Vayamos a la realidad. Pasó que no votó nadie, que hay lo que hay al norte del Ebro, que Salvador Illa entre lágrimas se acordó de Iván Redondo (y de ese Ministerio donde tanto disfrutó) y que el 155 de Soraya en Cataluña fue lo que fue.
Y así y todo, en todos estos días de mascarillas y tetas/femen, de un buen candidato con la negra suerte de su partido (Alejandro Fernández), se nos ha quedado un buen retal de imágenes para el recuerdo. El abrigo/gabardina de Laura Borràs donde quizá se escondiera al Puigdemont que terminó hablando. O la chaqueta de Illa donde las mangas cubrían unas manos cuya metáfora no alcanzo a comprender ahora.
También que en Vic y en donde quiera que sea hay batasunos que tiran un adoquín o te dan un pezonazo por el mero hecho de existir. Porque esto del 14-F tuvo también su versión televisiva con Pilar Rahola y Javier Sardá, en tanto que al segundo lo acusaron de Viva España y convirtió el debate postelectoral de Fortes en un Crónicas en el que faltaban Galindo (q.e.p.d), Dinio y la barra de striptease.
Uno ha ido prestando oído a este San Valentín de miedo del 14-F, y a los días previos. Y se acuerda de Bea Fanjul desmontando a una suerte de Bob Marley del partido de Puigdemont en una televisión como de sotanillo; "tócate los huevos", añadió la ajedrecista con más razón que un santo. También de Las Ramblas aclamando a Isabel Díaz Ayuso de Castilla ante el cabreo de Marisu Montero en esa neolengua bética y latina que parla, con gran riesgo para su glotis verborreica.
Son estampas, lector, de una Cataluña enlagunada y en la que los CDR entran con fuerza en el sistema y todos sabemos que la independencia de una región es el paraíso de la autogestión y de los propios antisistemas.
Sabe uno que no hay dinero para sacar otra DUI y llenar los colegios de urnitas, para contarle a los James Rhodes del periodismo internacional la tontuna esa del relato. Porque ya no hay mártires que se dejen romper una uña y la latencia de la amenaza, con los presos mariposeando en los despachos, es el Paraíso en la Tierra.
Ahora toca más de lo mismo. Pasteleo. Soberanismo y más privilegios. Lo mismo y con la peste.
PS: Si hay que tirar las puertas de la Universidad de Lérida, se tiran. Que se restauran con otras de PVC y Pablo Hásel no es Unamuno. Menos cuentas y más piquetas.