Alberto mató a su novia Cristina con una piedra, cuchillos... Si ella no le quería "debía morir"
La Fiscalía pide la pena máxima para el asesino confeso, 25 años, y la familia de la víctima solicita el agravante de género.
20 mayo, 2023 06:00La Audiencia Provincial de Valencia juzgará a partir del próximo lunes a Alberto, el abogado de 35 años acusado de asesinar a sangre fría a su novia Cristina, una joven empresaria de 30 años con un futuro prometedor.
Alberto será juzgado por un jurado popular y la Fiscalía pide una pena de 25 años de prisión por este crimen machista. La madrugada del 3 de diciembre de 2021, Alberto, licenciado en Derecho y profesor asociado en la Universitat de València (UV), asesinó en su apartamento del número 33 de la calle Conde de Altea de la capital valenciana.
Tratando de escapar a través de una ventana, cayó en el patio interior de un restaurante italiano y allí permaneció toda la noche hasta que fue descubierto por un trabajador. En un primer momento, simuló que se trataba de un robo, pero el hallazgo del cadáver desmontó su primera versión.
El cuerpo de Cristina yacía sobre la cama. Horas antes, cuando la joven dormía tras mantener relaciones íntimas con él, la mató cruelmente. Para ello, primero utilizó una piedra que tenía en una maceta y la golpeó la cabeza de manera reiterada.
A continuación, usó para rematarla tres cuchillos, una tijera y un cinturón de albornoz. De esta forma, se aseguró de que estaba muerta porque no podía soportar que rompiera la relación bajo ningún concepto. "Ella era perfecta, yo no".
Hacía tres meses que se conocían. Sus personalidades no tenían nada que ver, pero empezaron a salir juntos tras coincidir en una discoteca de la ciudad después de las vacaciones de verano.
Alberto había pasado por varios despachos de abogados, pero acabaron prescindiendo de sus servicios por bajo rendimiento. En el momento del crimen, trabajaba de profesor asociado de Filosofía del Derecho y Deontología a profesionales de la seguridad. Su hermano le ayudó a encontrar el trabajo.
Cristina, hija de un conocido empresario valenciano del sector de la comunicación fallecido en un accidente de tráfico en 2012, se dedicaba al asesoramiento empresarial. Desde hacía varios años, esta profesional se había formado a fondo en todo aquello que rodeara el mundo de los negocios. Carreras, másteres, idiomas…
Hasta su asesinato, formaba parte de la junta directiva de Ad Infinitum Inversiones, una empresa que fundada por sus padres. Todo cambió aquella madrugada del 3 de diciembre.
Vino y 'The Office'
Aquella noche del mes de diciembre, Cristina fue a verle a su apartamento del barrio de l'Eixample, uno de los más selectos de la ciudad. Ella le había ayudado a encontrarlo a través de la inmobiliaria en la que trabajaba y acababan de regresar de un viaje juntos. Cenaron queso y bebieron vino. A continuación, vieron en el salón un par de capítulos de la serie estadounidense The Office y ella se quedó dormida.
Antes de acostarse, Cristina tomó un comprimido de Trankimazin de 0'25 gramos que se le había prescrito para controlar la ansiedad que padecía tras la muerte de su padre, según consta en la documentación incluida en el sumario y a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL.
Sobre las tres de la madrugada del 3 de diciembre de 2021, "guiado por la idea de matar a Cristina", Alberto "se dirigió a la terraza de la vivienda y cogió de un macetero una piedra de grandes dimensiones, con la que seguidamente se dirigió a donde estaba Cristina y, aprovechando que ella estaba dormida, comenzó a golpearla fuertemente con la piedra en la cabeza y en la cara".
Como consecuencia de esos golpes, la joven "sufrió múltiples heridas, contusiones, escoriaciones, magulladuras por toda la cabeza, en la región cervical lateral izquierda, en la hemifacies, con afectación de las zonas ciliar, malar y mandibular y en una oreja".
Igualmente, se contabilizaron "veinte heridas cortopunzantes en zona retroarticular" y una herida "C abierta en la zona lateral del cuello de 10×1,5 centímetros".
