Han pasado 22 años desde que Manu Tenorio saliera triunfal de la academia. Le llamaban 'Paul Newman' por los ojos garzos y ciertas facciones comunes, un piropo que le cae "demasiado generoso". Tiene once discos publicados. Y una ruptura con la industria discográfica que le pedía cosas con las que no iba a ser feliz. Por eso se reivindica indie, de independiente, aunque su música no se asocie precisamente al término. Es de José Feliciano y Serrat, de José José y de Armando Manzanero. Canta en ocasiones al amor turbulento, y sabe que el romántico es sólo un género y es un poco fabulado, porque "las canciones románticas son una cosa y la vida, otra". En su vida real tiene un amor limpio que le dura ya 17 años, aunque él nunca da nada por sentado. Con los brazos que le sobrevivieron a un gravísimo accidente doméstico en 2018 procura dar cobijo siempre que puede, como canta en su último single, pero "no a cualquiera", porque el abrazo es "una transfusión" de energías y él quiere elegir cuidadosamente qué se echa al coleto emocional.
Va al psicólogo cuando necesita hacerse una puesta a punto y darle a la parada de emergencia del "ascensor emocional" en el que dice vivir, como muchos artistas, "a veces exultantes y otras demasiado encerrados" en sí mismos. En la cuenta atrás para las urnas, observa que mucha gente está dando el volantazo a la derecha "porque están muy cansados de la permisividad que tiene la izquierda con algunas cosas". Y no sabe qué va a pasar, claro, pero dice que no le gusta un pelo lo ultra, ni de un lado ni del otro, y que cualquier acto de censura a la libertad de expresión le parece un atropello.
Pelea a diario con el síndrome más famoso de España, el del impostor, y trata de ganarle la batalla para escribir sin miedo y que alguna de sus canciones "haga el ruido suficiente" y obtenga pase VIP al acervo popular. Aunque en realidad ya lo ha logrado alguna vez porque... ¿Sabrían ustedes cómo sigue aquello de "dime que tu piel será mi piel…"?
P.- He leído que aún, en ocasiones, le llaman triunfito. ¿Le molesta?
R.- Triunfito me llaman poco, quizá en alguna conversación sale la muletilla, pero no es algo que me moleste. Sería una tontería que me molestase, porque fue un programa muy noble que creó un fenómeno social precioso.
P.- ¿Y aquello de que le llamaran Paul Newman, qué tal? ¿Todavía se lo dicen?
R.- Bueno, en alguna ocasión sí, pero que creo que es un piropo demasiado generoso. En aquella época que era más jovencillo tal vez sí podía tener alguna similitud con el actor, pero sí es cierto que de vez en cuando me lo recuerdan. Aunque ya te digo que no me encuentro un parecido demasiado notable (ríe).
P.- ¿Es o ha sido vanidoso?
R.- Yo tengo mi ego muy bien situadito. Ser agraciado para mí es algo secundario, porque tengo muy claro que ser guapo no te va a ahorrar tener que seguir luchando y currando a tope. Esta carrera te da los suficientes palos para que si alguna vez el ego se te sube un poquito te haga… ¡pumba!, y te ponga en su sitio.
P.- Está con el single 'Abrázame' y preparando disco, ¿no?
R.- Hoy en día el ritmo de trabajo en la profesión ha cambiado muchísimo respecto a la forma en que se trabajaba hace 20 o 25 años. Ahora mismo hay que trabajar en muchas direcciones a la vez. Nosotros ahora mismo estamos en la elaboración de un nuevo disco, también estamos en plena gira con mi disco anterior y de promoción del nuevo single.
P.- Está multitarea, que dicen ahora.
R.- La verdad que sí. Yo llevo mucho tiempo siendo artista independiente, y cuando eres independiente tienes que asumir que tienes muchísimo más trabajo que resolver por tu cuenta. No tienes los posibles con que cuentan algunos artistas con una multinacional pujando detrás. Es una cuestión de músculo.
P.- ¿Qué ha ganado con esa elección? Ha perdido impulso, como dices, pero ¿qué ha ganado?
