tiempo para seguir de fiesta. Todo hay que decirlo, si se abusa, se acaba mal".
P.– ¿Crees que hay una mala imagen de estas macrofiestas clandestinas porque se asocian a un consumo desmedido de drogas?
R.– Jesús: Eso está claro. Las drogas son ilegales, pero para quién, porque por ejemplo, una de las drogas que se consume mucho aquí es la anfetamina y hay gente a la que le suministran legalmente las anfetaminas. Creo que vincular las raves con las drogas es un ataque porque se ocupan espacios privados para organizar este tipo de eventos sin pagar nada.
P.– ¿Te parece bien que la Guardia Civil haya habilitado controles de alcohol y drogas a la salida del circuito de Fuente Álamo?
R.– Las personas bajo los efectos de un estupefaciente no pueden conducir, pero también es verdad que los test que utilizan dan positivo durante más tiempo del que la droga realmente te está haciendo efecto en tu cuerpo. Por eso, mucha gente se queda aquí encerrada, de lo contrario ya se habrían marchado del circuito. Tú consumes anfetamina hoy y al día siguiente sigues dando positivo, con los porros das positivo tres días…
Y eso para mí es un problema. Mi queja radica en que el test se debería centrar cuando te encuentras bajo los efectos de la droga y no cuando hay restos en tu organismo. Debería haber un baremo en la Guardia Civil.
Jesús es consecuente con su alegato y lo lleva a la práctica: tanto él como sus amigos siguen este jueves por la tarde en el circuito porque no quieren dar positivo al volante. De forma que están de tranqui: comiendo y bebiendo agua para hidratar el cuerpo, aguardando a que la Guardia Civil desmonte el campamento para regresar a Mallorca, Granada…
La resistencia desalojada
Este sábado, a las 17.30 horas, la Delegación del Gobierno informó de que seis agentes de Seguridad Ciudadana de la Guardia Civil -con el apoyo de miembros de la Policía Local de Fuente Álamo- procedieron a desalojar a los últimos vehículos y personas que se encontraban en la rave. Los miembros de la resistencia cayeron y los agentes precintaron la puerta del circuito y le colocaron un candado.
P.– ¿Cuál ha sido el mejor día de fiesta de los seis que te has pegado?
R.– No lo sé, esto es como una montaña rusa. Hay tantos muros de sonido, tante gente que ver, tantas historias de amor y de amistad. Unos días me lo he pasado bien por unas cosas y otros por otras situaciones.
Recuerdo un día en el que vi a dos italianos, estaban en la zona de los neumáticos del circuito, y uno de ellos estaba caminando por encima de los neumáticos apilados. Enonces, le dije: '¿Te imaginas hacer como Luigi?' El chico me respondió: 'Mamma mía' Y saltó dentro de los neumáticos como si fuese una tubería del videojuego Super Mario Bros. Todo el rato son cosas así. La gente viene aquí a montar el circo que es otra parte del movimiento free party: las artes escénicas, disfrazarse y todas esas movidas.