Quién no le ha estado dando vueltas a la decoración de la casa, porque ese florero ahí no pega o porque ese otro jarrón que nos regalaron aquellos parientes lejanos no pega en ninguna parte. Aquí va una idea para colocar encima del aparador: ponga ahí un meteorito. ¿No estará buscando, en cambio, un regalo distinto, original, algo con lo que sorprender a su pareja o a un niño curioso al que hay que apartar imperiosamente de los videojuegos? La respuesta es la misma, una piedra del espacio. Si la última duda que le queda es dónde poder encontrar estos objetos, Jorge y Kevin se los mandan a su casa sin apenas costes de envío.
Como en casi todas las historias de emprendimiento, también aquí hay dos personas. Uno que pone la cabeza y otro que sabe de números, siempre es así. El primero es Jorge Villa, ingeniero de minas, curioso y apasionado desde niño de estos pedruscos. El segundo, Kevin González, economista, más pragmático, con el ojo puesto en el negocio. “Vimos que era un nicho en el que no había mucha gente y nos decidimos a montar una tienda online”, confiesa Kevin. Ambos tienen 29 años y son naturales de Mancilleros, un pequeñísimo pueblo leonés, de menos de cien habitantes.
Pero ni los meteoritos caen en esta pedanía de la 'Arizona castellanoleonesa' ni venden solo eso. En su página, Mineral Prime, se pueden encontrar también fósiles, piedras preciosas o joyas hechas con minerales. Lo más curioso, claro está, son las rocas del espacio. “Durante la pandemia fuimos a una feria y en una esquinita encontramos un puesto que tenían meteoritos. Nos pusimos en contacto con mayoristas -hay pocas empresas en el mundo que se dediquen a ello- y comenzamos a venderlos”, cuenta Jorge.
Los hay para todos los bolsillos. Desde una pequeña piedra terrosa al módico precio de 20 euritos a un peñasco de ocho kilos que cuesta 2.790 euros. Éste, que bien podría adornar un excéntrico salón, lo tienen agotado, lo sentimos. Procede de Campo del Cielo, en Argentina, una gigantesca extensión de tierra en la que hace unos 4.000 años impactó una lluvia de meteoritos metálicos procedentes de un asteroide de más de 800.000 kilos. Fíjense si sería rentable, que hay gente que todavía hoy le saca beneficio.
“En las zonas en las que pueden caer restos del espacio o se sabe que hay este tipo de material esparcido por el suelo, que suelen ser desiertos, operan diferentes empresas”, aclara Jorge. Serían los nuevos buscadores de oro interestelares. “También puede haber lugareños o curiosos, pero lo que encuentran tiene difícil salida. En países con una legislación seria, una parte se destina a la comunidad científica, pero los Estados también dan permisos de explotación, que favorecen el comercio. Otra cosa es que haya empresas poco éticas que intenten colocar estos productos en mercados secundarios, aunque nosotros no trabajamos con ellos”, insiste el joven.
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El canon de belleza
Los meteoritos, al final, son algo mainstream. La gran mayoría están en un mercado comercial. Su valor responde, más bien, a una ecuación básica y universal: depende de lo bonitos y lo exclusivos que sean. “Unos tienen un aspecto rocoso, que si no sabes de esto, podrían confundirse con cualquier piedra que te encuentres por un camino; mientras que existen otros metálicos que son más apreciados por ser más vistosos”, responde Jorge. Algunos tienen una especie de líneas de vuelo, como unas estrías que se graban en la punta al ponerse incandescentes cuando entran en contacto con la atmósfera. Otros están formados por conglomerados, rocas formadas hace millones de años, antes incluso de la existencia del sistema solar.
Se estima que cada año pueden caer sobre la Tierra unos 17.000 meteoritos, según un estudio de la Universidad de Manchester y el Imperial College de Londres. Su formación puede proceder de restos de asteroides o de la destrucción de objetos astronómicos más grandes como estrellas, satélites o planetas. Es decir, en algunos casos ya estaban ahí antes que la Tierra. Para poder convertirse en meteoritos -y comprarlos por Internet-, estas rocas espaciales deben ingresar en la atmósfera y conseguir atravesarla hasta llegar a la superficie.
Jorge asegura que los ha llegado a ver por unos 100.000 euros, aunque ellos no se manejan en esas cifras. Si lo que quieren es algo elegante, siempre pueden optar por un reloj de muonionalusta, un meteorito metálico encontrado en Suecia, con el que pueden tener tema de conversación para las cenas familiares de los próximos años. Correa de cuero, mecanismo de cuarzo, corona veteada de muonionalusta y un precio competitivo: 259,90 euros.
Perfiles de compradores
Habrá gente a la que, simplemente, le haga gracia tener una piedra del espacio, pero Jorge y Kevin distinguen entre tres perfiles de comprador: los curiosos, que suelen optar por objetos más baratos; los coleccionistas, que son los que verdaderamente se gastan su dinero; y los clientes esotéricos, que relacionan los meteoritos con los chacras y les atribuyen propiedades extraordinarias. “Aunque estos últimos no creas que pagan demasiado”, precisa Jorge. Con que vengan del espacio ya sirven, tampoco hace falta ponerse exquisitos.
Mineral Prime empezó con un capital de unos 10.000 euros. Por el momento, detalla Kevin, les da para cubrir la inversión inicial y empezar a tener ligeros beneficios. “Vendemos en España y Portugal, aunque estamos ya pensando en expandirnos a Francia e Italia”, afirma. Como tienda online, compiten con negocios de otros países. La materia prima, sin embargo, les llega de otras galaxias.