Biden busca un alto el fuego en el Líbano con el 'ok' de Irán, pero Israel prefiere prolongar la guerra hasta que llegue Trump
- Los demócratas buscan colgarse la medalla de haber disuelto un frente en Oriente Medio, pero las promesas del presidente electo de EEUU apuntan a que las operaciones de Israel contra Hezbolá se extenderán hasta enero.
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La espera a la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca se está haciendo interminable en Israel. Mientras Tel Aviv trata de alargar la guerra en el frente libanés hasta que el republicano asuma la presidencia de Estados Unidos, el Gobierno de Joe Biden se está poniendo las pilas para conseguir un alto el fuego que dé a los demócratas el mérito de haber disuelto un frente en Oriente Medio.
El jueves por la noche, la diplomacia estadouniense entregó al Gobierno libanés un borrador de acuerdo de tregua. La embajadora de Washington en Beirut llamó a su legación a Nabih Berri, presidente del Parlamento libanés, y le propuso las condiciones del trato. La principal —y la más convincente—, un alto el fuego duradero en lugar de la tregua de 21 o 60 días que EEUU había propuesto en el pasado y que Beirut ya había rechazado. Según el diario libanés L’Orient-Le Jour, el plan también contempla el despliegue de 5.000 soldados de las Fuerzas Armadas Libanesas que se unirían a los cascos azules de la Finul para asegurar el desalojo militar de Hezbolá del sur del país.
Beirut sintió la oferta como una mejora de las condiciones preexistentes. A la mañana siguiente, mientras la ciudad amanecía con un ataque en su glorieta más concurrida, el propio Berri recibió en la capital libanesa a Ali Larijani, asesor de Jomeini recién llegado de Teherán. El enviado del ayatolá aterrizó buscando estrechar la mano al Gobierno libanés y, pese a ser el principal valedor del partido-milicia, concederle: “Os apoyamos bajo cualquier circunstancia”. Incluida la búsqueda de consenso con enemigos de Irán: cuando un periodista le preguntó si la república islámica estaría dispuesta a trabajar en el marco del acuerdo propuesto por EEUU, Larijani respondió que, a estas alturas, “Irán no saboteará ninguna solución”, aun si esta se redacta en Washington.
Además de poner en evidencia la poca voluntad de Teherán de que Hezbolá siga desgastándose en el frente, el tono del diplomático persa este viernes concilia los objetivos inmediatos de Irán en el Líbano con los de los EEUU de Biden. Amos Hochstein, asesor especial del presidente demócrata, ha cancelado su visita a Tel Aviv y Beirut esta semana. El diplomático, al que Donald Trump ya ha dado su beneplácito para seguir negociando con Israel y el Líbano a partir de enero, ha adelantado que no volverá a la región si no es “para anunciar un acuerdo”.
Pero ¿cuál es la motivación tras estos nuevos esfuerzos, dos meses después de que empezara la agresión israelí y un año desde que estallara la guerra en Gaza? En un momento en el que Benjamín Netanyahu no sabe cómo subrayar que prefiere solucionar la cuestión de Hezbolá por la vía de las armas, los demócratas buscan colgarse la medalla de haber conseguido el alto el fuego en el Líbano antes de que Biden terminara su mandato.
En esta ecuación, todas las miradas se vuelven hacia Israel. Tampoco es que Tel Aviv se cierre en banda a negociar. El jueves, Eli Cohen, ministro de Energía y miembro del gabinete de seguridad de Netanyahu, declaró que las perspectivas de un alto el fuego eran las más prometedoras desde que comenzó el conflicto. Sin embargo, las condiciones que impone Israel se antojan irrisorias en Beirut: exigen libertad para que las Fuerzas de Defensa Israelíes operen militarmente en el Líbano, y la imposición de vigilancia terrestre, marítima y aérea sobre el país árabe. Ni Hezbolá ni el Gobierno libanés aceptarían pasar por ese aro.
Todo sugiere que Netanyahu está resistiéndose al tiempo mientras se acerca la cuenta atrás para el relevo en la Casa Blanca. Según un análisis del Washington Post, Israel no busca realmente un acuerdo, sino sentar las bases de una solución que espera aplicar en cuanto Donald Trump, que se anuncia más permisivo con su aliado en Oriente Medio, asuma la presidencia de EEUU. En lo que tarda en dejar la presidencia Biden, a Tel Aviv le queda mantener el estado de las negociaciones y aprovechar para intensificar sus operaciones en el Líbano.
Netanyahu procede estos días a una segunda fase de su ofensiva terrestre en el sur del vecino de Israel, y los ataques a Beirut están volviendo a los niveles de principios de la ofensiva. De hecho, la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) denunció el viernes una alarmante escalada en el número de víctimas de los ataques aéreos israelíes en todo el Líbano. Según la OCHA, la nueva táctica de Israel está siendo golpear con más fuerza algunas de las zonas más densamente pobladas del país árabe, entre ellas la periferia sur de Beirut.
Paralelamente, las tropas israelíes están incursionando en nuevos puntos del territorio libanés. Por su parte, Hezbolá está contraatacando con una fuerza que no había mostrado hasta ahora. El miércoles, la milicia libanesa atacó en dos ocasiones la sede del Ministerio de Defensa israelí. Si no se miden bien los movimientos, puede que el 20 de enero sea tarde para que “el mejor amigo que Israel ha tenido en la Casa Blanca” —como lo definió una vez Netanyahu— vuelva para instaurar la Pax Trumpiana.