"En su buena época se decía que salía muchas noches de Zarzuela montado en moto con el anonimato que le regalaba el casco y que se iba de juerga con alguna de las muchas amantes que tenía en su lista. Luego, cuando le preguntabas a él, se reía y te decía que no había que creer todo lo que se decía, sólo el 40%. ¡Anda que no nos hemos reído del porcentaje en las cenas!". Son las palabras de un amigo cercano de rey Emérito, compañero de muchas de aquellas veladas en Madrid de la década de los noventa. "Los de seguridad se pillaban unos mosqueos tremendos. Eran casi los peores momentos de ETA y todos sabíamos que era un objetivo prioritario para los asesinos de la banda terrorista. Pero él venga a fabricar bastardos", añade entre carcajadas.
Aunque nadie habla de una cifra de hijos ilegítimos de Juan Carlos, ya que ninguno ha podido demostrar su descendencia real con el exjefe de Estado, parece que en la España de los años 80 y los 90 eran bien conocidas las distintas amantes del padre de Felipe VI. Marta Gayá, Barbara Rey o Corinna Larsen son las tres oficiales, pero la leyenda habla de muchas otras mujeres en la lista del Emérito. Hasta 5.000, según la cifra no probada del coronel Amadeo Martínez Inglés en una biografía no autorizada.
Las relaciones extramatrimoniales del anterior monarca han vuelto a salir a la luz con motivo del fallecimiento de uno de sus supuestos hijos ilegítimos, Albert Solà. El pasado sábado día 8 de octubre, a 744 kilómetros de Zarzuela, en La Bisbal, Gerona, perecía de forma repentina un camarero, de 66 años, famoso en todo el pueblo, mientras pasaba la tarde con un grupo de amigos en un bar.
Solá era conocido en su localidad como ‘El Monarca de La Bisbal’ y no era porque sus vecinos quisieran burlarse de él, sino porque él mismo escribió una autobiografía bajo ese mismo título en la que aseguraba que era hijo del rey Juan Carlos. "El Rey, que tenía por entonces 18 años, dejó embarazada a mi madre biológica en Barcelona, en la posguerra" contaba en su libro este hombre, que pasó sus primeros ocho años de vida en un orfanato para después ser adoptado por un matrimonio de Sant Climent de Peralta, cerca de Palafrugell, también en Gerona.
Para Albert, demostrar que era el hermano mayor de Felipe VI fue su motivo de vida. Escribió más de cien cartas al Emérito con la esperanza de verlo en persona, hecho que nunca sucedió. Además, acudió a los tribunales para intentar probar su filiación con el anterior jefe del Estado, pero en 2015 el Tribunal Supremo no aceptó ni a trámite su demanda.
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Su versión era que fue adoptado con ocho años por unos padres que le trasladaron de la capital catalana a la masía. Él mismo explicaba que un juez le reveló en 2001 que, en realidad, él era vástago de Juan Carlos I. "En 1982, en la Maternidad de Barcelona, el director ya me había dicho que mi padre era una persona muy relevante en la historia de este país que duraría muchos años en el cargo", contaba en su libro.
El catalán aseguraba que de su existencia sabía hasta Franco, quien, según él, había intervenido para que no se supiera de la existencia de este hijo del que iba a ser su sucesor en la jefatura del Estado y que en el CNI le llamaban 'El Principito'.
Con la muerte de Solá desaparece una de las dos personas con alguna prueba fehaciente sobre su relación con el exjefe del Estado, idea que parece tan descabellada teniendo en cuenta los rumores e historias que giran en torno a la vida sexual del padre del Rey, a quien incluso el exalto mando del ejército Martínez Inglés atribuye más de 20 hijos ilegítimos.
Solà falleció tan solo unos días antes de aparecer en el programa de Telecinco ¿Quién es mi padre?, donde diferentes presuntos hijos ilegítimos de diferentes personalidades reclaman públicamente su paternidad. El 8 de octubre él iba a ser el primer invitado. A pesar de su fallecimiento repentino, el programa presentado por Carlota Corredera ofrecerá las últimas declaraciones del que fuera supuesto primogénito del Emérito.
Sartiau, la belga experta en diamantes
El otro hijo ilegítimo del padre de Felipe VI que más espacio ha llenado en los medios de comunicación es una mujer, la belga Ingrid Sartiau, que se ha mostrado "desolada" por la muerte de su supuesto hermano por parte de padre. A sus 53 años, lleva desde 2013 intentado que se la reconozca como hija del Rey Juan Carlos, tras enterarse por medio de su madre de que era fruto de una relación entre ella y el monarca. El pasado mes de mayo volvió a saltar a las noticias al presentarte en las puertas del Palacio de la Zarzuela intentando que el que ella considera su hermano, Felipe VI, la recibiera. "No conozco a ningún miembro de la Casa Real y lo desearía, pero sé que no sería bien recibida, aunque tenga muchas ganas" declaraba ante la residencia del Rey.
"Estuvo sentada delante más de doce horas, pero como es lógico nadie salió a recibirla. Esta señora belga tiene el respeto de todos, pero no tiene ninguna prueba ni tribunal que la avale. El Rey no puede hacer caso a todo el que se planta en su puerta a asegurar que es su hermano", explica a EL ESPAÑOL | Porfolio una fuente cercana a Casa Real.
