¿Se imaginan un pacto PP, Vox y Junts? Yo tampoco, pero sirve. Junts es muy útil en su insignificancia. Es el tonto del grupo que ha sabido hacerse útil.
Sirve para mantener vivo el fantasma de la extrema derecha y para, cuando duerme, activarlo.
Junts sirve para que los españoles no tengamos Presupuestos. También sirve para que los catalanes no puedan aumentar su techo de gasto, aunque esto ya no me parece tan mal, viendo que la condonación de la deuda de la Generalitat la pagamos todos. Pero esto último no sirve para nada, porque Cataluña aumentará su gasto, eso lo sabemos todos.
Lo que no sabemos es si el mérito se le atribuirá a Salvador Illa o a Carles Puigdemont.
Sirve para mantener a flote a un Gobierno que dice que no necesita al Legislativo, que se cansa de que los jueces le pongan palos en las ruedas, y al que no le entusiasma la libertad de prensa.
Sirve para justificar una Ley de Amnistía que reconocía en su preámbulo el latrocinio del Estado español contra Cataluña, que ha acusado a los jueces de prevaricar, y que tensa al límite las costuras de la Constitución.
Puigdemont se queja ahora de que no se esté agilizando su aplicación. Puigdemont se queja entonces de que vivamos en una democracia en la que el Senado pueda elevar una cuestión de constitucionalidad, de que el Tribunal Constitucional español exista, y de que los jueces duden sobre su aplicación.
Y mientras Puigdemont duda, Sánchez lo celebra y deja que Illa sea el que ponga buena cara al mal tiempo, no vaya a ser que le llueva encima.
Junts sirve para que llevemos unos años sin saber si al día siguiente tendremos carta del presidente o convocatoria electoral. Para tener que soportar que un prófugo de la justicia salga en maletero de España, entre de incógnito y se escape en taxi.
Junts sirve para que Salvador Illa parezca regeneracionista, constitucionalista, pacificador, buen gestor y académico de la RAE.
Junts es, por tanto, la vara de medir de esta legislatura. Es lo que da la medida de todo lo demás, y que hace que nada, en comparación con ellos, parezca ni injusto, ni mezquino ni inmoral. Junts es el muñeco de paja que distorsiona el argumento.
Pero si Junts sirve para algo, si se está consiguiendo un efecto con toda esta pantomima que cada vez se parece más a un noviazgo tóxico, es que el hartazgo se eleve a cotas indeseables. Ese nivel de calentura es la última palanca del sanchismo, como las palancas de Laporta. Lo moverán todo.
Quizás a usted y a mí nos preocupe el malestar que ocasionan todos estos enjuagues, teatros y conchabeos a cambio de siete votos, pero este malestar es lo que mantiene vivo a Sánchez.
Sabe que el Partido Popular responde asimétricamente al cabreo, y que el discurso de algunas comunidades no se alinea con el discurso de la Dirección General.
Sánchez sabe que algunos líderes de la oposición tienen agenda propia. Y Sánchez sabe que agitar al dóberman, elevar el muro y acorralar a una derecha fragmentada le produce la renta electoral necesaria para seguir.
Si no fuese así, sería absurdo plantear que gobierne sin el apoyo de las Cámaras y no sufrir una moción de censura como la que le llevó al poder.
Pero Junts es como la garrapata al perro. Sabe que sin el PSOE no tiene nada que hacer. Por eso el show del desacuerdo entre PSOE y Junts no es más que una comedia que permite que todo siga igual para que todo siga cambiando como quiere el sanchismo.