En estas fechas en las que los jefes acostumbran a felicitar las fiestas a sus empleados, el Papa también se reúne siempre con la Curia romana. Lo hace cada 21 de diciembre, aunque no hay copa de Navidad, ni buenas palabras siquiera. Francisco llega entre aplausos a la sala de bendiciones del Vaticano, pone su gesto más serio y aprovecha su discurso para leerles la cartilla a sus subalternos. Este año les pidió escuchar mejor a los demás, porque "cuando nos comunicamos entre nosotros, corremos el riesgo de ser como lobos rapaces". El papa argentino nunca se sintió cómodo entre la Curia, guarda sus mejores gestos para la liturgia navideña de cara al público. Llega estos días a ella tras tomar una de las decisiones más trascendentales en materia social del pontificado.
El pasado lunes el Vaticano dictó que las uniones civiles entre parejas del mismo sexo o los divorciados podrán recibir la bendición de un sacerdote si así lo desean. El texto, aprobado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, se esfuerza en matizar que estos enlaces no pueden ser equiparados con el matrimonio entre un hombre y una mujer, pero supone un paso muy significativo en la integración de la comunidad LGTBI+ en el seno de la Iglesia. De esta forma, Francisco retoma una agenda social aperturista que parecía haber quedado aparcada durante los últimos años.
El sacerdote estadounidense James Martin responde al teléfono que se trata de "uno de los grandes pasos que ha tomado la Iglesia en su relación con los católicos LGTBI y un signo de que el clero escucha las necesidades de todo el pueblo de Dios". El sacerdote, jesuita como el Papa y referencia para los católicos homosexuales a nivel global, se apresuró a bendecir a una pareja de amigos pocas horas después del anuncio del Vaticano. En su libro ‘Tender un puente’, editado en español por la editorial del grupo Loyola, el cura estadounidense ya afrontaba estos asuntos.
Comunidades cristianas de base que se ocupan del colectivo LGTBI+, como en España la asociación Crismhom, consideran esta iniciativa como algo "insuficiente". Sin embargo, para James Martin "todo lo que el Papa ha hecho en este sentido ha sido adaptarse a los tiempos. Aunque eso no quiere decir que pueda responder a las demandas de cada uno de los movimientos laicos". El sacerdote, que goza de un gran altavoz como editor de la revista jesuita 'America' y actúa como asesor del Vaticano en el Dicasterio para la Comunicación, considera que "la figura del cardenal Fernández" ha sido decisiva para adoptar la decisión acerca de las bendiciones.
El "cardenal Fernández" no es otro que el actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Víctor Manuel Fernández. Argentino como el Papa, anterior arzobispo de La Plata y teólogo de cabecera de Bergoglio, fue nombrado en el cargo en julio de este mismo año y ascendido a cardenal -el rango más alto de la estructura eclesiástica tras el pontífice- sólo dos meses después. Sustituyó en Doctrina de la Fe al español Luis Ladaria Ferrer, quien hace un par de años se negó rotundamente a que las parejas homosexuales pudieran recibir la bendición de un cura. En un mundo de rumores como es el Vaticano, nadie duda de que esa decisión irritó profundamente a Francisco.
La primera actuación de Víctor Manuel Fernández fue responder a un habitual grupo de cardenales críticos que habían enviado al Papa una carta con dudas sobre la doctrina antes del último Sínodo de los obispos, celebrado el pasado octubre. La segunda medida fue autorizar que las personas transexuales y los hijos de las parejas homosexuales, incluso si nacen de vientres de alquiler, puedan recibir el bautismo. Y la tercera y la última, en apenas cinco meses en uno de los órganos más importantes del Vaticano, ha sido la bendición de las parejas del mismo sexo.
"Hubo un momento en el que Doctrina de la Fe parecía frenar la inclusión de divorciados y homosexuales en la vida pastoral, por lo que la llegada del cardenal Fernández ha sido decisiva para retomar esa agenda que ya estaba en [la exhortación apostólica] Amoris laetitia de 2016", asegura Austen Ivereigh, biógrafo del Papa. Es decir, Bergoglio necesitaba a uno de sus hombres para volver a tomar impulso.
