Los usuarios aficionados a los videojuegos en España, como un servidor, tenemos claras las diferencias entre televisores y monitores gaming. Los primeros, más dedicados a consolas, se establecen en nuestro salón y sirven como centro multimedia. Los segundos buscan ser más pequeños, ubicarse en escritorios más compactos y ofrecer funciones ideadas para el gaming en PC y similares. Samsung ha querido aunar lo mejor de los dos mundos con el Samsung Odyssey Ark.
La marca coreana ya nos tiene acostumbrados a su línea de monitores gaming Odyssey, y en EL ESPAÑOL - Omicrono hemos dado cuenta de algunos de sus modelos más extremos, como el Odyssey G9. La firma coreana da un salto más allá con esta monstruosidad, cuyo calificativo se ha ganado a pulso. No es para menos, ya que hablamos de un 'bicho' de 55 pulgadas y que por si fuera poco, se puede girar. Sí, no has leído mal: se puede girar para un formato vertical.
Lógicamente, todo conlleva un precio. Nada menos que 2.471 euros en Amazon, con unos precios recomendados que pueden llegar a superar los 3.200 euros. Puede parecer una absoluta locura pagar ese dineral por un monitor, pero la magia del Ark no está ahí, sino que baila en la fína línea entre ser una pantalla para jugar y un televisor de alta gama.
Dimensiones monstruosas
El punto más importante a destacar del Ark es el más obvio: es una absoluta locura en cuanto a dimensiones y peso. Sí, parece algo evidente, pero decimos que es lo más importante a destacar debido a que esto determinará en gran medida el sitio en el que pondrás el Odyssey Ark. Hablamos de un dispositivo que, en conjunto, pesa 41,5 kilos con peana incluida. Solo la pantalla, sin ningún tipo de accesorio, pesa 21,1 kilos.
No nos quedamos solo en el tema del peso. La pantalla tiene una diagonal de 55 pulgadas y un tamaño de 1.174,8 x 704,8 x 251, 8 milímetros por lo que, además de grande, es amplia por detrás. Esto provoca que, sí o sí, tanto el montaje como la colocación en el mueble de destino sea un trabajo de dos personas, sin discusión.
Pero además de grande, es imponente. De hecho, creemos que es el monitor (o televisor, según se mire) más imponente que hemos visto nunca, ya que a las 55 pulgadas hemos de sumarle la curvatura de 1000R, haciendo que la experiencia sea increíblemente inmersiva. Sí, es la misma curvatura del Odyssey G9, que ya se nos antojaba algo extrema, y debido a su tamaño es preferible observar el panel desde una distancia más lejana.
Ya sea por una cuestión de precio, de resistencia o de gama, los acabados y construcción del Odyssey Ark son absolutamente soberbios. El panel es una pieza uniforme increíblemente bien construida, y la peana es una pieza de metal prácticamente hecha a prueba de balas. Los marcos de pantalla son finos, pero con un grosor lo suficientemente gordo como para que al agarrar la pantalla no vayas a generar ningún problema, como fugas de luz en el panel.
Necesitarás un mueble lo suficientemente grande y el suficiente espacio como para alojar a semejante bestia. Sin embargo, una vez hecho el esfuerzo de subirlo y ponerlo sobre la mesa, será el rey de cualquier setup gaming que se precie.
Es importante señalar que, debido al tamaño del dispositivo, Samsung ha optado por incluir en este Odyssey Ark el mismo hub de conexiones externo, la famosa caja One Connect de Samsung que ya hemos visto en otros televisores de la marca. Mediante un cable se conecta el monitor a una caja que alberga la alimentación y todo el resto de conexiones, para un mejor acceso y para evitar que el usuario tenga que conectarlo todo en la parte trasera del panel.
Lo más top
Los monitores gaming de amplio formato ya existían, lógicamente. Pero si hablamos de la gama alta de los Odyssey de Samsung, hablamos de características de primer nivel acordes al precio que estamos pagando. Y es que Samsung ha optado por una vía muy sencilla: hacer el híbrido más brutal entre un monitor gaming de altísima gama con un televisor Smart TV. Y es que este monitor lleva el mismo sistema operativo de los televisores de Samsung, Tizen.
Pero antes, repasemos las características. Estamos ante un monitor de 55 pulgadas, con resolución 4K y tecnología QLED, con tecnologías Quantum Matrix y Quantum Mini LED, así como altavoces integrados con sonido Sound Dome de categoría profesional. Todo ello aderezado con una tasa de refresco de 165 Hz y una velocidad de respuesta de 1 ms, así como tecnologías como G-SYNC o FreeSync Premium para sincronización vertical. No falta la compatibilidad con HDR10+.
Pero eso es solo el principio. También cuenta con el procesador Neural Quantum Ultra, que se encarga de aumentar la resolución de las imágenes presentadas en pantalla mediante 20 redes neuronales distintas, ajustando además el brillo y el contraste para conseguir la imagen más óptima. Por si fuera poco, el panel está recubierto con una capa mate para evitar los molestos reflejos.
