Entre todos los propósitos, uno. Entre todos los deseos y las urgencias para 2024, el resto puede esperar.
Pero hay una cosa que necesita España más incluso que la rebaja de la cuota de autónomos o que un estilista que le explique la diferencia a la Pedroche entre un vestido y un disfraz.
Una que da lo mismo si la traen los Reyes Magos o la gestiona el Gobierno, quién sea, pero con urgencia: que alguien vuelva a poner de moda la propiedad privada en este país.
Porque tendremos muchas carencias, pero no hay posibilidad de que España sea un país serio hasta que no le devuelva a la propiedad privada el valor que le corresponde. Que la propiedad privada no sea sólo un artículo reconocido en la Constitución y en el Código Civil, sino la piedra angular sobre la que se ha levantado cualquier democracia moderna.
Llevamos relativizando su importancia tantos años que a ver quién se lo explica ahora a los críos. Quién les dice que ocupar viviendas no está bien, sea la situación lo lacrimógena que sea.
Quizá fuese este el eslabón débil por el que se nos rompió el resto después. Tal vez empezamos tonteando con las viviendas vacías de los bancos (como si aquello fuese moralmente más aceptable) hasta acabar aplaudiendo que dos ancianos no lleguen a final de mes porque llevan cinco años con el piso ocupado en Lavapiés.
"Pero como era su segunda vivienda…".
No hay forma de construir nada serio, ni siquiera relaciones internacionales de esas de las que tanto presume Pedro Sánchez en los últimos meses, si en tus dominios no eres capaz de garantizar la propiedad privada porque siempre hay una excusa moral o legal para contentar a tus socios.
No podemos jugar a hacer la revolución rusa en España, precisamente aquí, que siempre fuimos más de una vivienda de diario y otra para los fines de semana. Ese fue el éxito con el que nuestros padres y abuelos dieron por modernizado el país.
Pero ahora, la ocupación se ha disparado un 40% desde la llegada de Pedro Sánchez a la Moncloa. Aunque el PP, que hoy presume de idilio con la Constitución, tuvo en su mano acabar con esta lacra y prefirió (durante sus siete años de Gobierno) ir posponiendo cualquier medida por la que pudieran acusarlos de no parecerse suficiente al PSOE.
Hoy en España todo es solidario, desde la caja de la Seguridad Social a tu casa.
Por eso, desde que tener dos viviendas no es la aspiración del ciudadano medio (porque no le da el salario, ni las garantías de que no se la ocupen), España es un país en decadencia.
Las civilizaciones terminan así, en medio de la apatía y la impotencia. Y con los bárbaros viviendo en una casa que todavía sigue teniendo las escrituras a tu nombre y el IBI domiciliado en tu cuenta.