La sombra de Benedicto
Lo que muchos piensan es que Francisco no se hubiera atrevido a nombrar un perfil como el de Víctor Manuel Fernández en un órgano tan sensible, encargado de impartir la doctrina y tradicionalmente reservado para los conservadores, con el papa emérito todavía vivo. "La muerte de Benedicto XVI ha acelerado algunas cuestiones que Bergoglio tenía pendientes", reconoce Gian Maria Vian, historiador y exdirector del periódico vaticano 'L’Osservatore Romano'.
El propio Ratzinger fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y, aunque en sus últimos años no intervenía en el ejercicio del pontificado de su sucesor, su mera presencia servía de legitimidad moral para los sectores conservadores más críticos con Francisco. Estas cuestiones relacionadas con la comunidad LGTBI+, así como una mayor inclusión de la mujer en la Iglesia o el más improbable asunto del celibato, serán debatidas de nuevo en una segunda parte del Sínodo de los obispos, que en octubre de 2024 debe redactar sus conclusiones.
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Mientras llega ese momento, la apertura hacia los homosexuales recuerda a esa famosa frase de "¿quién soy yo para juzgarlos?", que pronunció el Papa durante su regreso del viaje apostólico a Brasil en julio de 2013. Su pontificado había comenzado en marzo de ese mismo año y llegaba con ansias de modernizar la Iglesia.
Las reformas
En esos primeros compases se marcó varios retos urgentes: la reforma de las finanzas, la reestructuración de la Curia, afrontar los miles de casos de pederastia que afloraban por todas partes del mundo y abrir las puertas de una institución replegada en sí misma. Con Benedicto XVI la popularidad de la Iglesia había llegado a unas cotas bajísimas y la jerarquía permanecía instalada en su tradicional eurocentrismo, sobre todo tras el choque con el mundo musulmán a colación del famoso discurso de Ratzinger en Ratisbona de 2006. En un contexto de constante pérdida de fieles, el Vaticano necesitaba savia nueva con la que llegar a más gente.
Por eso, las políticas reformadoras cobraron un fuerte impulso al principio, aunque después se fueron topando con la realidad, algunas resistencias y con los propios ritmos vaticanos, más próximos a la época de la construcción de las catedrales que a estos tiempos frenéticos. En cuanto a la economía, cambiaron algunos nombres, surgieron otros escándalos y hace apenas una semana un tribunal vaticano dictó sentencia contra el cardenal italiano Angelo Becciu, a quien condenó a cinco años de prisión por una serie de irregularidades financieras. Becciu, uno de los hombres que más poder acumuló desde la entonces todopoderosa Secretaría de Estado, fue considerado culpable por la compra y posterior venta ruinosa de un edificio de oficinas de lujo que el Vaticano había adquirido en uno de los barrios más exclusivos de Londres.
El caso no sólo revela las actividades especulativas en las que sigue participando la Santa Sede tras décadas de escándalos económicos, sino que dejó en evidencia la falta de control en los resortes de poder del Vaticano, donde una serie de religiosos sin experiencia financiera pueden llegar a mover mucho dinero. La sentencia contra Becciu trató de ser ejemplarizante. Tanto, que según Gian Maria Vian, "se trató de un juicio en el que había una condena antes de comenzar el proceso". El resultado real es que la Secretaría de Estado, el verdadero órgano de Gobierno vaticano, ya no controla la caja y que estas competencias han pasado a la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), encargada de la gestión del patrimonio, y donde supuestamente existen más profesionales cualificados.
En realidad, la reforma de las finanzas se terminó traduciendo en una guerra entre estas dos instituciones -Secretaría de Estado y APSA- por el poder. Y esto entronca con esa reforma de la Curia que, de momento, se salda con algunos cambios en las altas esferas y una nueva Constitución vaticana, aprobada el pasado año. Ese texto consagra la pérdida de peso de la Secretaría de Estado y abre la puerta a que mujeres y laicos ocupen puestos del más alto nivel en los organismos vaticanos. "La reforma de la Curia aún va a tardar, pero ya se aprecia un cambio de mentalidad y una estructura más eficaz", valora el biógrafo del Papa, Austen Ivereigh. El escritor ya prepara un nuevo libro con prólogo del Papa, titulado 'First belong to God on retreat with Pope Francis' (de momento sólo disponible en inglés), para el año que viene.
Para Vian, que ostenta el cargo honorífico de director emérito de L’Osservatore Romano, los cambios han afianzado "un poder más autoritario". "El Vaticano siempre ha sido una teocracia, pero en la historia reciente no se comportaba como tal", subraya. Tampoco aprecia grandes modificaciones en el ámbito de la pederastia, el otro gran escándalo al que ha tenido que enfrentarse el papa Francisco.