R.- Pues mira, de momento les he ganado a ellos (ríe). Volverte independiente muchas veces es una consecuencia de las decisiones de algunos terceros. Hubo un momento en mi vida en el que no estaba de acuerdo con lo que querían hacer con mi carrera y mi manera de cantar, así que decidí hacer las cosas en la linea que yo quería. No por ser un rebelde, sino porque haciendo lo que ellos tenían en mente yo no iba a ser feliz.
P.- ¿Se puede contar qué era lo que querían?
R.- Otras líneas artísticas que diferían de lo que yo quería hacer. No es porque me creyera más chulo que nadie, pero si sientes que artísticamente tienes que cantar de una manera, y te están diciendo por ejemplo que hagas un disco de canciones pop de éxitos de todos los tiempos por flamenquito…
P.- ¿Eso es lo que pasó?
R.- Algo parecido. Me acuerdo y digo… ¿Tú sabes lo que me estás pidiendo? Yo no sé hacer lo que tú quieres.
P.- Me sorprende porque su estilo siempre estuvo muy claro.
R.- Tú imagínate hacer 'La Flaca', por ejemplo, por flamenquito. Tragátelo tú.
P.- No le cuadra.
R.- No, no, no. Y la cuestión no es que sea extraño o no. Es que tú te sientas cómodo con esa historia, que te sientas seguro y convencido de hacerlo. Por eso decidí ser un artista independiente. Pero tienes muchos más puntos para hundirte por el camino, como pasa con muchísimos artistas. Pero mira, gracias a Dios estoy aquí hablando contigo, así que algo bueno habremos hecho.
P.- Según una encuesta de la consultora Personality Media, en España le reconocía en 2016 el 85% de la población. No sé cómo hacen esto, pero eso dice...
R.- Yo tampoco sé cómo hacen eso (ríe).
P.- Es muy loco. Pero le quería preguntar al respecto: ¿recuerda algún momento, uno en concreto, en que hubiera dado lo que sea por no ser reconocido?
R.- Verás, es que aunque pueda parecer una contradicción, ser famoso no es para mí uno de los grandes atributos de esta profesión. A un tío le puede gustar ser médico y curar a los enfermos, pero eso no quiere decir que le guste sentarse con los pacientes a que le cuenten su vida, aunque una cosa es inherente a la otra. A mí me encanta componer, pero no necesito que la gente me esté haciendo fotos para sentirme importante. Pero tener mucho éxito lleva a eso, a ser reconocido. Eso, o eres ´'El Barrio'. 'El Barrio' va con su sombrero y cuando se quita el sombrero no existe 'El Barrio', es el 'Selu'.
P.- ¿No ha pensado en ponerse algún complemento que despiste?
R.- No, no, no. Pero bueno, con el tiempo todo se tranquiliza y coge un ritmo más natural. Y la gente siempre me ha tratado con muchísimo cariño.
P.- La vocación, Manu, ¿está para uno, haga lo que haga, o hay que perseguirla?
R.- La vocación hay que sentirla muy adentro. El chivato de la vocación es cuando sabes, creo, que tú vas a ir a por lo que vas a ir independientemente de lo que ocurra, porque no hay otra cosa en la vida que te haga más feliz ni a lo que te puedas dedicar. Sin dudas ni titubeos.
P.- Me gusta lo de que no puedes ser feliz haciendo otra cosa.
R.- Y tenerla aquí clavada (se señala la frente) las 24 horas del día.
P.- ¿En algún momento ha pensado que ya no seguiría en la música?
R.- No tanto como que no seguiría, pero no tenía todas conmigo de que mis decisiones me fueran a llevar a un buen término, si iba a seguir a flote. Pero si te pones a escarbar, la vida es así, la seguridad es una quimera que te venden para vender seguros. Sí he sentido mucha incertidumbre, pero como no existe la seguridad tenemos que confiar en el trabajo, en la constancia, el esfuerzo y el sacrificio. Y tampoco me considero un inconsciente, tengo el ego equilibrado y en ese equilibrio tengo claro que no estoy aquí de casualidad.
P.- ¿Su ego no ha sufrido nunca síndrome del impostor, que está tan de moda?
R.- Constantemente. Hoy lo estaba comentando, por culpa del síndrome del impostor tengo ahí un cajón de canciones que no he terminado, porque aún estoy dudando si son buenas o si son malas. Y es una putada el síndrome, porque al final está ahí ahogándote, no dejándote fluir, cuando si le cerrásemos la puerta probablemente escribiríamos con más soltura.
