Por las venas de Parfia, Serbia, Sazanda, Kismat y Serander late la sangre ancestral de la raza de caballos más antigua del mundo: el Akhal Teké. Son corceles de un sólo dueño, máquinas de guerra resistentes a los latigazos de fuego del desierto, rarezas iridiscentes que dejan entrever los brillos dorados y plateados de su pelaje cuando el sol los acaricia al galope; prodigios de la naturaleza originarios de Turkmenistán que forman parte de una estirpe que apenas suma 10.000 ejemplares en todo el mundo. En España, sólo 35. Y el único hombre que hace posible su importación, reproducción y cría se llama Javier Díaz y vive en Jarandilla de la Vera, Extremadura.
Díaz es descendiente de agricultores y jornaleros que se dejaron la piel en el cultivo del tabaco en la comarca de La Vera. Aunque nació en Guadalajara y se crió bajo la dictadura del ruido de las grandes urbes, sus raíces lo arrastraron de vuelta a la paz de la Sierra de Gredos. Ahí vive hoy, junto a su familia. "De pequeño me echaba a llorar cada vez que venía de visita y luego había que volver". Hoy la cultura del esfuerzo lo ha convertido en un empresario de éxito cuyo tiempo libre se lo dedica a los caballos.
Al llegar a su terreno, bautizado como Finca Arias AKHAL Teké Stud, 20 hectáreas de terreno salvaje que otrora pertenecieron a uno de los nombres más insignes de Jarandilla de la Vera, Juan Arias, el visitante es recibido por un viejo secadero de pimentón y dos mastines gigantes. A un lado del camino de tierra que une la verja con la casa reposan unos búhos de bengala; a lo lejos, en una pequeña pradera rodeada de cintas de microimpulsos, relinchan dos caballos lusitanos en rehabilitación.
Un hombre corpulento ataviado con un sombrero de paja camina frente a las caballerizas de las que asoman los ollares y belfos de cinco Akhal Teké. El jinete resulta ser José Luis Serradilla, eminencia mundial en la doma natural. "Estos caballos son muy leales, pero también desconfiados con terceros", asegura Javier Díaz mientras ayuda a su compañero a preparar las monturas. Los dos hombres van a regalar a este diario un pequeño espectáculo: soltar a los Akhal Teké en manada para que galopen frente a las cámaras.
Díaz acaricia el lomo de Parfia, una yegua castaña de apenas tres años. "Ellos son extremadamente inteligentes. Más que la media de caballos. Les enseñas mucho más rápido que a cualquier otra raza. Pero como no les entres bien, desconfíen de ti o te cojan miedo, no tienes nada que hacer. Son muy sensibles al maltrato. Incluso al maltrato verbal. Si les hablas mal o estás nervioso, lo perciben. Tienen un sexto sentido".
Serradilla, el domador de corceles, asiente. "Son, digamos, psicoanalíticamente altos", asegura este experto que, entre otras cosas, trabaja para rodajes de cine y rehabilita caballos mediante terapias de nado. "Todo lo reciben con mucho impacto. Descienden de caballos del desierto, así que arrastran esa genética en su conducta. Si los tratas mal, pelean. Por eso se debe trazar una ruta directa hacia el entendimiento. Antes se los domaba a la fuerza, por inundación, poniendo muchos estímulos. El caballo daba 3.000 saltos y al 3.001 lo agarrabas. Muchos se perdían por el camino, algo que ahora no podemos permitirnos".
El caballo de los jinetes turkmenos
Aunque los Akhal Teké tienen muchas peculiaridades que engrandecen y ennoblecen su linaje, una de las características que más destaca de su fisonomía es el increíble brillo de su pelo. Cuando el sol los ilumina, una proteína de su pelaje consigue que emitan centelleos dorados o plateados, dependiendo de si su color es castaño, blanco o crema. No en vano a estos equinos se los conoce popularmente como 'caballos de oro y plata', 'caballos brillantes' o 'caballos celestiales'.
Otra característica que los diferencia del resto es el 'zatilok', una pequeña angulación en la nuca. En los sementales se percibe más que en las yeguas. "Tienen el cuello recto y justo antes de llegar a las orejas tienen una curvatura plana. Su mirada, además, es penetrante". Hay quienes aw aventuran a afirmar que todos estos detalles lo convierten en el caballo más hermoso y especial del planeta.
El Akhal Teké es también la raza de caballos más antigua. Suma entre 2.500 y 3.000 años de historia. Ninguna familia de equinos goza de un pasado tan rico y longevo. Los primeros ejemplares se criaron en los desiertos de Eurasia, concretamente en el actual desierto de Karakum. "Eran caballos de guerra usados por las tribus turkmenas para el asalto de guerra. Hasta los alimentaban a mano con una mezcla de cebada, alfalfa y grasa de cordero", recuerda Díaz. "Esa antigüedad, ese estar cerca del jinete como un miembro más de la familia durante siglos, ha logrado que sea un caballo muy especial en el trato con el ser humano".
Además de su longevidad histórica, el Akhal Teké es un corcel imbatible. Quizás no el más veloz del mundo, pero sí el más resistente. Al cansancio, al calor extremo, al frío. Cuentan los libros de historia que en 1935 un grupo de jinetes montados en sus Akhal lograron viajar de Asjabad, la capital de Turkmenistán, hacia Moscú, Rusia, en sólo 84 días. 4.150 kilómetros desierto a través, sin apenas comida ni agua.
"Nadie va a negar que entra por la vista", continúa Javier Díaz, restándole relevancia al color y al brillo de su pelaje. "Es un complemento de cara a dar a conocer la raza, pero no es nada en comparación con lo que realmente ofrece el Akhal Teké. A nosotros nos gusta destacar que este caballo es un atleta que está muy enfocado al deporte". De hecho, el primer oro olímpico en doma clásica de la Unión Soviética lo consiguió en 1960 un Akhal Teké, Absent.
