En el despacho de José Luis Ortiz, frente al puerto de Cádiz capital, no paran de recibir llamadas y correos electrónicos de mujeres de toda índole y condición que dejan su número de teléfono. Profesionales, funcionarias, amas de casa... incluso hay una que es juez. En común tienen que todas ellas se operaron para someterse a un aumento de pecho y les implantaron unas determinadas prótesis mamarias antes de 2018. En diciembre de ese mismo año aquellas prótesis fueron retiradas del mercado y prohibidas por la Agencia Española del Medicamento y también se prohibió su comercialización y uso en toda la Unión Europea.
El motivo de tan alta demanda en el despacho de Ortiz es que a principios de este mes de noviembre la Audiencia Provincial de Cádiz ha confirmado la sentencia que le da la razón a una de sus clientas, C. B. (iniciales para proteger su identidad). Es pionera, un hito jurídico no sólo en España, sino en el mundo. José Luis ha recibido también correos electrónicos de varios despachos de abogados estadounidenses tanto de felicitación por el logro como para compartir información. En países como Estados Unidos o Canadá también se está librando la misma batalla jurídica que ya han ganado José Luis y su clienta.
José Luis Ortiz lleva además otros 66 casos en toda España, sin contar con el medio centenar de mujeres que han contactado con su despacho tras conocerse la sentencia.
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El motivo de tanta expectación es que se trata de la primera que condena a un laboratorio, Allergan, que tuvo que retirar en diciembre de 2018, las prótesis de tipo rugosa y texturizada al constatar que producían cáncer. En concreto, linfomas anaplásicos de células grandes (LAGC).
De los 66 casos que llevo, tres de ellos versan sobre casos de mujeres que ya han fallecido por linfoma anaplásico de células grandes.
La compañía estadounidense Allergan es el tercer laboratorio del mundo "y fabricaban y vendían el 80% de las prótesis que se implantaban", indica José Luis Ortiz. Pero también está llevando casos frente a otros laboratorios que tenían el 20% del mercado restante de las prótesis rugosas texturizadas.
El origen
Dos años después de aquella retirada del mercado "de la que nadie me informó" una de las prótesis mamarias de C.B., implantadas en 2016, comenzó a darle problemas. Hinchazón, cefaleas, dolor, sudoraciones nocturnas... y finalmente, un líquido sospechoso apareció entre la prótesis y la piel.
En enero se dio cuenta y su cirujano le dijo que todo era hormonal y que el líquido se reabsorbería. No lo hizo. Se sometió, desde marzo a agosto de ese año, todos los viernes, a punciones en el pecho para extraerle aquel líquido. Jeringas y jeringas. Sin anestesia. "El dolor era indescriptible".
Esta mujer explica a este periódico que "nunca se me dijo que estaban retiradas del mercado y que su uso estaba prohibido en la Unión Europea". Llegó el mes de agosto, y apareció una mastitis. La mama se le puso "dura y del tamaño de un melón" y en solo 30 días perdió 10 kilos de peso.
"Le indiqué al cirujano que quería que me las quitara, y volvió a punzarme". El líquido que extrajo ya no era amarillento, sino con trazas de sangre y con sepsis, "aunque eso me lo dijeron después. Ya ahí el ecógrafo, que era quien guiaba al médico, le dijo que ya no podían hacerse más punciones". Entró en quirófano convencida de que iban a retirarle los dos implantes, y al despertar se dio cuenta de que solo le habían quitado uno.
Durante el postoperatorio recibió una llamada con los resultados del análisis de las muestras del laboratorio de Anatomía Patológica: tenía un linfoma. Quedaba por ver de qué tipo y en que estadío. Resultó ser anaplásico de células grandes y ha tenido que someterse a dos ciclos -40 sesiones- de radioterapia.
La Audiencia Provincial de Cádiz ha confirmado la sentencia y ha condenado a Allergan a abonar 38.120,42 euros, más intereses, como indemnización de daños y perjuicios por las secuelas físicas y psicológicas que ha sufrido a consecuencia de la implantación de esas prótesis mamarias fabricadas por esta compañía.
Las prótesis fueron retiradas por la Agencia Española del Medicamento de acuerdo con los estudios publicados por la Organización Mundial de la Salud y el Informe Scheer de la Comisión Europea que establecen que estas prótesis rugosas texturizadas en contacto con la cápsula, "cuando se produce friccionamiento liberaban micropartículas o polímeros tóxicos, y eso producía el linfoma", indica José Luis Ortiz a EL ESPAÑOL.
Según datos de la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE), solamente en España hay aproximadamente un millón y medio de mujeres con implantes mamarios, parte de ellas por motivos estéticos y otra parte por motivos reconstructivos. Advierte Ortiz que "el 90% del total se han puesto las prótesis rugosas texturizadas por su mejor sujeción al cuerpo".
La clave
La sentencia pionera recoge que "cuando el producto defectuoso no cumple las medidas de seguridad que cabe legítimamente esperar, a la afectada le basta con acreditar el daño sufrido, y que es el laboratorio fabricante el que tiene que demostrar que ese daño no es imputable a su producto. Y en este caso no ha hecho nada, puesto que ni siquiera presentaron contrapericia", señala Ortiz.
Indica además el abogado que al comunicar el cirujano con el laboratorio, "ofrecieron, y siguen ofreciendo, 7.000 euros por retirar los implantes, colocar otros y hacerse cargo del análisis de anatomía patológica", sin querer cubrir los gastos del cáncer linfático. Llegan a ese tope "porque es lo que cubre el seguro que tiene el laboratorio contratado", matiza Ortiz. En el caso de esta mujer, el abogado respondió que "aceptábamos esos 7.000 euros como indemnización parcial, pero que el cáncer iba aparte".
Actualmente el abogado está trabajando con tres tipos de demandas de pacientes sometidas a mamoplastias con este tipo de implantes. La primera de ellas es por el cáncer linfático: la segunda, por padecer, debido a los implantes, el conocido como Síndrome de Asia "que produce hinchazón, picor, cefaleas, náuseas, bajada de la libido y alopecia".
En tercer lugar, "los casos de aquellas mujeres que teniendo estas prótesis rugosas dicen que no quieren tenerlas como medida de precaución aun no teniendo síntomas, pero les pide 6.000 euros el cirujano por quitárselas. En este caso, pedimos 15.000 euros de indemnización más el daño moral".