Azerbaiyán ha lanzado este martes una ofensiva en la región separatista de Nagorno Karabaj, de mayoría armenia. Este paso, que tiene el propósito de expulsar a las formaciones militares armenias de la zona, podría conducir a un nuevo conflicto entre Bakú y Ereván. Artsaj ―otro nombre por el que se conoce la región― ya ha sido escenario de dos guerras desde la caída de la Unión Soviética en 1991. La última de ellas se libró en otoño de 2020.
La "operación antiterrorista" con la que Azerbaiyán ha sorprendido esta mañana ha activado el miedo a que se vuelva a la lucha de hace tres años. Una semana después de que Bakú acordara abrir el corredor que separa el enclave azerbaiyano de Armenia, el Estado administrador ha cambiado el rumbo de las negociaciones, y ha atacado Nagorno Karabaj con una "ofensiva militar a gran escala", según el gobierno de la región. Por ahora, se conoce la muerte de 25 personas, entre ellas dos civiles karabajíes ―entre ellos un niño―. Un contraataque en la ciudad azerbaiyana de Shusha también ha acabado con la vida de un ciudadano del país musulmán.
El primer ministro armenio, Nikol Pashinián, no ha tardado en recurrir a los principales aliados de Armenia para conseguir ayuda. A lo largo del día, ha estado en contacto con el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, quien según fuentes del Departamento de Estado se implicará en el conflicto "en las próximas 24 horas". La diplomacia francesa también ha prometido a Ereván una "respuesta contundente" de París, que ya ha solicitado una reunión urgente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Al margen de esto, Armenia ha llamado a las tropas de paz rusas desplegadas en Nagorno Karabaj a "tomar medidas claras e inequívocas" para poner fin a la "agresión de Azerbaiyán" contra este territorio. La involucración rusa es improbable: Ereván ha realizado "acciones hostiles" hacia Moscú los últimos meses, como comprometerse a ratificar el Estatuto de Roma, por el que las autoridades tendrían que detener a Vladímir Putin si pusiera pie en Armenia. El distanciamiento del país caucásico de la órbita de influencia rusa es tal que su ejército ha empezado a realizar ejercicios militares con las fuerzas armadas de Estados Unidos.
El portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, Dmitri Peskov, se ha comunicado tanto Pashinián como con el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, para procurar un alto el fuego como el que se consiguió con más o menos éxito en 2020: Bakú recuperó franjas de terreno en Karabaj y sus alrededores que había perdido en un conflicto anterior en la década de 1990. Como respuesta al poco compromiso de Moscú, Armenia ha acusado a Rusia de estar demasiado distraída con su guerra en Ucrania como para proteger su propia seguridad y ha acusado a las fuerzas de paz rusas en Karabaj de no hacer su trabajo.
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Los testimonios de la región indican que la intensidad del fuego en la línea de contacto se ha reducido significativamente. Pero el comunicado emitido esta mañana por el Ministerio de Defensa de Azerbaiyán aseguraba que la "operación antiterrorista" de Bakú no cesaría hasta "desarmar y asegurar la retirada de formaciones de las fuerzas armadas de Armenia de nuestros territorios, (y) neutralizar su infraestructura militar".
El Gobierno de Aliyev dice atacar sólo objetivos militares legítimos con "armas de alta precisión" y no a civiles, aunque al menos tres personas no uniformadas ya han muerto. Pashinián, que ha mantenido conversaciones de paz con Azerbaiyán, ha denunciado que la "agresión a gran escala" de esta mañana ha bombardeado las ciudades donde residen los karabajíes, lo que Ereván interpreta como otro intento de "limpieza étnica" de Bakú para que los armenios de Nagorno Karabaj abandonen la región.