Ingrid ha comentado en varias ocasiones que no quiere ser reconocida como hija del Rey por su dinero ni tampoco por llevar su apellido. Según ella, sólo quiere el amor de un padre, tal y como reconoció el pasado mes de mayo. "No quiero ser princesa, ni se me ocurriría cambiarme el apellido, por una cuestión de respeto a mi madre, pero podría añadirlo de manera puntal", aseguraba. "Quiero pedirle al Rey que me escuche, que conozca a mis hijos, quiero poder contarle que voy a tener un nieto. Quiero el amor de mi padre, aunque sé que eso no va a ser posible" declaraba con tristeza.
A diferencia de Solà, Ingrid no se enteró de quién era su supuesto parte hasta que tuvo lugar el famoso incidente de Juan Carlos en Botsuana, en 2012. Todo ocurrió ese mes de abril, mientras veía la televisión con su madre. Uno de los informativos de un canal belga informaba sobre la noticia de la caída del entonces Rey español en el país africano. Fue entonces cuando Lilian le dijo a su hija que no debía creer todo lo que contaba la prensa, ya que ella conocía a esa persona y era un ser maravilloso, y le contó toda la historia a Ingrid.
Desde aquel momento, esta experta en diamantes intenta demostrar que ella es la hija del rey Emérito. Asegura que su madre y Juan Carlos se encontraron por primera vez en Francia para reencontrarse una década después de Marbella. Al parecer, y como ella asegura, su madre se enamoró enseguida, porque él tenía un buen físico. Mantuvieron varios encuentros y de ahí nació ella.
En 2015, Ingrid interpuso una demanda de paternidad ante el Tribunal Supremo, pero esté terminó por rechazarla. Desde entonces la belga sigue peleando y en estos momentos quiere acudir a los juzgados europeos para ver si tiene más suerte.
Ingrid y Albert son los dos supuestos hijos ilegítimos del exjefe del Estado más famosos, sin embargo, la periodista Pilar Eyre aseguraba hace algunos meses que podría existir un tercero, un famoso aristócrata español del que nunca ha querido revelar el nombre ni tampoco ha aportado prueba alguna.
Los amores del Emérito
Pero si son ciertas las leyendas sobre lo buen amante que era Juan Carlos en su juventud, tres parece un número de bastardos escaso teniendo en cuenta las mujeres que supuestamente han pasado por su vida. Sin embargo, tres son las féminas más importantes en la historia amorosa del padre de Felipe VI: Corinna Larsen, Marta Gayá y Bárbara Rey.
Sin duda, la más famosa de todas ha sido la alemana, Corinna. El emérito tuvo a la que entonces era princesa como "amiga entrañable" desde 2004 hasta su caída en Botsuana en 2012. Cuando se conocieron en una cacería en Ciudad Real ella aún no estaba divorciada de su segundo marido, pero ya hacían vida separada. Desde entonces, mantendría una larga relación con el padre de Felipe VI, no exenta de altibajos. Fue un amor sin tapujos, él la introdujo en los mejores círculos de empresarios de la sociedad madrileña, presentándola en cenas, acudiendo a las monterías como su pareja e incluso formando parte de la comitiva real en los viajes de Estado.
Aunque mantenían una estrecha relación, con dos nidos de amor, uno un lujoso dúplex en Suiza y otro en una finca en El Pardo cerca de Zarzuela, la pareja nunca se planteo tener hijos, ya que Corinna tenía uno y Juan Carlos lo trataba como si fuera suyo. Tanto es así que el viaje de Botsuana fue un regalo de cumpleaños del Emérito al pequeño Alexandre.
La segunda mujer con la que el ex jefe del Estado podría haber tenido descendencia es, sin duda, Marta Gayá, a la que todas las personas cercanas a Juan Carlos consideran como su gran amor. La mallorquina era parte del núcleo de amistades que el Rey tenía en la isla. Durante muchos años disfrutaron de una relación que era un secreto a voces para todos. A sus cincuenta años recién cumplidos "perdió la cabeza por ella. Pasaban muchos fines de semanas juntos y casi todas las vacaciones" asegura el amigo de Juan Carlos, cuyo nombre no quiere que trascienda.
Y continúa: "Esa pasión le llevó a olvidar en parte a su familia e incluso a no hacer caso de sus obligaciones como jefe del Estado. Fue algo mucho más serio de lo que ocurría habitualmente. Llegamos a pensar que iba a romper su matrimonio con doña Sofía. Se veían en Mallorca, en Suiza o en París, donde se instalaban en casa de José Luis de Villalonga, muy amigo de Marta. Hubo un momento que ella vivió una situación muy fuerte en su vida y el entonces el Rey desapareció durante una semana para ayudarla. Se dejó hasta leyes sin sancionar, fue entonces cuando la cosa se puso complicada para todos, pero finalmente volvió a tiempo".
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La discreción que siempre ha mantenido Marta Gayá sobre su relación con el anterior monarca es lo que ha hecho que en la actualidad aún sigan siendo amigos, mientras que con Barbara Rey sería algo completamente impensable. La vedette comenzó su relación con Juan Carlos a principios de la Transición. La leyenda asegura que fue el mismísimo Adolfo Suárez quién los presentó.
Su amor, que comenzó a principio de los 80, continuó durante muchos años y fue en 1994 cuando tocó a su fin. Pero la presentadora de televisión disponía de todo un arsenal de grabaciones y fotografías de sus encuentros con el entonces jefe del Estado. Ella aseguró que el CNI había entrado en su casa y le habían robado casi todo el material, aunque siempre dice, y hace poco volvía a comentarlo en una entrevista, que tiene muchas cosas guardadas por si algún día le "ocurre algo".