Cómo reducir el uso de redes sociales según una psicóloga de A Coruña: "Es reclamar tu tiempo"
- Alejandra Sierra, de la clínica S&P Psicología en A Coruña, explica que el uso de redes sociales se relaciona con "un aumento de los sentimientos de soledad, depresión y/o ansiedad", especialmente en mujeres jóvenes
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El uso de las plataformas de redes sociales se asocia a sentimientos de estrés o de ansiedad, especialmente en niñas y adolescentes mujeres. Sin embargo, cada vez se está generando más consciencia sobre la necesidad de limitar el tiempo de uso y repensar el modo de interaccionar con estos dispositivos y aplicaciones, e incluso surgen movimientos que llaman poner más atención en lo que ocurre fuera de ellas.
Es el caso del "JOMO" o "joy of missing out" según sus siglas en inglés, que se podría traducir al castellano como "placer de perderse cosas". Es una tendencia que ha surgido en contraposición al FOMO, el conocido como "fear of missing out", o "miedo a perderse cosas", una sensación que activa en muchas personas el uso de redes sociales, despertando ansiedad ante el miedo a quedarse fuera de sus círculos o no enterarse de lo que está ocurriendo en su entorno.
Y es que las redes sociales han experimentado un crecimiento veloz en las últimas dos décadas, hasta adquirir una presencia casi absoluta del día de una gran mayoría de personas. Sin embargo, ya hay estudios que vienen alertando de que el uso excesivo de estas plataformas puede provocar "un aumento de los sentimientos de soledad, depresión y/o ansiedad", además de correlacionarse con efectos negativos en la salud mental de personas jóvenes, sobre todo en niñas y adolescentes mujeres", detalla Alejandra Sierra, de la clínica S&P Psicología en A Coruña.
Insatisfacción con la propia vida
Esa ansiedad puede adquirir distintas formas. Puede materializarse en una sensación de "inseguridad respecto al propio cuerpo, la propia vida y las actividades que realizas en ella", o también puede acentuar el conocido como "síndrome del impostor/a", es decir, la sensación de "no ser suficiente para las relaciones personales (pareja o amistades) o en el trabajo". "Los estudios identifican un aumento de estas inseguridades tras solo haber pasado un rato mirando las redes sociales", indica la experta.
A esas emociones se suma también una sensación de "fatiga", que a veces puede ser "invisible", es decir, "no nos damos cuenta de a dónde se nos está yendo la energía, solo notamos más cansancio y embotamiento". Ello se debe en parte a la forma de funcionar de estas plataformas y a cómo interactuamos con ellas, ya que "realizamos cambios atencionales rápidos a diferente tipo de información y estímulos", lo que puede "cansar" y "disminuir nuestra capacidad atencional para otras tareas, como leer un libro o realizar una tarea en el trabajo que requiera tiempo y atención sostenida".
"En general se podría decir que pocas personas tenemos una buena higiene en cuanto al uso de nuestro teléfono móvil", considera Sierra. Si bien, resulta especialmente problemático en casos en los que el uso del móvil llega a "interferir en las actividades diarias, como en el trabajo o en las relaciones interpersonales".
Por ejemplo: "Llegar tarde al trabajo por estar en cama mirando el teléfono o las redes sociales, chequear frecuentemente el teléfono en el trabajo en busca de novedades o entrar en las diferentes redes sociales sin darnos cuenta, interfiriendo en la productividad laboral de forma significativa".
También, cuando se tiene "una sensación de descontrol con respecto a su uso", es decir, "quiero usarlo menos tiempo o dejarlo en casa cuando salgo a dar un paseo y me resulta angustioso o imposible hacerlo". Además, puede darse el caso que este descontrol nos haga usarlo "en momentos en los que puede ser peligroso, como cuando se está conduciendo".
¿Cómo reducir el uso de redes sociales?
El contenido compartido en redes sociales puede producir también presión por realizar actividades que realmente no se desean hacer. Por ello, Sierra celebra la popularización de tendencias como el "JOMO" que "nos recuerdan que cada uno de nosotros tenemos que decidir cómo queremos pasar nuestro tiempo libre".
"Es volver a reclamar tu tiempo, decidir lo que es prioritario en cada momento", subraya. "En este mundo de la comparativa constante parece que si decido no irme de vacaciones está mal, o podemos sentirnos obligados a hacer planes, como ir a la playa si hace sol. Pero no tengo porque estar en todos sitios y puede que tampoco sea bueno para mí, lo bueno para mí es poder decidir qué es relevante para mí, e igual para mí no es relevante ir a Sri Lanka".
En ese sentido recuerda que la vida son fases y no siempre nos apetecen las mismas actividades. "A veces, por nuestras propias circunstancias vitales apreciamos más unas actividades o podemos permitirnos más unas actividades frente a otras, y eso es igual de válido. La vida son etapas y no hay necesidad de estar siempre presente o exigirse estarlo siempre".
Por todo ello, la psicóloga considera que "es importante establecer límites en el uso del teléfono", por ejemplo, activando la función de "límite de tiempo", especialmente "en aquellas aplicaciones que sabemos que es difícil dejar de usar por uno mismo/a". Asimismo, propone "pautar ciertas actividades y momentos del día que serán libres de teléfonos: por ejemplo, en las comidas, o a partir de las 22:00 horas".
También aconseja "dejar de seguir a aquellas cuentas que no me aportan o hacen que se despierten más las inseguridades que se puedan tener" y, en sentido opuesto, "puede ser beneficioso seguir aquellas cuentas que sí que me aportan, ya sea algo divertido o conocimiento".
En ese sentido, distintas expertas en redes sociales vienen alertando igualmente de que el propio diseño de las redes sociales potencia esas sensaciones, así como la incapacidad de poner límites con ellas, por lo que es normal que muchas personas se sientan incapaces de regular el uso que hacen de estas plataformas.
Por ello, algunas autoras como Marta Peirano, Carissa Véliz o Marta G. Franco proponen exigir más regulación —especialmente en el ámbito de la protección de datos y la privacidad— o incluso usar o poner en marcha otras plataformas que operen con otras dinámicas. Otras, como Jenny Odell, recuerdan además que nuestra atención es limitada, y tiene un valor importante, y anima a hacernos conscientes de dónde la volcamos.