Son muchos los rascacielos que a lo largo del último siglo han ido dando forma al skyline de ciudades de todo el mundo como en Madrid o Barcelona, pero la altura de estos gigantes no son lo único que los define. Su diseño y el uso de las últimas técnicas de construcción, junto a tecnologías de vanguardia, los convierten en ejemplos del futuro de la arquitectura donde el ahorro de energía es una de las máximas a alcanzar.
Este año, el ganador del último Festival Mundial de Arquitectura (WAF, por sus siglas en inglés) que se celebra cada año en Lisboa, se ha construido con un proceso inusual. El Quay Quarter Tower ha sido nombrado el mejor edificio del mundo por su diseño llamativo y su construcción reutilizando la antigua torre que se ubicaba en ese mismo punto del centro de Sídney.
Localizada en el centro urbano de la ciudad australiana, cerca del famoso edificio de la Opera, se ha construido reciclando la antigua torre del AMP Center, construida en 1976. La Quay Quarter Tower, diseñada por la firma de arquitectura 3xn, tiene 206 metros de altura donde caben hasta 49 pisos, que albergan espacios compartidos, luz natural y un estilo pensado para el máximo ahorro sin renunciar al lujo.
Ahorro en materiales y energía
La vieja torre de AMP se podría haber demolido para dar espacio a un nuevo edificio, como es habitual, pero se tomó la decisión de aprovechar la mayor parte de esta edificación, conservando más del 65% de la estructura original. Reaprovechando vigas, columnas y losas, se ha conseguido ahorrar 12.000 toneladas de carbono en la construcción de este nuevo rascacielos, el equivalente a lo que contaminarían 35.000 vuelos entre Sídney y Melbourne.
Esta reutilización era un requisito de AMP, propietario y actual inquilino del edificio, aunque su motivación perseguía más el ahorro de tiempo y dinero: el proyecto se redujo entre 9 y 12 meses y costó alrededor de 100 millones de dólares menos. La nueva construcción se completó en 2022, con un tamaño total de 102.000 metros cuadrados, de los cuales 45.000 corresponden a la nueva construcción.
Su diseño en bloques retorcidos permite a la nueva estructura, compuesta por tubos de acero rellenos de hormigón, optimizar el tramo de rejilla estructural y aumentar las vistas al puerto. Crear esta geometría supuso, sin embargo, sacrificar la parte más alta del antiguo edificio, que se describía como un tubo dentro de un tubo, por las columnas perimetrales y la ubicación de su núcleo.
El proceso de renovación incluyó el injerto de nuevas placas en cada piso para después encerrar el espacio ampliado en un segundo muro de vidrio. Este, a su vez, está envuelto dentro de un brise-soleil de aluminio que sirve como parasol. Este último se aplica en un patrón de cuadrícula alterna para que sea más fácil distinguir cada fila de pisos de la siguiente.
Su diseño no es una cuestión meramente estética. Dependiendo de la orientación solar de la fachada, la profundidad y el perfil de las aspas del parasol, el edificio puede reducir más de un 30% el calor que provoca la incidencia del sol. Así se prescinde del uso de persianas que bloquean las vistas y se consigue ahorrar en el uso de sistemas de climatización.
Pisos desmontables
Cada uno de los cinco bloques de la torre son un centro aparte, pero están unidos entre sí por escaleras de caracol y atrios que permiten que más luz llegue al interior. Sus arquitectos comparan esta distribución con los antiguos bloques de oficinas en los que cada planta supone una separación con la siguiente. En este caso, la transparencia visual de los espacios abiertos al atrio permite un fácil acceso visual a las áreas circundantes, departamentos y compañeros de trabajo, promoviendo así la colaboración y la interacción entre los empleados.
Por otro lado, los cinco bloques que se van retorciendo facilitan la aparición de terrazas desde las que disfrutar de las vistas a ambos lados de la ciudad. El edificio se concibe como un jardín en vertical donde las zonas verdes comunes se apilan unas encima de otras en diferentes alturas, en vez de tener un único patio ajardinado en la entrada.
Una de las características más interesantes de este rascacielos son los llamados "pisos flexibles". Se trata de pisos instalados encima y debajo de los atrios, con un diseño que recuerda a los muebles de IKEA, que pueden añadirse o eliminarse fácilmente cuando los inquilinos deseen ampliar su vecindario vertical.
Para ello, las conexiones no están soldadas, sino atornilladas y compuestas por kits que son fáciles de sacar por el montacargas para que no haya necesidad de usar andamios externos. Hasta el momento no ha sido necesaria esta ampliación, dando prioridad a la luz y la decoración diáfana con la que se inauguró.