Los aviones presidenciales se han convertido en un icono más de cada país. Del Falcon de España al Air Force One de Estados Unidos y pasando por toda una escala de aeronaves donde también se encuentra la rusa, protagonizada por varias unidades del modelo Ilyushin Il-96-300PU. Lujo por doquier, salas de reuniones y unas medidas de seguridad avanzadas que no son suficientes cuando ocurre lo peor: un ataque nuclear.
Para este cometido, las grandes potencias mundiales desarrollan aviones preparados para soportar el pulso electromagnético fruto de una explosión nuclear. Unos auténticos búnkeres voladores dotados de todo lo necesario para coordinar a todas las fuerzas armadas desplegadas a lo largo y ancho del mundo.
Más allá del avión presidencial, la aeronave más segura al que tiene acceso la cúpula gubernamental y militar rusa es al avión del juicio final. Su interior es un auténtico misterio y uno de los secretos mejor guardados del Kremlin. Tan solo se conoce que es capaz de comunicarse con la flota de submarinos nucleares que Rusia tiene desplegados por mares de todo el planeta y que dispone de una protección especialmente diseñada para resistir los envites de un ataque nuclear.
Fortaleza nuclear
Pero si la guerra nuclear se desatase, la verdadera protección de Vladímir Putin y de la cúpula de su gobierno y entorno miliar correrá a cargo del avión del juicio final. Con su origen en la Guerra Fría, esta aeronave se creó para resistir en envite del pulso electromagnético consecuente de una explosión nuclear.
Estados Unidos tiene el suyo basado en el Boeing 747 y Rusia en el Ilyushin Il-80, una derivación del setentero Il-86. Hace escasamente año y medio, Putin anunció la necesidad de renovar el búnker nuclear aéreo por el Ilyushin Il-96-400M, una versión más moderna del avión presidencial.
"Permitirá un incremento notable del periodo de servicio de combate aerotransportado y ampliar el radio para el mando de tropas", tal y como anunció la agencia estatal TASS en octubre del 2020. Ya en julio del 2021, la agencia RIA anunció que se estaban llevando a cabo las modificaciones necesarias para convertir 2 unidades en avión antinuclear. Un proceso que se realiza en unas instalaciones secretas en Voronezh.
Pero hasta que esta nueva hornada de aeronaves esté lista —algunos reportes indican que será a lo largo de este 2022—, Rusia se tiene que conformar con las varias unidades de Il-80 que Putin tiene a su disposición.
Al igual que ocurre con el avión presidencial, los detalles técnicos de esta aeronave son realmente limitados. Aunque lo primero que salta a la vista es que han eliminado todas las ventanillas del fuselaje a excepción de las ubicadas en la cabina de los pilotos. Una medida que puede indicar un refuerzo extra en el fuselaje de la cabina de pasajeros con materiales antiradiación.
Si aplicamos el caso de su contraparte estadounidense, en este tipo de aeronaves que deben resistir un pulso electromagnético se desinstala toda la tecnología digital y electrónica posible. Prefiriendo sistemas analógicos bien aislados que sean más resistentes y fiables en caso de guerra nuclear.
También destacar una joroba situada en la parte superior delantera de la aeronave que estaría dedicada a emplazar las antenas para la comunicación satelital. Una segunda antena se puede apreciar en la panza y podría emplearse para la comunicación con los submarinos que Rusia tiene desplegados por todo el mundo.
Tampoco pasan desapercibidos los 2 pods instalados bajo cada una de las alas en los que han instalado generadores de electricidad extra. Muy poco más se conoce sobre este Il-80 del que Rusia cuenta con 4 unidades operativas y listas
Homólogo americano
Al otro lado del océano Atlántico el Il-80 tiene su homólogo dentro de la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Creado a partir de un Boeing 747 en la Guerra Fría, el E-4B es el particular refugio nuclear del presidente de turno y de su cúpula de confianza; incluidos militares al ostentar el cargo de comandante en jefe.
Con el fin proteger la aeronave, este Boeing E-4B prescinde del equipamiento digital y electrónico en sus sistemas de vuelo, recurriendo a una circuitería analógica mucho más tradicional pero también resistente a un ataque nuclear.
En este caso, se sabe que el Doomsday Plane (como se le conoce en inglés) cuenta con una antena capaz de contactar a las fuerzas armadas estadounidenses en cualquier punto del mundo y también con un escudo integrado en el fuselaje especialmente creado para disipar la radiación.
Puede acomodar a 112 personas durante 7 días completos gracias a su capacidad de reabastecimiento en vuelo. La limitación de autonomía está impuesta por el consumo de aceite que tienen los motores en su operativa diaria.