Desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, cuando se formó el kilométrico atasco de blindados camino de Kiev, los tanques del ejército a las órdenes de Vladímir Putin han protagonizado algunas de las imágenes más llamativas de la guerra. No sólo por la imagen de amenaza a la población sino también saltando por los aires en las emboscadas y contraataques de las fuerzas ucranianas por armas anticarros que han enviado países OTAN como España.
El motivo de las abundantes bajas entre los carros de combate rusos tiene que ver, según varios expertos, con un error fatal en su diseño, que implica la destrucción completa del vehículo ante cualquier impacto de armamento anticarro. Éstas armas han sido unas de las grandes aliadas de Ucrania debido a su alta efecitividad y facilidad de uso.
El defecto, conocido como jack-in-the-box (en referencia al típico muñeco de payaso con una muelle en una caja, que salta al abrirla), tiene que ver con cómo se almacena la munición en los tanques. Los carros de combate rusos, como los BMP-2, el T-72, llevan múltiples proyectiles dentro de sus torretas, lo que los convierte en extremadamente vulnerables.
Según fuentes militares consultadas por la CNN como Sam Bendett, asesor del Centro para una Nueva Seguridad estadounidense, la razón por la que los lanzamisiles ucranianos han causado estragos entre los blindados rusos se debe a este error, conocido desde hace tiempo por los ejércitos occidentales. "Es un fallo de diseño" que implica que "cualquier impacto exitoso provoque rápidamente la ignición de los proyectiles, causando una gran explosión. Eso hace que la torreta vuele literalmente por los aires", dijo Bendett. Desde Rusia se han mostrado desesperados blindando sus vehículos como buenamente han podido, pero de forma insuficiente ante los misiles ucranianos.
La reacción en cadena que se produce hace explotar toda la reserva de municiones —que puede llegar a los 40 proyectiles— y provoca en la mayoría de los casos la muerte inmediata de la tripulación, generalmente formada por dos soldados en la torreta y un tercero controlando la dirección del vehículo. Nicholas Drummond, analista especializado en guerra terrestre y exoficial del ejército británico, añade de manera muy gráfica: "si no sales en el primer segundo, estás frito".
Según datos del Ministerio de Defensa británico, que coinciden con los aportados por Oryx, web que recopila fotografías de todo el material de guerra ruso perdido desde el comienzo de la invasión, al menos 580 tanques rusos han sido completamente destruidos, muchos de ellos por culpa de este defecto de consecuencias catastróficas.
Ucrania también ha estado utilizando variantes del T-72 de fabricación soviética, que tienen el mismo problema, pero la invasión rusa se ha basado en el despliegue a gran escala de tanques, por lo que el país presidido por Volodímir Zelenski ha conseguido defenderse mejor de lo esperado.
Fallo conocido
El error fatal de diseño de estos tanques no es algo nuevo, y los ejércitos occidentales lo saben desde hace tiempo. Los primeros indicios de que jack-in-the-box podía causar estragos entre los blindados se pusieron de manifiesto durante las guerras del Golfo, cuando los tanques del ejército iraquí, T-72 en su mayoría, eran fácilmente destruidos por los proyectiles antitanque de la infantería estadounidense.
Así, este sistema pensado para ahorrar espacio y dar a los tanques un perfil más bajo, haciéndolos más difíciles de alcanzar en la batalla, se convirtió en uno de los grandes talones de Aquiles de Saddam Hussein y el ejército iraquí. También fue lo que llevó a los diseñadores industriales militares a plantear la compartimentación de la munición en modelos como el vehículo de transporte blindado Stryker.
Desarrollado tras la primera guerra de Irak, Stryker cuenta con una torreta en la parte superior, aislada del compartimento de la tripulación por una puerta blindada. La munición está íntegramente en la torreta, por lo que, en el caso de que sea alcanzada por el enemigo, los tripulantes siguen estando a salvo en el habitáculo inferior.
Otras soluciones
Otros tanques de fabricación occidental, como el M1 Abrams utilizado por los Estados Unidos y algunos ejércitos aliados desde los años 80, han encontrado otras soluciones para evitar defectos como jack-in-the-box. En este caso, un cuarto miembro de la tripulación del tanque se encarga de cargar los proyectiles desde un compartimento sellado para después transferirlos al cañón antes de ser disparados.
El compartimento cuenta con una puerta reforzada que el soldado debe abrir y cerrar entre cada disparo. Eso significa que, si el tanque recibe un impacto, es probable que sólo quede expuesto el proyectil de la torreta, mientras el resto de la munición queda protegida. Es un sistema más lento en cuanto a la cadencia de fuego, pero mucho más seguro.
En líneas generales, el diseño de los tanques rusos tiende a ser más ligero y sencillo, ya que cuentan con un blindaje más fino y menos avanzado que los occidentales. Así, priorizan la cadencia y la potencia de fuego, el perfil bajo, la velocidad y la maniobrabilidad, pero eso los convierte en más vulnerables frente al fuego enemigo, como se está pudiendo comprobar en la invasión de Ucrania.
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