Psicóloga infanto-juvenil en A Coruña: "Todas las semanas hay un caso de riesgo de suicidio"
La psicóloga del CHUAC explica qué señales pueden indicar que un menor padece un trastorno de la salud mental. "Uno de los mitos que había era que el hablar con una persona con inclinaciones suicidas de este tema, esa conversación puede provocarlo", explica
16 marzo, 2023 05:00El suicidio es uno de los temas más preocupantes en la sociedad cuando hablamos de enfermedades mentales. Puede ser una consecuencia de trastornos como la depresión o ansiedad, aunque la conducta suicida nunca se explica con un solo factor. Las unidades de atención de salud mental en la población infantil y juvenil no son ajenas a este problema, cada vez encuentran a más pacientes con este riesgo, por lo que se ven obligados a insistir en los planes de prevención y concienciación.
Raquel Seijas es psicóloga clínica en la Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil del CHUAC, en A Coruña. Cuenta que cada semana observan nuevos casos con estas conductas y explica cuáles son las señales de alarma que pueden indicar que un joven está sufriendo trastornos relacionados con la salud mental.
¿Qué enfermedades son más comunes en la consulta?
Las patologías más frecuentes en el área infantil y juvenil son los trastornos depresivos y ansiedad. En relación con la conducta suicida cuando hay una depresión o consumo de tóxicos, son factores de riesgo importantes. Es un conjunto de varios factores, como una depresión y problemáticas escolares o familiares, historias previas de abusos… Los factores de estrés pueden llevar a que haga un intento autolítico.
¿Cuáles son las señales de alerta ante un posible caso de depresión o ansiedad?
Cuando hay un cambio en la rutina de los chicos hay que prestar atención, como el abandono de actividades que hacían, cambios en los patrones de sueño y alimentación. A veces se manifiesta no solo con un estado de ánimo de tristeza, si no como una mezcla de tristeza, ansiedad… en definitiva, de malestar emocional. También se pueden producir cambios en el rendimiento escolar o la vida social. En resumen, cualquier cambio continuado en el tiempo que indica que esa persona no está como antes nos puede alarmar. Es frecuente que tengan síntomas depresivos y ansiosos a la vez, no está separada una cosa de la otra. Si empieza a hablar más de la muerte o vemos conductas de riesgo, impulsividad o verbalizar estas ideas de suicidio ya sería una alerta clara de que es necesario hacer una evaluación.
¿Son los niños o adolescentes los que suelen pedir ayuda al ver que les pasa algo o suelen ser los familiares o responsables los que detectan estos signos?
Normalmente las redes de apoyo, familias o tutores, cuando hay un buen vínculo son los que se dan cuenta de que algo ha cambiado, de que esos chicos están pidiendo ayuda. Cuando ese vínculo está dañado no es tan evidente para los cuidadores lo que está pasando y son los propios niños o adolescentes los quienes lo dicen. A veces hablan más de estos temas con amigos, con gente que ven como un igual, que con la red de apoyo.
¿Cuando estos pacientes llegan a consulta, suelen ser casos ya de gravedad?
Es fundamental hacer una evaluación exhaustiva de cada caso individual de cara a una conducta suicida, porque depende de cada caso. En la evaluación lo que pretendemos es determinar ese nivel de riesgo, cuando es alto puede proceder a una hospitalización, pero si vemos que no es necesaria una medida tan extrema se da una atención intensiva y preferente desde el nivel ambulatorio. A este nivel todas las semanas hay al menos un caso en el que el riesgo de suicidio es el motivo de derivación a la unidad de salud mental. Es un motivo de demanda cada vez más frecuente en la población adolescente.
¿Qué factores pueden explicar este aumento de casos?
Después de la pandemia y todo lo que implicó, la cifra ha ido aumentando. Yo creo que es una suma de factores, por una parte haber vivido esa crisis mundial a muchos niveles. Siendo la adolescencia una edad llena de retos y cambios. También depende de la historia personal de cada paciente, algunos ya eran vulnerables por otros factores y se sumó esta crisis, es un cóctel que acaba por explotar. Por otra parte, el nivel de exigencia que hay en la sociedad actual a todos los niveles. El uso de las redes sociales es otro factor, por la información errónea que pueden fomentar sobre la salud mental. Cuando no se hace un trabajo preventivo se filtran informaciones equivocadas o ideas contrarias a la realidad.
Sobre el acoso, ¿cómo están influyendo las redes sociales?
Siempre hubo acoso o situaciones de conflictos escolares, pero con las redes sociales se facilita que más allá del colegio continúe este problema.
¿Cómo tienen que actuar las familias o tutores frente a estos trastornos?
Uno de los mitos que había era que el hablar con una persona con inclinaciones suicidas de este tema, esa conversación puede provocarlo. Si se detectan estas señales de alarma o los menores verbalizan estas ideas hay que hablar con ellos de este malestar y buscar una respuesta común, un plan de ayuda, que incluye buscar atención en salud mental. El paciente se tiene que sentir escuchado y tiene que ver que no pasa nada por tener estas necesidades de ayuda.
Ahora que se habla más de salud mental, ¿hay más concienciación por parte de los tutores para entender estas señales de alarma y considerarlas como un problema médico?
Algo muy positivo en los últimos años es que se ha ampliado el conocimiento de la salud mental y se ha perdido ese estigma. Esto facilita que la gente pida ayuda y que el cuidado de la salud mental se ve como algo necesario, igual que el cuidado cardiovascular, por ejemplo. También hay más conciencia sobre la relación entre la salud mental y física, que van de la mano. La gente tiene una actitud proactiva para pedir ayuda y se ve como algo natural, lo mismo a la hora de aceptar un tratamiento. Aunque en este sentido también está el peligro, especialmente en internet, de cuando se trata mal esta información. Sin embargo, destaco la parte positiva, en referencia a la salud infantil y juvenil, porque no descuidar su salud mental significa prevenir o frenar que se cronifiquen estos trastornos hacia la etapa adulta.
En la seguridad social hay pacientes con meses de espera para acceder a la atención psicológica, ¿qué consecuencias puede tener esta espera por el diagnóstico o tratamiento?
Evidentemente la primera consecuencia es la tardanza a la hora de paliar o frenar ese malestar. Entonces cuando se puede ver a ese paciente vemos que una intervención previa podría haber ahorrado mucho sufrimiento. Este tiempo de demora no facilita el poner en marcha un tratamiento y ponerlo en marcha, aunque es algo que estamos solventando por la ampliación de personal y el tener nuevos proyectos para poder llegar en el momento más necesario a todos los pacientes, en nuestro caso a la población infantil y juvenil.
Para lograr este objetivo de llegar a los pacientes cuando lo necesitan y ante una mayor demanda, ¿necesitáis más medios o personal?
Hemos ampliado personal y en ese sentido hubo un alivio importante. ¿Se podría ampliar más? Claro que sí. Destaco lo positivo de esta ampliación de recursos en el área sanitaria de A Coruña adecuada a la salud mental infantil y juvenil y que tenemos proyectos en marcha para seguir mejorando. También tenemos en marcha líneas de prevención en colaboración con las escuelas.
*Línea gratuita y confidencial de atención a la conducta suicida. Disponible las 24 horas, todos los días de la semana: 024