P.- ¿Y desde fuera ha tenido alguna crítica que haya hecho mella en su ánimo?
R.- Sí me han rechazado muchísimas canciones, de que ellos no las veían y no las veían.
P.- Cuando dice ‘ellos’ se refiere a la industria.
R.- Sí, aunque la industria es un saco enorme en el que también hay fantásticos seres humanos. Pero al fin y al cabo como me dijo mi psicóloga: ‘Al final llevas 22 años cantando, tienes 11 discos a tu espalda y has hecho 40 conciertos el año pasado, así que es probable que tus canciones no fueran tan maaaalas’. Pero luego te viene otra duda: vale, he conseguido todo eso que es incuestionable, pero... ¿Estoy ahí por el esfuerzo y el trabajo o por el talento?
P.- Una mezcla, se supone.
R.- Claro, pero igual dices estoy ahí por terquedad y cabezonería y pam, pam, pam (da mazazos con la mano)… Aunque sí, ahora que te estoy utlizando como terapeuta supongo que sí, que será una combinación de ambas.
P.- Y además del terapeuta, ¿quién le refrenda? ¿Quién ha sido su mayor apoyo?
R.- En estos años te puedo decir con muchísimo orgullo que uno de los principales bastiones por los que puedo presumir de tener lo poquito que tengo ha sido mi mujer. Y pienso a veces: ¿esta mujer cómo no me mandó al carajo en su día? Si tenía una vida mucho más fácil de la que a lo mejor luego se le presentó… Me estoy sincerando mucho contigo, eh.
P.- De eso se trata.
R.- Es como si estuviera casado con un Fórmula 1. Yo no tengo una mujer, tengo un Lamborghini. Un Lamborghini Diablo, que es lo más. Mi mujer es periodista, me lleva la comunicación desde hace muchos años. Nos conocimos y nos enamoramos del tirón, sin paños calientes. Y no te puedo decir que nuestra vida haya sido dura porque dura es otra cosa, pero sí es cierto que en la etapa en la que me puse independiente y tuve que empezar prácticamente de cero pude contar con su apoyo, su trabajo y su talento también. Y eso ayudó a paliar mucho. Ella me ofreció un soporte vital.
P.- Como las ambulancias.
R.- ¡Más quisieran las ambulancias! (ríe)
P.- Muchas de sus canciones hablan de amores que no han cuajado y que nos hacen daño y, sin embargo, su vida personal le ha zafado de la toxicidad, por lo que me está contando. Deme la receta, cómo lo ha hecho.
R.- Preguntáselo a ella, porque creo que aquí el secreto lo tiene ella... Yo creo que hemos sido muy comprensivos el uno con el otro, nos embarcamos en un proyecto común, somos felices con lo que tenemos… Llevamos ya 17 años y para mí es como el primer día todos los días, no siento la erosión de ese tiempo. Pero no sabría decirte, supongo que es el compromiso. Y las cosas hay que lucharlas, hay que saber salvar los muebles, y hay que saber superar los roces y tener paciencia. Y… (empieza a reírse).
P.- De qué se ríe.
R.- Hay una frase que yo creo que es capital. Siempre se la digo a un amigo y me dice que le salvé la vida con ella. ‘Más vale tener paz que tener razón’.
P.- Qué tranquilidad mental para quien no sea narcisista.
R.- Sí, yo te digo que ahorra muchos disgustos y enfrentamientos, y va a ayudar a no tirar mucho tiempo por la borda.
P.- Antes abría el melón del psicólogo. ¿Va con periodicidad fija o de vez en cuando a una puesta a punto?
R.- Yo lo llamaría así, puesta a punto. Los artistas vivimos siempre en un ascensor emocional, hay veces que estamos exultantes y otras demasiado encerrados en nosotros mismos. Encima cuando eres independiente (que indie viene de independiente, pero no sólo los que hacen música indie son independientes) y tienes que tirar con todo para delante, eso genera un agotamiento psicológico importante. Así que cuando vas al psicólogo le charlas y ellos te dan una serie de herramientas.
