Manuel Castells anunció ayer su salida del Ministerio de Universidades después de dos años al mando de la cartera, tras sobrevivir a la crisis de Gobierno de verano y con la controvertida reforma universitaria a medias, un texto que arropa aspectos con los que fuimos muy críticos en anteriores editoriales. Principalmente, por no parecer tan preocupada por sacar al país del vagón de cola de los índices de calidad educativa como por ideologizarlo hasta el tuétano.
El sociólogo Castells, que abandona el Consejo de Ministros por motivos personales, entró en el Gobierno a propuesta de Catalunya en Comú (es decir, Ada Colau). Y, tras su salida voluntaria, lo sustituye el politólogo y exteniente de alcalde de Barcelona Joan Subirats, también a propuesta de Catalunya en Comú. Con un perfil mucho más político, lazos con el nacionalismo y defensor del reférendum ilegal del 1-O.
La designación de Subirats da buena cuenta de dos hechos. El primero, la capacidad de Pedro Sánchez para compatibilizar los mensajes de renovación y apuesta por la juventud con la incorporación de septuagenarios a su equipo (como Castells, Celaá o Borrell).
El segundo, el resultado del experimento del primer Gobierno de coalición de la historia de España: un juego de muñecas rusas con cuotas de partido inquebrantables que permite hacer ministro a un hombre que participó en el 1-O, el mayor desafío a la unidad territorial de la democracia.
Sánchez asume la parte socialista y Unidas Podemos y los Comunes, por separado también entre sí, responden libremente por la suya. Esta realidad se manifestó durante la comentada crisis de Gobierno, donde únicamente fueron sacrificados ministros del PSOE. Y ahora se expone con claridad de nuevo.
Cuotas
Ya no es sólo que no fue Sánchez, sino Pablo Iglesias, quien realmente convirtió a Yolanda Díaz en vicepresidenta en esta coalición de coaliciones. Tampoco que no haya sido el presidente, sino la alcaldesa de Barcelona, quien ha escogido al nuevo ministro de Universidades. Es decir, ni siquiera es Podemos el protagonista, sino la cuota de los Comunes en Podemos.
Castells dio la noticia de su marcha al mismo tiempo a Sánchez y a Yolanda Díaz, con la que Colau comparte proyecto político y de la que dijo que le tocará ser "presidenta" y "líder mundial", a su pesar ("España te necesita"). Sin embargo, no se la comunicó a Ione Belarra, secretaria general de Unidas Podemos, ante quien supuestamente respondía su cuota.
El experimento del Gobierno de coalición deja la certeza de la imposibilidad de crear un equipo homogéneo en estas condiciones. Y la preocupación de que las cuotas de partido, al imponerse sobre el consenso, abren las puertas a Colau para radicalizar el Gobierno. Por encima de los intereses de España.