Con la mejora tecnológica de la aeronáutica cada vez resulta menos de ciencia ficción el concepto de coche volador. Algunas compañías ya permiten incluso reservar algunos modelos desde España y otras, en cambio, acaban de echar a andar en un sector incipiente para descongestionar el tráfico en las grandes ciudades.
Uno de ellos es el Fusion JC7 con un diseño biplaza que bien podría ser el de un deportivo de lujo. Detrás de este coche volador se encuentra Greg Brown, un diseñador californiano que ha pasado su vida entre un F-18 de la Navy de Estados Unidos y un Boeing 777 de la aerolínea United, como indican en Robb Report.
Los diseños por ordenador —el coche no pasa de momento de ahí— que se han publicado muestran unas alas que se esconden bajo la carrocería del vehículo mientras se encuentra en modo carretera. Brown recurre a un concepto de coche más tradicional, con aires incluso de Bugatti, en lugar de un coche volador de despegue y aterrizaje vertical.
Para la carretera, dispondrá únicamente de motorización eléctrica con un par de propulsores —uno por eje— de Tesla alimentados por baterías LG y que suman 1.000 caballos de potencia. El JC7 puede pasar de 0 a 100 kilómetros por hora en unos 4 segundos y podría alcanzar 240 kilómetros de autonomía en modo 100% eléctrico.
Pero donde de verdad destaca es en otro par de motores de avión. En el apartado aéreo recurre a dos motores Williams FJ-33 que pesan 145 kilogramos y que tienen las salidas de gases a reacción en la parte posterior.
Emplear estos motores le permitirían alcanzar los 225 kilómetros por hora en apenas 6 segundos y despegar de cualquier pista de hasta el aeropuerto más pequeño. En cuanto a la velocidad de crucero, Brown estima que podría llegar a los 837 kilómetros por hora, muy similar a la de cualquier avión comercial actual.
La autonomía en modo vuelo alcanzaría los 1.200 kilómetros gracias a su depósito de 1.130 litros, suficiente para cruzar España de punta a punta. Y quedaría por saber a qué altitud máxima podría ascender, ya que un sistema de presurización añadiría peso al coche o los ocupantes requerirían bombonas de oxígeno, como ya pasa en algunas aeronaves.
El diseño se encuentra actualmente en manos de Corvid Technologies y se está sometiendo a diversas pruebas de dinámica de fluidos computacional. "Presenté este diseño a los doctores de Stanford en su programa aeroespacial y les gustó", ha declarado Brown. "Los motores, las alas y los otros componentes son similares a los presentes en los aviones de negocios existentes".
"Así que no se trata de si funcionará, se trata más de maximizar el rendimiento y encontrar a alguien que quiera desarrollarlo". Para esto último, Brown ha estimado que el prototipo puede tener un coste de unos 20 millones de dólares y que el coche volador tenga un precio comercial de 2,5 millones.
"Podrías ir desde Nueva York a Washington D. C. y regresar fácilmente", indica. "El coche volador te lleva a cualquier lugar de cualquier ciudad a solo 40 minutos. Incluso con un helicóptero no piensas de esa manera. Con el Fusion sólo tiene que conducir hasta el aeropuerto y volar".
Para el aterrizaje, la tecnología a bordo del coche le permite operar en prácticamente cualquier aeropuerto. El Fusion puede frenar completamente en unos 780 metros gracias a un sistema de suspensión avanzado junto a unos frenos automáticos. "No necesariamente tienes que ser buen piloto" para aterrizar. "El coche hace mucho por ti".