El sueño de sustituir trenes y aviones por un nuevo medio de transporte ultrarrápido, el Hyperloop, está un poco más cerca. Al menos eso es lo que aseguran los responsables del Centro Europeo Hyperloop (EHC, por sus siglas en inglés), que han anunciado sus planes de incluir una ciudad de España entre las diez estaciones iniciales, junto con capitales como Ámsterdam o Berlín. Zaragoza ha sido la elegida para ser uno de los nodos estratégicos de este sistema, que podría revolucionar la movilidad en Europa gracias a unas cápsulas capaces de alcanzar velocidades de entre 700 y 1.000 km/h en tubos presurizados.
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La idea que Elon Musk presentó a bombo y platillo en 2012 sigue envuelta en polémica, sobre todo por los escasos avances que se han producido en la última década debido a la dificultad y el alto coste de su implementación. De momento, la iniciativa de Virgin Hyperloop es la que más avanzada está: la empresa de Richard Branson difundió la experiencia que planeaba para el 2030, pero el pasado febrero reorientó el proyecto hacia el transporte de mercancías por problemas regulatorios y de seguridad.
Pese a los contratiempos y las voces de expertos que auguran la imposibilidad de llevarlo a cabo, los planes del Centro Europeo Hyperloop detallados durante la Semana Europea de la Movilidad son los de desarrollar una red que permitirá el transporte de pasajeros y mercancías triplicando la velocidad actual de los trenes más rápidos y reduciendo drásticamente las emisiones de CO2.
Hyperloop en Zaragoza
"Nuestras empresas podrán alcanzar en apenas 30 minutos un radio de 300 kilómetros y podrán desplazarse hasta 10.000 palés por hora. Todo ello con una serie de ventajas añadidas: aumento de la seguridad al reducirse el transporte por carretera, reducción del consumo energético, fin de las emisiones de efecto invernadero y eliminación de ruidos y vibraciones", aseguró Jorge Azcón, alcalde de la capital aragonesa, en su comparecencia en el Centro de Arte y Tecnología zaragozano.
Junto al regidor maño compareció Stan de Caluwe, cabeza visible del proyecto como responsable de la empresa Hardt Hyperloop, que aseguró que “podríamos reemplazar gran parte del tráfico aéreo continental, tanto de pasajeros como de mercancías, por otro modelo sostenible”. Eso haría honor al lema de la compañía, "un mundo en el que las distancias no importen", aunque todavía quedan por delante muchos y complejos retos por superar.
De momento no hay un calendario cerrado para esta colaboración público-privada entre Hardt y el gobierno de Países Bajos, pero tanto Azcón como de Caluwe hablaron de entre 10 y 15 años para ver el proyecto hecho realidad. Junto a Zaragoza, otros nodos ya confirmados son Rotterdam, Ámsterdam, Berlín y Munich.
Cómo funciona
La tecnología de Hyperloop no está basada en vías o combustibles fósiles, sino en la construcción de tubo por los que circulan cápsulas presurizadas propulsadas por motores alimentados con energías sostenibles. Como no hay fricción con las paredes del tubo, las velocidades que se pueden alcanzar triplican las de los trenes de alta velocidad.
El Hyperloop europeo, al igual que los trenes maglev tan avanzados en países como China o Japón, utiliza imanes con un campo magnético permanente para hacer 'levitar' 15 mm las cápsulas sin consumir energía. También aprovecha la fuerza de los electroimanes para estabilizar el vehículo y que no roce las paredes del tubo. Como resultado, el sistema de suspensión no utiliza prácticamente nada de energía, pudiendo levantar el peso de un coche con el mismo gasto que el de una bombilla cualquiera.
El sistema de propulsión, que se extiende por toda la vía, empuja el vehículo hacia delante utilizando un motor eléctrico lineal, basado en la misma tecnología que los de los coches eléctricos. Esto, junto con la suspensión electromagnética, permite que los vehículos se impulsen hacia adelante a grandes velocidades, como si surfearan una onda magnética.
Una vez alcanzada la velocidad de crucero, las cápsulas requieren muy poca energía para mantenerla. Cuando empieza a frenar para detenerse en una estación, aprovecha el mismo sistema para recuperar una cantidad significativa de energía, que se utiliza para propulsar el siguiente vehículo o se almacena en una batería.
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Los tubos tienen un diámetro de 3,5 metros, en los que se consigue esas altísimas velocidades gracias a la reducción de la presión atmosférica eliminando la mayor parte del aire. Eso se consigue con bombas de vacío, instaladas cada pocos kilómetros a lo largo de la vía. Sumando todos los elementos, la energía utilizada para viajar con el Hyperloop es 10 veces menor que la del transporte por carretera o los aviones, y los planes de Hardt pasan por instalar paneles solares de gran rendimiento a lo largo de la vía para alimentar la mayor parte del sistema.