Un aislado Netanyahu ignora a las FDI y vuelve a atacar Rafah pese a las necesidades humanitarias
Las FDI anunciaron el domingo una "pausa táctica" en las operaciones militares en el sur de Gaza. Horas después, Netanyahu defendía lo contrario.
18 junio, 2024 02:31Sin aviso previo, las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) publicaron el pasado domingo en sus redes el anuncio de una “pausa” en sus actividades desde las ocho de la mañana a las siete de la tarde en la ruta que une el paso de Kerem Shalom con la carretera de Salah al-Din.
La pausa se calificaba de permanente “hasta nuevo aviso” y decía responder a las necesidades humanitarias en la zona del sur de Gaza, asolada por la condensación de refugiados y los problemas para canalizar la ayuda por tierra y por mar, habida cuenta del fracaso del puerto portátil en el que Estados Unidos se gastó millones de dólares.
Todo apuntaba a un guiño a la comunidad internacional y en particular a su principal socio. De hecho, el anuncio se publicó en inglés y en árabe. Sin embargo, horas después, el gobierno de Netanyahu se mostraba en contra de tal decisión y anunciaba su compromiso a continuar con los bombardeos sobre Rafah y el sur de Gaza.
El ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, tomaba como casi siempre la iniciativa con unas declaraciones incendiarias: “Quienquiera que haya decidido optar por una 'pausa táctica' con fines humanitarios, especialmente en un momento en el que los mejores de nuestros soldados están cayendo en batalla, es alguien malvado y estúpido que no debería continuar en su puesto”.
Para que nadie sospechara y, de nuevo, con el fin de agradar a sus socios, el propio Netanyahu salió en primera persona a refutar a las FDI, asegurando, además, que “no había tenido noticias” de la decisión antes de que se publicara, algo muy improbable. Esas declaraciones también se hicieron por redes sociales, pero en hebreo, lo que hace indicar que hay un discurso para fuera de Israel y otro para consumo interno.
La crisis de Benny Gantz
La hipótesis de que el primer ministro no se enterara de una decisión de tal calado es absurda. Es cierto que Netanyahu vive su momento de mayor aislamiento desde el 7 de octubre, y ya es decir, pero no puede haber llegado a esos límites. El Gabinete de Guerra que él mismo ha disuelto este lunes aún estaba activo el pasado domingo cuando las FDI anunciaron su estrategia.
Es de suponer que la decisión fue como mínimo consultada con Netanyahu y con su ministro de Defensa, Yoav Gallant, los dos miembros restantes tras la decisión de Benny Gantz de abandonar sus cargos en la administración.
Lo que es difícil saber es si se trata de un intento desesperado de mantener a la vez discursos contradictorios para contentar a todo el mundo o si Netanyahu, simplemente, cambió de idea en cuanto recibió las primeras presiones.
Lo más lógico parece lo segundo y eso abunda en la sensación que da de soledad en lo más alto, empujado por las corrientes del viento y sin un plan claro y definido por delante. Precisamente es la razón que dio Gantz para abandonar la colaboración de emergencia que se había instaurado tras la masacre del grupo terrorista Hamás.
Es preciso decir que Netanyahu ya gobernaba sin la ayuda de Gantz antes de su entrada en el ejecutivo de unidad. En ese sentido, su puesto como primer ministro, salvo que Ben Gvir estuviera pensando en él en sus declaraciones o que no sea capaz de satisfacer las ansias de purga del extremista ultraortodoxo, no debería peligrar a corto plazo.
Varios políticos de Estados Unidos, incluyendo al propio presidente Joe Biden, han insinuado o asegurado en los últimos meses que buena parte de la incapacidad de llegar a un acuerdo se debe a la voluntad política de Netanyahu de aferrarse al poder.
La fatalidad del punto medio
Tales insinuaciones pueden tener mucho de cierto, pero obvian lo más importante: Netanyahu puede aceptar lo que quiera por sentido de Estado y por solidaridad con las familias de los rehenes, que volvieron a protestar este fin de semana en las calles de Jerusalén y Tel Aviv… pero Hamás tampoco ha mostrado nunca la más mínima voluntad de renunciar a sus objetivos maximalistas.
Mientras las premisas irrenunciables de los terroristas sean la retirada total de las tropas israelíes y el compromiso a un alto el fuego permanente que les mantenga en el poder en Gaza, el acuerdo va a ser imposible con cualquier primer ministro israelí.
El problema de este choque de trenes es que la situación humanitaria sigue degenerando en toda la Franja. Como ha quedado dicho, el intento de Estados Unidos de hacer llegar la ayuda por mar con su puerto portátil ha quedado en nada.
Los campamentos de desplazados están saturados de familias que sobreviven como pueden entre la escasez de agua y comida y los rigores del calor del desierto a las puertas del verano. Esa es la realidad, por mucho que se matice desde un lado y se exagere desde el otro.
El fracaso de la comunidad internacional está en la incapacidad de encontrar un punto medio. Alimentar a los gazatíes sin que Hamás tome el control de los camiones de abastecimiento y haga su propio reparto. Convencer de un alto el fuego suficientemente sostenido como para que las organizaciones internacionales puedan operar sin miedo a morir en el intento. Revisar, de paso, el papel de dichas organizaciones en Gaza y sus relaciones con los terroristas para evitar toda sombra de sospecha.
Esto, que es lo que vienen pidiendo Estados Unidos, Qatar, Egipto y demás mediadores desde el fin del alto el fuego de noviembre, se acaba perdiendo en cuanto uno exige al otro que antes se rinda, algo que no va a suceder. Ni Hamás va a renunciar al poder mientras le quede un túnel donde almacenar hombres y proyectiles, ni Israel va a renunciar a su ofensiva hasta que no destruya dicho túnel.
La crueldad es algo consustancial a esta guerra: ambos bandos se han comprometido a causar el mayor daño posible a su enemigo con todos los medios a su alcance. Lo vimos el 7 de octubre y lo hemos visto desde entonces. Si el acuerdo es imposible incluso dentro de un mismo bando, como hemos visto con Sinwar y Haniyeh o ahora con Gantz y Netanyahu, ¿cómo esperar que se arreglen con el contrario?