En Turkmenistán el Akhal Teké es un emblema nacional y forma parte del ser y vivir del turkmeno. "Todo el país está enfocado a los Akhal Teké. Sin ir más lejos, más del 90% de los 10.000 ejemplares que hay en el mundo están allí. Hay concursos, circos, lo tienen hasta en el escudo del país. Y, además, está prohibido sacar ejemplares de su nación. El presidente lo dictaminó de forma expresa".
Resulta inevitable preguntarle entonces de dónde ha importado sus 'caballos celestiales'. La respuesta, como tantas veces estos meses, está en Rusia. Parfia, por ejemplo, proviene del hipódromo de Piatigorsk, el más grande del país. Antes de pastar apaciblemente en los campos extremeños, corrió cuatro carreras y dos de ellas las ganó en corta distancia. "Los caballos son importados de Turkmenistán a Rusia y de Rusia a España. Cualquier tipo con influencia en Rusia habla con alguien gordo de Turkmenistán y acuerda sacar un pequeño lote de caballos destinados a criaderos. Luego llegan a Europa. Todos los que tengo vienen de Rusia, salvo Kismat, el pequeño potro, que nació aquí".
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Kismat. La joya de la corona de Finca Arias AKHAL Teké Stud. Es uno de los pocos potros de Akhal Teké nacidos en España. Es hijo de Serbia, una preciosa yegua baya de 16 años inseminada con el semen congelado, procedente de Reino Unido, de Kambarbay, uno de los sementales más famosos del mundo. Cuando uno abre Google y escribe 'Akhal Teké', el primeo caballo blanco y brillante que aparece es el padre de Kismat.
"El problema de traerlos no ha sido la guerra, sino el pago. Tuvimos que hacerlo en Europa. Nos dieron números de cuenta europeos. No sé cómo lo habrán gestionado. Por lo demás, en España tenemos la Asociación Española del Akhal Teké, cuya presidenta, Blanca de Toledo, es quien más sabe sobre la raza en este país".
"Aquí no hacemos registros, porque se hacen todos en Moscú", continúa Javier Díaz. "Lo que hacemos es mandar analizar unas muestras de ADN a la Universidad Complutense de Madrid para que certifique que padre y madre son quienes dicen que son. Una vez da positivo, esa prueba la mandas a Rusia para que lo den de alta en el StudBook [un libro de registro de raza o 'libro genealógico']. Todos los Akhal tienen un número y su árbol genealógico. Automáticamente figuras como propietario de uno de los pocos Akhal Teké del mundo".
Es difícil saber cuántos hay en todo el planeta. Rusia lleva el control de los datos y controla los nacimientos y las defunciones. "Turkmenistán cría muchísimos, pero no los cuenta", explica Javier Díaz. "Como es su raza y su caballo, están en disputa con los rusos y no han querido participar de los conteos oficiales. Pero las estimaciones apuntan a que no habrá mucho más de 10.000 ejemplares. Más del 90% de los cuales están en Turkmenistán. En Francia hay unos 200; en Italia, 30 o 40, en Alemania, Austria y Hungría también se crían, y en España tenemos 35 divididos en unos 15 particulares que no lo han enfocado a la cría, como nosotros".
"Que sean importados de Rusia garantiza su calidad", asegura Díaz. "Casi todos los criadores rusos son muy conservadores en cuanto a la genética y pureza de la raza. Y muy serios, como buenos rusos, en su calidad a la hora de realizar los cruces", asegura.
Hay razas como esta o la árabe que tienen "memoria del dolor". Eso a veces les hace actuar como si estuvieran sintiendo el maltrato que evocan. "Por eso hay caballos que tienen conductas extrañas toda su vida. Ruidos, gritos, banderas, carreras: son animales de sangre caliente. Si evocan todo eso, algo se les activa y salen disparados aunque no les hayas hecho directamente nada. Entran en un estado de estrés extremo y empiezan a dar vueltas como locos".
La siguiente es la pregunta del millón. ¿Cuánto puede llegar a costar un Akhal Teké? "No me gusta demasiado hablar de dinero, pero un buen semental, y hablamos de calidad, es bastante caro. Una buena media de un caballo de calidad puede estar entre los 60.000 y los 70.000 euros. Aunque en todas las razas existen rangos de precios. Puedes comprar un pura raza español por 50.000 o por un millón. El precio lo da la categoría del caballo, el palmarés que lleve en sus lomos o sus orígenes genéticos. En España vendemos caballos a Emiratos Árabes Unidos o a Dubái por un dineral. En Andalucía, la yeguada de Sergio Ramos vendió un caballo por millón y pico de euros y era un pura raza español. Depende".
"Lo importante, en cualquier caso, es que nosotros tenemos caballos porque nos gusta", concluye Díaz. Su criadero de Akhal Teké, de momento, no es un negocio. "Ahora no tenemos intención de vender, aunque cuando crías no te queda otra opción que ir quitando caballos para que no tengan consanguineidad. Puede que en un futuro se convierta en un negocio, pero más por obligación que por necesidad. Aún es pronto. De momento, sólo tenemos tres yeguas, las cuales van a ser cubiertas en breve, y este año hemos tenido el primer potro. Dentro de dos años esperamos otros tres". El camino para convertir a la histórica finca de Javier Díaz en el principal criadero de Akhal Teké de España con potencial empresarial ya está trazado.
Existe un dicho entre amantes, criadores y entusiastas de esta raza que dice así: "Usted empieza siendo dueño de un Akhal Teké, pero pronto él se adueña de usted".