La nueva etapa de seguridad de Israel o el fin del Eje de la Resistencia
En la nueva fase de la ofensiva, Israel busca extender su seguridad más allá de sus fronteras y minar la confianza de Hamás, Hezbolá y los hutíes en Irán.
Si bien el 7 de octubre fue el mayor ataque de la historia de Israel, ese día también marcó el inicio del fin del denominado "eje de resistencia", una red de alianzas que Irán ha tejido desde la Revolución Islámica de 1979 y que le sirve para cumplir sus objetivos en política exterior.
Lejos de ser un asunto palestino, el 7 de octubre fue una declaración de guerra a Israel en cuatro frentes: Gaza, Líbano, Yemen e Irán. Cada uno de estos cuatro frentes están controlados por el mismo Irán o por un miembro del eje de resistencia.
En julio pasado, Israel logró un cierto control de la seguridad de la Franja de Gaza, lo que le permitió concentrarse en otros frentes, sobre todo en el del norte, en Líbano. Precisamente el país del cedro fue el lugar desde donde se coordinaron las estrategias de terror que segaron la vida de 1.400 personas. Y el lugar desde el que salieron 9.000 de los 20.000 misiles que han caído en Israel desde el 7 de octubre.
Por estos dos motivos, Israel está desarrollando una operación militar que busca acabar tanto con la infraestructura como con los líderes del grupo terrorista que aterroriza a la población del norte de Israel. Una población que en un porcentaje muy elevado es árabe.
Además de los ataques contra los líderes y contra la infraestructura de Hezbolá, Israel ha atacado el cuartel general de los hutíes en Yemen, el tercero de los grupos que junto a Hamás y a Hezbolá componen el eje de resistencia.
Si Israel ha atacado, Gaza, Yemen o Líbano cabe preguntarse por qué Irán ha lanzado un ataque con 200 misiles sobre el territorio de Israel, ya que Jerusalén no ha atacado propiamente territorio iraní.
De hecho, en esta ocasión Irán no ha sido ni tan siquiera el escenario en el que se han desarrollado las acciones que han acabado con la vida de líderes como Al-Souri o Nasralá.
La respuesta es muy sencilla. Irán trata, por un lado, de mantener su influencia sobre los grupos que componen el eje de resistencia. Y, por el otro, tapar críticas a un régimen caduco e incapaz de hacer frente a un Estado al que Teherán ha convertido en su enemigo público número uno: Israel.
"Hezbolá, Hamás y los hutíes ven con impotencia cómo Israel elimina a sus líderes ante la mirada del que se había autoproclamado su protector, Irán"
En primer lugar, hay que decir que Hezbolá, Hamás y los hutíes ven con impotencia cómo Israel ataca sus infraestructuras y elimina a sus líderes ante la atónita mirada del que se había autoproclamado como su protector, Irán.
En el caso de los hutíes, el grupo yemení adoptó el discurso antisemita y antisraelí con la única finalidad de granjearse el apoyo de Teherán, lo que a día de hoy le está generando más problemas que beneficios.
En segundo lugar, no podemos olvidar que Irán es un régimen revolucionario, alineado con Rusia y Venezuela, que arrastra problemas estructurales por basarse en una economía planificada y por tener unas prioridades en política exterior equivocadas.
Además, en los últimos meses los iraníes han visto cómo su gobierno ha estado más preocupado por reprimir a aquellas mujeres que llevaban el velo mal colocado que de buscar los agentes del Mosad que operan libremente en su territorio.
De hecho, el que fuera presidente de Irán, Mahmud Ahmadinejab, ha reconocido que el grupo que se creó para descubrir a agentes israelíes en el país persa, estuvo liderado por alguien que obedecía órdenes de Jerusalén y no de Teherán.
Ante esta situación, lo único que es capaz de hacer Teherán es lanzar una lluvia de misiles que, si bien sería capaz de destruir a cualquier país de la Tierra, a Israel no le causa el menor daño.
Al igual que ocurrió en abril de 2023, cuando Irán trató de vengar la muerte de Haniya, los 200 misiles que ha lanzado Teherán han sido interceptados en un porcentaje muy elevado por la joya de la corona de la defensa israelí: la Cúpula de Hierro.
Así pues, cuando estamos a punto de llegar al año de cautiverio del casi centenar de personas que aún mantiene Hamás en su guarida, Israel ha comenzado una nueva fase en su Operación Espadas de Hierro. Una fase que busca extender la seguridad, o como se dice en hebreo, la bitajón más allá de sus fronteras. La palabra bitajón, que todo el que haya estado en Israel sabe que está muy presente en el día a día, está relacionada con el concepto confianza.
Con esta nueva fase de la Operación Espadas de Hierro, Israel no sólo trata de incrementar la bitajón o la confianza de sus ciudadanos en sus fuerzas de defensa, sino también reducir la confianza de Hamás, Hezbolá y de los hutíes en aquel que se ha autoproclamado como su protector: el Irán de los ayatolás.
*** Alberto Priego es profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia de Comillas.