[He trabajado meses con este monitor gigante y lo tengo claro: a mí me gustan grandes]
El apartado del sonido también es a destacar. Dispone de una matriz de 4 altavoces distintos ubicados en las esquinas y dos woofers centrales, dando un sonido 2.2.2 de 60W que perfectamente pueden servir para sustituir de forma directa cualquier equipo de audio de gama media pensado para el gaming.
No es un misterio que Samsung tiene una grandísima mano para sus paneles, ya sea en smartphones como en televisores y monitores. Esta no es la excepción, ya que al igual que ocurría con el Odyssey G9, estamos ante un panel increíble, con una calidad de imagen espectacular y una nitidez que supera, y con mucho, al de prácticamente cualquier monitor gaming por debajo en precio.
En cuanto a calidad multimedia, esta es sin ambages una de las mejores opciones del mercado, ya que proporciona una experiencia muy similar a lo que veríamos en un televisor de alta gama de Samsung con la misma tecnología. Lo mismo ocurre en el apartado del gaming, ya que disponemos de algunas de las mejores especificaciones en este sentido: una altísima tasa de refresco y resolución 4K, además de las ya mencionadas tecnologías de sincronización vertical.
Otros detalles incluyen un buen surtido de conexiones USB, Display Port y HDMI 2.1 para aprovechar las consolas de última generación, como las PlayStation 5 o las Xbox Series X. Y, por si te lo preguntabas, el Odyssey Ark tiene iluminación RGB trasera, que aunque no es muy útil para las partidas, sí le da un toque único.
Una caja llena de sorpresas
Por 3.000 euros, el monitor iba a ser bueno. Pero ¿qué lo hace especial? Samsung ha decidido dotar a su Samsung Odyssey Ark de unas grandes prestaciones y, sobre todo, de ciertas funciones que lo hacen único. La más importante es que el monitor es capaz de girarse en vertical.
Que la peana sea tan bestialmente grande y ancha sirve dos propósitos: soportar el peso del monitor y sobre todo permitir girarlo. Para hacerlo, tan solo tendremos que levantar el monitor al máximo y luego girarlo a la izquierda o a la derecha. Una vez hecho esto, tendremos un gigantesco panel vertical con una grandísima versatilidad, ya que además la peana permite subir, girar e inclinar el panel.
Y es en este momento en el que entra otra de las grandes funciones del Ark: Tizen y su sistema MultiView. La idea es que aproveches estas 55 pulgadas para crear un mosaico con distintas fuentes y aplicaciones, para tener en la misma pantalla todo lo que necesites. Es decir, puedes poner a un lado por ejemplo el HDMI de una consola, en el otro el DisplayPort del PC y en otro un canal de YouTube.
Cuando giramos el monitor, automáticamente Tizen aplicará el sistema para que podamos ver en ese mismo espacio varias fuentes y aplicaciones al mismo tiempo. Se pueden editar fácilmente, por lo que podemos poner en la parte superior un streaming de Twitch y en la parte inferior un juego al que queramos jugar.
Y es que Tizen es el gran acierto de este monitor. Al igual que otros modelos de la marca, también cuenta con todas las funciones asociadas a Tizen: el Gaming Hub para descubrir juegos y usar servicios como GeForce Now o el Game Pass de Microsoft, instalar aplicaciones de streaming y un largo etcétera.
Otro detalle curioso en relación con esto es que el Odyssey Ark no incluye uno, sino dos mandos distintos. El clásico mando de televisor de Samsung y el llamado Ark Dial, que como su nombre indica, es un controlador con un dial en el centro. Este es el único añadido que no nos ha convencido del todo.
Es un mando que se puede cargar con energía solar y que tiene 4 botones superiores (apagado, entrada, atrás y un botón a modo de hub de opciones directas) y el dial, que se puede girar de forma circular. Dentro del dial hay otros 5 botones más, 4 direccionales y uno en el centro.
Aunque no está mal del todo, es un mando que no aporta mucho más allá de aglutinar las funciones más útiles en torno al gaming de este Odyssey Ark. Navegar con el dial se puede hacer algo engorroso y, aunque permite aplicar ajustes muy útiles como el Multi View o la Game Bar para ajustar ciertos parámetros, no es del todo cómodo. Pero no resta para nada, es sólo un añadido más.
Mención especial merece el modo Flex Move Screen, que permite entre otras cosas modificar la ratio de imagen del panel, cambiar el tamaño de la imagen y adaptar la pantalla a tu modo de juego o a los títulos a los que quieras jugar.
¿Me lo compro?
El precio del Samsung Ark Odyssey supera por bastante a la mayoría de monitores que cualquier usuario se suele comprar, incluso en los nichos que buscan cosas muy específicas. Pero esos 3.000 euros de media que cuesta este monitor implican que obtendremos lo mejor de lo mejor, tanto para los que quieren la experiencia de un televisor como los que buscan un monitor para jugar.
Es el hibrido perfecto para los gamers más extremos, los que no escatiman en dinero y quieren coronar su escritorio con lo más top. Si te lo puedes permitir y quieres algo único que cumpla con la mayor de las exigencias, sin duda alguna el Odyssey Ark es tu opción a elegir.