P.- Y luego usted curra.
R.- Sí. Ella me da unas pautas del porqué de lo que me pasa. Es como una especie de inteligencia artificial, pero real. Te razona las cosas. Ir de vez en cuando me ayuda mucho. Yo creo que todo el mundo una vez al mes debería ir a un psicologuito, una horita, eso mal no le va a hacer a nadie. Hay gente que se gasta el dinero en alcohol, y eso no duele. O en el gimnasio. O en unas zapatillas. ¿No vas a invertir en que un profesional se siente contigo y te hable y que a lo mejor desentrañe algunas cosas que sin darte cuenta son basura que vas escondiendo bajo la alfombra? ¿O que te da las herramientas para tratar a ese familiar que no soportas? Lo que pasa es que hay gente que sigue asociando el psicólogo a estar mal de la cabeza, cuando no es así.
P.- Antes hablábamos del amor de su mujer. De ese amor nació su hijo Pedro. ¿Le ha explicado algo de sí mismo Pedro?
R.- Mmmm… (piensa unos segunditos). Me reconozco mucho en que es un tío muy cariñoso, muy bueno, amable. Para lo pequeño que es me da grandes lecciones de vida, es muy especial. Le gusta mucho pintar, el arte… Y es muy miniyo, tiene toda mi cara (ahora ríe y lo celebra).
P.- Ya sabe lo de que la infancia nunca termina. ¿Hay algún dolor suyo de la infancia que aún reconozca?
R.- Muchísimos dolores permanecen en mí y morirán conmigo, pero no los podré resolver porque no está en mi mano. Por eso el trabajo que tiene que hacer un psicólogo muchas veces es ayudarte a ubicar el dolor, y a que entiendas que hay cosas que son imposibles de resolver. La aceptación es un paso importante para cualquier persona, y te puede salvar la vida.
P.- Y hablando de dolores, en 2018 tuvo un grave accidente doméstico que le provocó serias quemaduras y dolores físicos intensos. ¿Cómo está de eso?
R.- Fue un estrago importante, pero yo no tengo el chivato del miedo (se ríe). Yo tiro para dealante sin tener la percepción de que a lo mejor tengo que tirar para atrás. Tuve el accidente al abrir la caja de los plomos y me explotó en la cara. Me quemó los brazos por debajo y ya prácticamente se ha quedado resuelto, pero me podía haber quedado en el sitio... Si en vez de una explosión hubiera sido una descarga, me podía haber partido el corazón en dos mitades. Pero no quiero verlo así. Es algo que ha pasado, y hay que dejarlo en el pasado. Gracias a Dios tengo mis brazos, aunque uno de los dos se ha quedado más feo, y no me dio en la cara (ríe guasón).
P.- Por suerte están bien sus brazos. En su single habla de los abrazos, pero, ¿podemos abrazar ahora justo antes de las elecciones o estamos demasiado cabreados los unos con los otros?
R.- La canción la he escrito para reivindicar el poder de un abrazo. Cuando abrazas a alguien hay una transfusión de emociones, y creo que también por eso no podemos ir abrazando a cualquiera. Yo durante la pandemia tomé conciencia de que un gesto tan habitual realmente tiene una importancia capital. Si a un niño lo abrazas cuando está alterado le estás bloqueando esos nervios, por ejemplo.
P.- ¿Y a quién sería mejor no abrazar?
R.- [Ríe] Eso es algo muy personal de cada uno. Pero los políticos por ejemplo no me tienen que abrazar ni yo a ellos, lo que tienen que hacer es un buen trabajo. Todos tienen la responsabilidad de una puñetera vez de darnos un poco de sosiego, de resolver conflictos en vez de crearlos. Me maravillo del país que tenemos a pesar de sus políticos.
P.- Pero, ¿cómo nos ve? ¿Nos enfadamos más en periodo preelectoral?
R.- Yo creo que la gente en general ha aprendido a diferenciar más. Aunque se tengan ideas políticas distintas no debe influir en el trato personal.
P.- Quizá no debe, pero yo cada vez veo que la gente se está enfadando más.
R.- Sí, ¿tú crees?
P.- Desde luego. Yo estoy viendo a gente que hacía mucho que no se mosqueaba, enfadarse antes de las elecciones.