El Vaticano celebró en 2019 una cumbre sin precedentes entre obispos y cardenales de todo el mundo para abordar el modo de afrontar este problema, "pero siguen apareciendo casos, se mantiene la incertidumbre sobre cómo tratarlos y no ha cambiado casi nada", según Vian. Los obispos españoles fueron citados en Roma hace menos de un mes, después de que se conociera el informe sobre los abusos en la Iglesia elaborado por el Defensor del Pueblo, y según las partes -obispos y el Vaticano- no se habló en ningún momento de la pederastia. El último escándalo afecta a un sacerdote esloveno llamado Marko Rupnik, acusado de haber abusado de una veintena de mujeres, al que el Vaticano ha eximido de cualquier delito.
Ecología e inmigración
En el aspecto en el que todas las voces consultadas para este reportaje coinciden en que el Papa ha logrado imponer un perfil propio es en la defensa del medio ambiente y de los migrantes. En cuanto a la ecología, Bergoglio escribió en 2015 el documento que probablemente mejor define su pensamiento: la encíclica Laudato si’, en la que hace una defensa encendida de la "casa común" y critica profusamente el actual sistema de consumo. En lo relativo a la inmigración, la postura también ha quedado muy clara desde la primera visita a la isla italiana de Lampedusa hasta hoy.
"En el ámbito social Francisco ha conseguido convertirse en una voz autorizada a nivel mundial. Contra las posiciones de la ultraderecha a nivel religioso y político, todo el mundo sabe dónde está el Papa en temas como el medio ambiente o la inmigración", opina Austen Ivereigh. Y, en ese sentido, considera que la oposición con la que ha tenido que gobernar durante todo este tiempo "ha sido muy vociferante, pero realmente es minoritaria". "De un cónclave no suele salir un Papa igual a otro, pero probablemente su sucesor se parezca más a la idea de la Iglesia que ha plasmado Francisco que la que intentan transmitir sus opositores".
El ocaso del pontificado
El pasado 17 de diciembre Jorge Mario Bergoglio cumplió 87 años. En los últimos meses ha tenido que ser ingresado dos veces en el hospital, ha sufrido una bronquitis aguda, camina apoyado en un bastón o es transportado en silla de ruedas y los problemas en la rodilla le han impedido realizar viajes como el que tenía previsto a la cumbre del clima en Dubai. Hace unos días le confesó a una periodista mexicana que desea ser enterrado fuera del Vaticano, en la basílica romana de Santa María Mayor, donde acude a rezar antes y después de cada viaje internacional. Nadie sabe cuánto le queda al pontificado, pero parece evidente que está más cerca de su fin que del principio.
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Aún así, el director editorial del Dicasterio para la Comunicación, Andrea Tornielli, proyecta en futuro lo que queda por hacer. "En octubre de 2024 se celebrará una nueva reunión del Sínodo en la que se redactarán las conclusiones sobre los debates realizados este año. Y en 2025 celebramos el año Jubileo, que será una gran cita para vivir esa conversión pastoral por la que el Papa llama a salir a las periferias y que la Iglesia tome conciencia del mundo", expresa.
Tornielli destaca como grandes logros del pontificado esa nueva forma de adoptar consensos que ejemplifica el Sínodo, un mensaje centrado en los que más sufren, la hermandad con otras religiones –especialmente el mundo musulmán– y el modo integral con el que afrontar la agenda social. "El Papa ha dejado claro que no se puede hablar de migraciones, cambio económico o ecología de forma separada. Forma parte de un todo y está recogido en el magisterio social que imparte Laudato si’". Austen Ivereigh coincide en que "la Iglesia es más global, se ha abierto al mundo y ya no es tan moralista como antes".
Muchos pensaron que el pontificado daba muestras de agotamiento a mitad de mandato, sobre todo tras la visita a Chile de 2018, cuando Francisco vivió manifestaciones en contra y se equivocó al proteger a un obispo acusado de encubrir abusos. Desde entonces han pasado cinco años y, aunque muchas reformas quedaron paralizadas, otras parecen ahora volver a tomar velocidad. La incógnita es si un hombre anciano y con demasiados achaques tendrá tiempo y fuerzas para acometer todos los asuntos pendientes.