Cristina quedó inconsciente, pero todavía estaba con vida. "Momentos después, Alberto fue a la cocina, donde cogió varios cuchillos y unas tijeras, volvió donde yacía Vicenta y la acuchillo repetidamente con la intención de causarle más daño del ya causado".
A continuación, "cogió un cinturón de un batín de hombre y lo colocó alrededor del cuello para asfixiarla y asegurar su muerte".
Cristina falleció como consecuencia del shock hipovolémico hemorrágico que le produjeron las múltiples heridas de arma blanca y el mecanismo asfíctico por compresión cervical, según recoge el sumario.
Tras comprobar que había logrado asesinarla, Alberto se duchó, se puso un pantalón de pijama y se dirigió a la terraza interior de la vivienda desde donde cayó al tejado del almacén de un restaurante. Permaneció en el interior del mismo hasta que fue descubierto al día siguiente por el cocinero del local.
Según aparece en el auto de hechos justiciables, Alberto se lanzó al vacío desde la terraza interior de la vivienda con la intención de quitarse la vida, pero cuando llegaron los agentes de Policía al local, "les hizo creer que estaba allí con intención de robar".
Los agentes interrogaron al presunto homicida y le dejaron en libertad por la poca relevancia del delito de robo con fuerza en grado de tentativa. No obstante, como Alberto seguía herido, le trasladaron al hospital.
Sobre las 9:30 de la mañana del 4 de diciembre de 2021, los familiares fueron a la vivienda y encontraron el cadáver de Cristina en el dormitorio. Aún llevaba un cuchillo clavado a la altura de la sien.
"Debía morir"
Según consta en las diligencias, Alberto, "en su afán de estar con ella, le ofreció que trabajara con él y le llegó a hablar de contraer matrimonio". Los días previos al crimen, pensó de "manera recurrente que por no ser demasiado bueno para Cristina, ella le dejaría".
Por ello, la madrugada del 3 de diciembre de 2021, decidió que si la joven no estaba con él, "debía morir".
La defensa de Alberto ha alegado que "padecía desde largo tiempo alexitimia y complejos psicopatológicos, sufría desarraigo social y laboral y déficits comunicativos emocionales en sus relaciones personales, todo ello acompañado de estrés y depresiones".
Además, expone que Alberto "sufrió de una idea fóbica de impulsión que le llevaba a una idea irrefrenable de agresión contra ella".
"Esas ideas explosionaron en la mente de Alberto la madrugada del 3 de diciembre de 2021 lo que provocó que, fuera de si, de manera irrefrenable e impulsiva, obcecado y trastornado por ello, viera disminuidas sus facultades volitivas e intelectivas, siendo ese estado el que le llevó a agredirla primero con la piedra y después con los cuchillos, las tijeras y el cinturón", recoge el auto por el que se convoca el juicio.
La defensa ha argumentado que Alberto ha confesado los hechos y ha colaborado desde el primer momento en aclararlos, "en que se sepa lo sucedido y se haga justicia por el grave hecho cometido, y del que se haya arrepentido". Por ello, propone "la apreciación de las atenuantes de obcecación y de confesión, del art. 21. 3a y 43 del Código Penal".
En cambio, la familia de Cristina solicita "la apreciación de la agravante de comisión del hecho por motivos de discriminación por razón de género -art. 22.4 del Código Penal-".
Alberto se ha reunido en todo este tiempo dos veces con los expertos forenses que le han tratado. El acusado relató sin "muestras de arrepentimiento" los hechos que se le atribuyen y "que nos ha reconocido". "Ojalá con la piedra hubiera sido suficiente", reconoció en las entrevistas realizadas en el último año.
El acusado también confirmó que sufría depresión. "He tenido a lo largo de mi vida episodios depresivos previos (...) es una espiral psicológica y ella era mi alivio", puntualizó.
Desde que la familia halló el cadáver de Cristina, Alberto ha relatado cómo sucedieron los hechos a los investigadores con absoluta frialdad y sin mostrar ningún arrepentimiento, según concluyeron los forenses.