R.- Puede ser, pero tampoco es de extrañar. Los políticos nos tienen en una crispación constante, yo creo que a ellos no les interesa que no haya problemas ni llevarse bien. Les interesa la crispación y estar haciendo siempre ruido.
P.- ¿Usted qué cree que va a pasar?
R.- Ah, no, no, no tengo ni idea. ¿No es el CIS el que hace las encuestas?
P.- Sí, bueno, entre otros.
R.- Los del CIS tienen la puntería en el codo… Yo no lo sé... Personalmente estoy viendo, y me parece muy escandoloso, mucha gente que se está yendo a la derecha y a la ultraderecha no porque sean de derechas, sino porque están muy cansados de cómo lo está haciendo la izquierda y de la permisividad que tiene la izquierda con algunas cosas, y sobre todo por la poca cobertura a nivel legislativo de los derechos. Como con el tema de los okupas y ese tipo de historias. Por hartazgo, no por convicción.
P.- Por hartazgo igual también ven recortados otros derechos.
R.- Verás, yo parto de la base de que lo ultra no me gusta en ninguna de sus vertientes (ríe). A mí me gusta el equilibrio.
P.- ¿Y como artista qué piensa de los recientes episodios de censura de una obra y de una película por parte de varios ayuntamientos?
R.- Yo me dedico al arte y a la expresión, así que cualquier tipo de censura de la expresión de un ser humano me parece un atropello. Mucha gente se ha dejado la vida por el camino para alcanzar la libertad de expresión para que ahora unos individuos quieran dar 27 pasos atrás. Eso es intolerable.
P.- ¿Quién es su ídolo dentro de la canción romántica?
R.- Tengo muchos. La canción melódica me ha gustado muchísimo siempre. El disco anterior, la verdad, era una revisión de esos clásicos… José Feliciano siempre me ha encantado, o artistas mexicanos como José José. Y Armando Manzanero, un fuera de serie. Y de Joan Manuel Serrat qué te voy a contar… Después la canción de autor siempre me ha gustado muchísimo, pero ese punto de melancolía tan profunda muchas veces me hacía sentir demasiado tristón. Por eso tiro por otro estilo musical, esta música romántica, aunque en algunos momentos es un poco una fábula, porque las canciones románticas son una cosa y la vida, otra.
P.- Pues yo fíjate que le encuentro cierto placercillo a regodearme en la tristeza con las canciones.
R.- ¿Tú qué edad tienes?
P.- 38.
R.- Es que eres muy joven.
P.- Pero en gustos musicales soy bastante viejoven. Pienso por ejemplo en José Alfredo Jiménez o Enrique Urquijo. Me gusta hundirme a plomo con ellos.
R.- Pero es que tú me estás hablando de la crème de la crème. Ellos no dependen de que te gusten o no te gusten. Al que no le gusten es que es sordo. Y de Sabina qué decirte.
P.- Es mi artista favorito.
R.- Yo fíjate que, más que escucharlo, a veces lo leo.
P.- Al hilo de Joaquín, él suele ficcionar. Aunque se base en experiencias propias, lleva las canciones más lejos gracias a la ficción literaria. ¿Cómo compone usted?
R.- Yo cuando compongo siempre intento buscar que me emocione primero a mí. Y luego procuro pensar si lo que estoy escribiendo, al escucharlo de otra persona, me emocionaría. Y a partir de esa premisa tiro del hilo y veo lo que va saliendo.
P.- ¿Qué le pide a este verano, por no irnos muy lejos?
R.- Yo quiero seguir disfrutando de la música. La canción y los discos son un vehículo para cantar con tus músicos frente al público, donde se genera una turbina de energía que no está en ninguna otra parte.
P.- ¿Y a la próxima década, por sí hacerlo?
R.- Mmmm… Cada vez va siendo más complicado tener una canción que se vuelva universal. Leí el otro día que salen unas mil canciones a Spotify. Pero me encantaría seguir componiendo y lograr que las canciones pertenecieran al acervo popular, que alguna haga el ruido suficiente. Pero bueno, con que siga cantando y tenga la oportunidad de componer... Y siendo independiente creo que ya me puedo poner una medallita. Al menos una medallita.