Las democracias siguen siendo superiores a las dictaduras
Si algo está demostrando la resistencia de Ucrania es que las democracias, aun imperfectas, pueden batir a los regímenes autoritarios en el terreno militar.
Durante estas semanas estamos asistiendo con sorpresa a la imparable contraofensiva ucraniana contra las tropas invasoras rusas.
Hace unos meses, cuando veíamos el famoso vídeo de Winter Is Coming, inteligentemente diseñado por el Kremlin, así como las fotos de Volodímir Zelenski consumido físicamente, el escenario actual nos resultaba inimaginable.
Aunque todavía nos resistimos a apostarlo todo a los ucranianos, hace unos meses no dábamos un duro por ellos.
Time to move to Russia 🤍💙❤️ pic.twitter.com/4CZL1Nt4Gi
— Rusia en España (@EmbajadaRusaES) July 29, 2022
Las razones del éxito del ejército ucraniano ya han sido explicadas por analistas expertos en la materia.
En primer lugar, la motivación de las tropas
Luchar por tu hogar, tu libertad, tu futuro y el de tus seres queridos te insufla muchas más fuerzas que invadir un país vecino.
Que, además, las tropas regulares de infantería rusas se nutran de ciudadanos de zonas deprimidas en busca de una vida mejor bajo la disciplina castrense (ciudadanos a los que hasta hace poco no se les había comunicado que estaban oficialmente en guerra y a los que se había mentido diciéndoles que llevaban a cabo una "operación especial") desequilibra aún más la balanza de la moral de los combatientes de uno y otro lado.
Y es que un hombre defendiendo su hogar es más poderoso que diez soldados a sueldo.
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En segundo lugar, la ayuda masiva por parte de Occidente.
Kiev recibe Inteligencia y tecnología militar de primer nivel muy superior a la rusa. Y también mucho dinero. La Inteligencia por sí misma no gana una guerra, tiene que estar acompañada de acción. Una lección histórica que el liderazgo militar ucraniano está aplicando con saña.
Asimismo, la tecnología, aunque sea superior a la del enemigo, tiene que ser bien empleada. Los estragos que causan los HIMARS o los ya famosos drones turcos Bayraktar TB2 son ejemplo de ello.
En tercer lugar, las muy sobrevaloradas capacidades del Ejército ruso. Excepto algún experto remoto, nadie sabía que el Ejército ruso no estaba a la altura de la contienda a nivel estratégico, logístico y tecnológico. Las guerras que ha ganado Rusia bajo el liderazgo de Putin (Chechenia y Siria como ejemplos paradigmáticos) han respondido a una deficiencia del contrario.
"Un puñado de Navy Seals a las órdenes de Kamala Harris son más efectivos que una brigada de infantería rusa al mando del aguerrido Putin con el torso desnudo a lomos de un oso"
Es relativamente fácil vencer a un adversario que no tiene Fuerza Aérea ni defensas antiaéreas funcionales cuando tú tienes cazas y bombarderos. Sobre todo, si arrojas una alfombra de bombas sin que las bajas civiles te quiten el sueño.
Pero, en este caso, y aunque la Fuerza Aérea rusa era superior a la ucraniana, las defensas antiaéreas del ejército ucraniano están imposibilitando el necesario apoyo aéreo que han precisado las tropas rusas en tierra.
Todos estos argumentos pueden tener matices, pero responden al porqué de las victorias ucranianas sobre un enemigo más grande y poderoso.
No obstante, hay otra razón que, por supuesto, admitirá matices (y que tendrá detractores). La superioridad estratégica de las democracias frente a los regímenes autoritarios.
Es un prejuicio extendido entre expertos y pseudoexpertos en geopolítica que China y Rusia llevan ventaja estratégica en su pugna con Occidente por la hegemonía mundial porque, al no ser tan individualistas ni tan "degenerados" como los occidentales, al no cambiar de líder cada cuatro años o menos, tienen a su población más alineada y pueden tomar decisiones y adoptar planes estratégicos a largo plazo. A diferencia de los decadentes occidentales, perdidos en guerras culturales, la inestabilidad política y un hedonismo desbordante que nos les permite pensar en qué pasará a cinco años vista.
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Sin embargo, si algo está demostrando la resistencia de Ucrania, una democracia con defectos (como todas las democracias), es que el terreno estratégico no es propiedad de los autoritarios.
No es un fenómeno novedoso y los ejemplos abundan. En la cima de la cadena alimentaria tenemos a EEUU, que nació como una democracia y que en menos de cien años se ha convertido en la mayor potencia económica y militar de la historia. Y eso con el #MeToo, el Black Lives Matter y la cultura de la cancelación incluidos.
Un puñado de Navy Seals a las órdenes de Kamala Harris es más efectivo que una brigada de infantería rusa al mando del aguerrido Putin con el torso desnudo a lomos de un oso.
Los europeos, envejecidos, adormilados, confundidos con su identidad y derrochadores de dinero público en los más variopintos e insignificantes proyectos, representan el 5% de la población mundial. Al mismo tiempo, los ejércitos de Italia, Francia, Suecia, Polonia y España están entre los veinte más poderosos del mundo. Y no hemos metido en la ecuación a otra democracia vecina como el Reino Unido.
"Los regímenes autoritarios parecen fuertes hasta que se les pone a prueba, mientras que las democracias parecen débiles hasta que se las pone a prueba"
Los miembros de la OTAN, con la excepción de Turquía y quizás Montenegro, son democracias consolidadas. Combinados, forman la mayor alianza militar del planeta. La mayoría de ellos no tienen líderes fuertes, ni ganas de convertirse en imperios, ni tienen una mentalidad marcial, ni están todo el tiempo pensando en cómo hacerse respetar en el plano internacional.
Ser una democracia no garantiza el éxito en una guerra contra una dictadura. Pero, sin duda, tampoco certifica la derrota. Y es que los regímenes autoritarios parecen fuertes hasta que se les pone a prueba. Las democracias parecen débiles hasta que se las testa.
En cualquier escuela de negocios o de liderazgo, al menos en nuestra parte del mundo, miles de expertos y académicos afirmarán a pies juntillas que, para el éxito de una organización, sea esta una empresa o un Estado nación, alguien tiene que decirle al rey que está desnudo.
El principio de contradicción, los procesos deliberativos de los órganos colegiados, el reemplazo político o generacional, la rendición de cuentas y la fiscalización por parte de la opinión pública son factores que perfeccionan la toma de decisiones.
Siguiendo las enseñanzas de Lord Acton o de Montesquieu, nuestras democracias se basan, entre otros, en el principio de limitación del poder. No solamente para evitar abusos y corrupción, sino también para sustituir a líderes que ya no están aptos o capacitados para tomar decisiones.
La ventaja estratégica es nuestra porque avisamos al rey cuando está desnudo, aunque juguemos a deconstruirlo todo y parezca que busquemos nuestro propio declive.
*** Elías Cohen es abogado y profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Francisco de Vitoria.