Netanyahu en la cuerda floja: el Ejército desconfía de él y el Likud le critica por "no tomar decisiones"
Los israelíes están convencidos de que su primer ministro, que elude asumir su responsabilidad por el ataque de Hamás, "está acabado".
"También yo tendré que dar respuestas", declaraba Benjamín Netanyahu en su intervención del miércoles noche. El primer ministro de Israel respondía al aluvión de críticas que recibe durante estos días sobre cómo gestiona la crisis y cómo ignora su responsabilidad sobre lo que sucedió el 7 de octubre. Lejos de asumirla, se ha desvinculado por completo de todo lo que tenga que ver con ese sábado negro. Pero son muchas las voces en el Estado hebreo que manifiestan que el primer ministro ya debería haber dimitido.
Sí han emitido sus mea culpa el jefe del Estado Mayor, el líder de la inteligencia de las FDI, el comandante de la fuerza aérea, el jefe del Shin Bet e incluso el ex primer ministro, Naftali Bennet. Esto le ha venido de perlas a Netanyahu, que se ha respaldado en los que sí han reconocido su responsabilidad para eludir dar explicaciones sobre su toma de decisiones ―o la ausencia de ellas―. "Se equivoca al creer que puede evadir la rendición de cuentas después de que altos oficiales militares ya hayan dicho que son responsables", comentan fuentes militares, que declaran: "Ha olvidado que él también es responsable".
El primer ministro no solo está tirando balones fuera, sino que, según fuentes de Defensa, está preparando al Ejército para que cargue con la culpa de no haber previsto el ataque de Hamás hace dos semanas. "Netanyahu está haciendo campaña contra el Ejército. Está reuniendo pruebas para demostrar que él no tiene la culpa y que no obtuvo la información de inteligencia", comentan.
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Según otro funcionario, "está claro lo que Netanyahu está haciendo: ya escuché a un corresponsal hablar sobre las críticas que está realizando a algunos oficiales [militares]. Es vergonzoso". Según el diario Walla, el primer ministro está preparando un caso judicial contra los militares, aconsejado por su esposa Sara. Netanyahu estaría recopilando comunicaciones, actas de reuniones de seguridad y citas de altos funcionarios de defensa sobre evaluaciones de inteligencia erróneas de Hamás.
Al mismo tiempo, está tomando medidas como el nombramiento de su nuevo portavoz para los medios de comunicación extranjeros, Mark Regev, que ya ejerció ese cargo para Netanyahu en el pasado. Algo que han criticado duramente los funcionarios de defensa y lo han tachado de inusual, ya que, durante una guerra, es el ministro de Defensa y el jefe del Estado Mayor de las FDI los que suelen mantener una comunicación continua con los corresponsales y no con ningún portavoz del primer ministro.
"Sólo para ilustrar", comentan fuentes de defensa, "el jefe del Estado Mayor no se ha reunido con ningún corresponsal. El primer ministro ya los ha visto dos veces". Pero las fricciones que se están produciendo entre el primer ministro y el Ejército no son precisamente nuevas. Empezaron hace 9 meses, cuando Netanyahu impulsó la controvertida reforma del poder judicial. Como parte de las protestas contra la reforma, reservistas de todas las unidades del Ejército se negaron a ir a la reserva. Algo que afectó directamente a la seguridad nacional y, que ha cobrado un alto precio en la preparación de los militares en la actual guerra.
Fue advertido públicamente sobre este peligro por el ministro de Defensa, Yoav Gallant, al que Netanyahu despidió inmediatamente tras esas declaraciones, y readmitió a los pocos días. También le previnieron sobre este peligro ex primeros ministros, ministros de Defensa, jefes del Estado mayor y cientos de exgenerales. "Es el primer ministro en la historia de las de las democracias que hace la guerra a su propio país, a sus instituciones y cimientos. Durante años, pero especialmente desde que lanzó su golpe constitucional antidemocrático en enero, ha declarado la guerra a las élites de Israel, al sistema judicial, al sistema de pesos y contrapesos y, por extensión, al Ejército, al que considera una camarilla elitista que socava su agenda política", expresaba recientemente Alon Pinkas, periodista y analista político israelí.
En medio de toda esta controversia, en el seno del partido Likud de Netanyahu se experimenta un cambio vertiginoso. En cuestión de días, han pasado de defenderlo como 'líder fuerte' a criticarlo abiertamente a medida que la crisis se intensifica."El destino de este gobierno quedó sellado el 7 de octubre, y el destino del Likud también quedó sellado ese sábado negro", comenta un ministro del Likud al que se protege su identidad. "Todas las decisiones que Netanyahu ha tomado en los últimos dos años han sido malas, incluida la reforma [judicial]", expresa. "O no toma ninguna decisión o toma malas decisiones".
En relación a la falta de toma de decisiones, desde la oposición y desde el Ejército se presiona para dejar de posponer la entrada en Gaza, algo que se percibe como cobardía. Sin embargo, el hecho de que la incursión terrestre se está retrasando, crea muchas dudas entre los miembros del partido, que afirman no tener suficiente información para rebatir la toma de decisiones. "No sabemos qué consideraciones se esconden detrás del retraso de la incursión terrestre: Joe Biden, el frente norte, o los prisioneros y rehenes", comenta el ministro.
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Sin embargo, Gallant dice: "Existe una completa unanimidad sobre el hecho de que después de la guerra, Netanyahu está acabado. Mientras hablamos, el Likud se está preparando para poner la cabeza de Netanyahu en una bandeja para salvar al partido. Si no saca las conclusiones necesarias, otros lo harán por él". En el partido hay divisiones sobre si Netanyahu renunciará tras la guerra. Algunos creen que buscará excusas para quedarse, mientras que otros son escépticos sobre sus intenciones. Hay una lista no confirmada de nombres de ministros del Likud que podrían considerar la dimisión bajo ciertas condiciones, como la negación de responsabilidad por parte de Netanyahu.
Un nombre que no para de sonar es el de la ministra de Inteligencia, Gila Gamliel. Personas cercanas a la ministra niegan que ella tenga algún plan concreto para dimitir y ella ha mantenido silencio sobre el tema. Según estas fuentes, "dimitir justo ahora, en medio de una guerra, sería irresponsable, pero si las políticas [del gobierno] después de la guerra siguen siendo tan radicales, Gamliel ya no guardará silencio. Se vislumbra que Netanyahu aborda la crisis con determinación política para mantenerse en el cargo. Esta situación exige una vigilancia cercana por parte de quienes se preocupan por el país. Para muchos, no parece apto para liderar Israel en medio de esta crisis, llena de incertidumbre.
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Algunos comentaristas de los canales 12 y 13 han expresado que la intensa presencia estadounidense en la guerra, evidenciada por la participación de Antony Blinken y la visita de Joe Biden a Israel, refleja la falta de confianza en el primer ministro y posiblemente en otras instituciones gubernamentales. También, expresaron su desconfianza frente a la capacidad de Netanyahu de manejar esta situación.
Antes estos comentarios, Netanyahu no tardó en reunirse con los editores del Canal 12 para "tirarles de las orejas" e invitarles a que no minen la moral de las tropas y la sociedad civil. Sin embargo, el analista político Alon Pinkas dice que "antes de hacer cualquier exigencia a los medios, él mismo debería tomar medidas. Netanyahu sólo tiene una obligación en este momento: ignorar la política y dedicar toda su energía a la crisis de seguridad. Si no es capaz de hacerlo, debería dimitir".