La noticia de que Ana Obregón, de 68 años, ha adoptado una hija nacida por gestación subrogada ha generado conmoción en el escenario político español a remolque del revuelo generado en las redes sociales. El Gobierno se ha manifestado de forma unánime, tanto desde el PSOE como desde Unidas Podemos, en contra de la gestación subrogada, que considera "violencia contra la mujer".
El PP, por su parte, se ha mostrado dispuesto a abrir un "debate sosegado" sobre la gestación subrogada, aunque de las palabras de Alberto Núñez Feijóo se deduce que sólo sobre la altruista, dado que considera la "mercantilización" de la gestación subrogada, es decir, el pago a la madre gestante, como "execrable".
El de la gestación subrogada es un debate minado ideológicamente, en el que se mezclan argumentos políticos con argumentos religiosos (se perciban o no como tales) y en el que resulta difícil argumentar de forma racional frente a quienes consideran que el simple hecho de plantear el debate es "violencia contra la mujer" o frente a quienes consideran "execrable" lo que se tolera sin más problemas en la adopción.
Porque si lo que convierte en inaceptable la gestación subrogada es el hecho de que medie un pago, ¿por qué se permite la adopción de niños, que se produce siempre a cambio de un pago a agencias mediadoras o a los mismos gobiernos corruptos, cuando no dictatoriales, que han generado las condiciones socioeconómicas que han obligado a muchos de sus ciudadanos a abandonar a sus hijos en centros de adopción?
El argumento de lo "intolerable" del pago a cambio de un vientre de alquiler es, además, difícil de defender desde un punto de vista racional. ¿Por qué el hecho de que medie una contraprestación económica convierte en "execrable" un acto que se considera legítimo en condiciones de gratuidad? ¿Qué pecaminoso elemento contiene el dinero que embrutece la gestación subrogada hasta obligar a su prohibición?
Es legítimo argumentar que el hecho de que medie un pago "fuerza" la voluntad de la gestante, que no accedería a ese trato en condiciones de gratuidad.
Pero ¿no es acaso esa la realidad cotidiana de cualquier ser humano? El hecho de que el dinero sea un elemento decisivo para acceder a una gestación subrogada no quiere decir que esa gestación sea de por sí indeseable. Todos los seres humanos evaluamos los pros y los contras de nuestras decisiones y el valor de los incentivos que se nos ofrecen a cambio, por ejemplo y sin ir más lejos, de nuestro trabajo. ¿Cuánta gente trabajaría si no fuera a cambio de un salario? ¿Convierte eso el trabajo en indeseable de por sí?
El argumento de las secuelas físicas en la madre gestante es más difícil de rebatir. Pero, de nuevo, nos encontramos frente a un debate que choca con la libertad de los ciudadanos para decidir sobre su propio cuerpo.
Resulta difícil, en fin, sostener con argumentos sólidos por qué las secuelas físicas de una gestación son intolerables y no las de trabajos penosos, como el de bombero, minero u obrero de la construcción, o psicológicamente destructivos, como el de los agentes de las fuerzas y cuerpos de seguridad que tratan con crímenes violentos o de explotación infantil. O por qué una mujer es libre para abortar, pero no para gestar el hijo de alguien que no puede tenerlo por sí sola.
En este sentido, nada resulta más incoherente que la postura de un Ministerio de Igualdad que defiende determinadas libertades con los mismos argumentos que luego rechaza en otros casos.
Y si el cuerpo de la mujer es un templo que no puede ser profanado por "los mercaderes" (una idea, por cierto, que nuestros lectores rastrearán fácilmente hasta su origen bíblico), ¿por qué algunos cuerpos son más "templo" que otros?
¿Y por qué debe ser Irene Montero quién decida hasta dónde llega la santidad de ese templo y cuáles son los "pecados" permitidos en él? ¿Acaso genera más secuelas una gestación supervisada con todas las garantías médicas que la hormonación de cuerpos adolescentes o la mutilación de órganos sobre la base de la autodeterminación de sexo?
EL ESPAÑOL se ha manifestado en repetidas ocasiones a favor de la gestación subrogada altruista. También de que se garantice la seguridad jurídica de aquellas personas que decidan optar por la gestación a cambio de una contraprestación en los países que la permiten, dado que la alternativa (castigar a los padres previstos dejando a su hijo en un limbo jurídico, cuando no amenazándolos con consecuencias penales) es inaceptable en una democracia liberal como la española.
Esa es la posición de EL ESPAÑOL y ningún argumento de los esgrimidos durante las últimas 24 horas le ha hecho cambiar de postura. Este diario apoya por tanto la petición del presidente del PP, que ya sostuvo por cierto en 2017, de que se abra un debate "sosegado y serio" sobre la gestación subrogada en todas sus formas, independientemente de cuál sea su postura final sobre la opción más polémica de todas, la gestación subrogada a cambio de una contraprestación económica.