Cumplir 50 años en 2022 y seguir siendo uno de los referentes de la aviación de ataque en Estados Unidos tan solo está al alcance de muy pocos. Y el A-10 es uno de ellos. Este modelo de caza, de los que España no ha tenido ninguna unidad, levantó por primera vez el vuelo el 10 de mayo de 1972 con un esquema que rompía todos los cánones de diseño y aún hoy sigue tan presente que puede con los carros de combate más protegidos.

Con el único fin de confirmar si el armamento instalado a bordo sigue cumpliendo, la Fuerza Aérea de Estados Unidos comenzó con una ronda de maniobras a mediados de febrero en un campo de entrenamiento de Nevada. Los resultados de los exámenes no se habían publicado hasta ahora, cuando el Ala 53 del ejército estadounidense ha emitido un comunicado detallando el proceso.

Las misiones de prueba llevadas a cabo incluyeron dos aeronaves A-10C que emplearon proyectiles incendiarios antiblindaje. El objetivo: batir a los modernos carros de combate que disponen protección especial de armadura reactiva explosiva. Este tipo de blindaje —en su versión más sencilla— se compone de placas huecas de acero que se rellenan con material explosivo. Al impactar un proyectil, se desencadena la reacción y explota el blindaje como medida de protección.

Los pilotos realizaron varios tipos de ataques desde diferentes ángulos y aproximaciones con el fin de que los técnicos e ingenieros evalúen cómo de mortíferos son las armas. A través del análisis de vídeos y fotos y de la inspección ocular, los analistas del ejército de Estados Unidos consiguieron determinar el daño infligido a los tanques y determinar cuáles quedaron inoperativos. Y determinaron que los A-10 siguen siendo igual de efectivos contra los carros de combate más modernos y mejor protegidos.

Implacable vuelo bajo

Desde que comenzó a desarrollarse por la compañía Fairchild en los años 60, el A-10 tiene su cometido en la destrucción de la artillería enemiga compuesta por tanques, obuses, carros de combate de todo tipo y vehículos blindados en general. Esta tarea, encomendada usualmente a los helicópteros, le requiere un vuelo a muy baja cota que le lleva a enfrentarse a una gran exposición a fuego enemigo.

A-10 Airman Chris Drzazgowski / Fuerzas Aéreas de Estados Unidos

Para esto último, Fairchild incluyó una protección extra consistente en una armadura de 520 kilogramos de titanio que protege tanto la cabina de mandos como los sistemas esenciales de vuelo. Gracias a ello puede absorber algunos tipos de disparos y continuar volando sin mayores contratiempos, algo que demostró en la famosa operación Tormenta del Desierto que el ejército estadounidense llevó a cabo en Irak.

"Un uso típico de un arma A-10 dispone de 120 cartuchos, lo que significa que es capaz de disparar a entre 9 y 10 objetivos antes de agotar la munición", según explicó Kyle Adkinson, comandante de la división 422 de A-10C, a raíz de las recientes pruebas. "Contra grandes fuerzas desplegadas, las formaciones de A-10 son capaces de enfrentarse a casi 40 vehículos blindados con municiones de 30 milímetros. Es una cantidad significativa de potencia de fuego".

Este arma de 30 milímetros a la que se refiere Adkinson es el cañón GAU-8/A Avenger, uno de los más potentes jamás montados en una aeronave. Dispone de un tambor con 7 disparos autorrecargables que lanzan proyectiles perforadores con base de uranio empobrecido que se ha demostrado competente contra blindajes reactivos.

Todo ello con una precisión extraordinaria que, teóricamente, puede agrupar el 80% de los disparos en un diámetro de 12,4 metros a una distancia de 1.200 metros mientras está en pleno vuelo. Parte del éxito radica en un planteamiento de fabricación teniendo en cuenta el cañón como eje de toda la aeronave y que está rodeado por el fuselaje.

Detalles del cañón con el tambor de 7 disparos Lauren Sprunk / Fuerza Aérea de Estados Unidos

El modelo A-10 se integró en 2006 en un programa de modernización que dio como resultado el A-10C. La Fuerza Aérea incorporó una nueva computadora de vuelo, cabina con pantallas LCD, nuevos controles y un sistema de información donde poder consultar un mapa y gestionar la logística de las municiones a bordo. Alargando su vida operativa hasta 2040.

Con un peso máximo al despegue de 22.700 kilogramos, el A-10C dispone de un par de motores firmados por General Electric situados en el estabilizador vertical de la cola de la aeronave. La disposición de los propulsores permite a la aeronave operar en pistas en malas condiciones ya que reduce notablemente la ingestión de elementos extraños a la turbina. Además, su relativamente baja emisión de calor y la colocación en la cola le permiten evitar ataques con misiles con sistemas de guía por infrarrojos.

A-10

Cuenta con una velocidad máxima de 700 kilómetros por hora y una de crucero de 560, por lo que se queda muy por detrás de los grandes cazas supersónicos. Algo que, por otro lado, no necesita para realizar los 400 kilómetros de autonomía en misión de ataque al suelo.

También usa misiles

El examen sometido al cañón de 30 milímetros le sucedió otro relacionado con el lanzamiento de misiles aire-tierra. En particular, de los modelos AGM-65L Maverick y AGR-20E se sometieron a las pruebas para ver su eficacia contra los vehículos blindados terrestres.

Los misiles Maverick llevan dentro de la carta de municiones del A-10 desde sus inicios. En una configuración estándar, el caza incorpora 6 de estos Maverick que llevan en servicio desde el año 72 y que permanecen activos desde entonces.

Con un peso que se mueve entre los 210 a los 304 kilogramos —según versiones— dispone de diferentes ojivas impulsadas por un motor de combustible sólido y un alcance superior a los 22 kilómetros. Dispone de sistemas electroópticos, láser e infrarrojos para el guiado del misil y está especialmente diseñado para ejecutar ataques aire-tierra.

Dos A-10 lanzando bengalas como contramedida Jamal D. Sutter / Fuerza Aérea de Estados Unidos

Por su parte, los AGR-20E son una variación directa del misil Hydra 70 con el añadido de un sistema de guiado por láser que le convierte en un arma mucho más capaz. En servicio desde 2012, tiene un peso de 15 kilogramos y un rango efectivo que va desde los 2 a los 11 kilómetros si se lanza desde una aeronave de ala fija como el caza A-10.

"Este ha sido un esfuerzo de prueba continuo desde que la idea se originó en 2020", ha comentado el teniente Christopher Earle, analista de pruebas de operaciones del A-10C. "Ahora que ha dado sus frutos y ha demostrado su éxito, trabajaremos para probar otras tipos de municiones antiblindaje en el inventario de la Fuerza Aérea con las armaduras reactivas explosivas y recopilaremos más datos".

También te puede interesar...

Noticias relacionadas