La foto de un turista ruso en Crimea permite a Ucrania destruir defensas antiaéreas de Putin
Al inutilizar la batería y, probablemente, el radar que suele acompañar a estos modelos, Ucrania vuelve a dejar a ciegas a Rusia en la zona.
15 septiembre, 2023 03:16Después del ataque del pasado miércoles sobre el puerto de Sebastopol, en el que Rusia perdió el submarino 'Rostov-del-Don' (tipo Kilo) y el buque de desembarco 'Minsk' (clase Ropucha), además de sufrir importantes daños en las instalaciones, este jueves Ucrania ha continuado con sus bombardeos sobre Crimea. En concreto, sus drones habrían alcanzado y destruido una batería de misiles antiaéreos S-400 cerca del puerto de Eupatoria, también en el sur de la península, a poca distancia de la capital.
El ataque demuestra una vez más los problemas de Rusia a la hora de asegurar su espacio aéreo en una zona vital para sus intereses. Crimea no solo es importante desde el punto de vista político y sentimental -es el único territorio que Putin se anexionó directamente en 2014 y se ha convertido en la joya de la corona de su administración- sino militar. A Sebastopol llegan todo tipo de suministros, incluido armamento, que luego se distribuyen por el frente sur de Zaporiyia y Jersón.
Hasta hace muy poco, esta zona era completamente segura puesto que los HIMARS no llegaban tan lejos. La aparición en escena de los Storm Shadows británicos y los misiles de crucero Neptuno de fabricación ucraniana junto a la pericia de los drones de combate ha hecho que ni siquiera esta zona sea ya de confianza para Rusia, que tendrá que buscar otros lugares donde esconder sus bases en la retaguardia... y confiar en que nadie revele su nueva localización antes de tiempo.
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La foto de la polémica
Habrá quien se acuerde aún de lo sucedido el día de Año Nuevo en Makiivka (Donetsk) cuando al menos 63 soldados (según fuentes rusas, las ucranianas hablaron de 300) murieron en un cuartel geolocalizado por las señales de los teléfonos móviles de varios de los ahí presentes. Ucrania sabía que Rusia iba a reunir a un grupo importante de sus reservistas en una localidad concreta, pero no sabía cuál. La pista la dieron las telecomunicaciones y los efectos fueron devastadores para el ejército invasor.
De modo parecido, la batería S-400 destruida entre Eupatoria y Zaozerne fue geolocalizada hace más de un año... por la foto de un turista ruso de visita a una playa cercana. El turista se hizo la foto señalando el sistema de defensa, la publicó en sus redes sociales e inmediatamente el Ministerio de Defensa ucraniano ubicó el lugar exacto donde se encontraba y lo publicó con una notable dosis de sorna: "Tal vez somos demasiado duros con los turistas rusos... A veces, pueden ser de gran ayuda. ¡Gracias y a seguir así!", tuiteó la cuenta oficial del ministerio junto a la foto del veraneante en cuestión.
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De esto, ya decimos, hace catorce meses... pero por entonces, Ucrania, como ha quedado señalado, no tenía posibilidad de atacar ese punto exacto. Ahora sí. El hecho de que Rusia ni siquiera se haya molestado en retirar la batería antiaérea, valorada en unos 500.000 dólares, en todo este tiempo, dice mucho de la mezcla de arrogancia y desidia con la que actúan sus altos mandos. Tanto si la historia de la fotografía es cierta como si la geolocalización se produjo de otra manera, no es normal que las coordenadas exactas estuvieran publicadas en julio de 2022... y el sistema siguiera ahí en septiembre de 2023.
El dominio del Mar Negro
Al inutilizar la batería y, probablemente, el radar que suele acompañar a estos modelos, Ucrania vuelve a dejar a ciegas a Rusia. Es una táctica que ya hemos visto antes en Jersón y que hace que el ejército invasor no pueda determinar por donde va a venir el siguiente ataque. Desaparece así buena parte de la supuesta superioridad aérea y queda Crimea expuesta a nuevos bombardeos. El hecho de que el puente de Kerch haya tenido que ser cerrado momentáneamente al tráfico también supone un problema logístico importante. Desde el punto de vista económico, las playas se están vaciando. Nadie quiere pasar sus últimos días de verano en una zona de guerra.
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Al atacar Crimea, Ucrania busca dos objetivos: el primero, dañar la retaguardia rusa e impedir el fácil traslado de tropas y armas de la península a los frentes de Zaporiyia y Jersón. El segundo, casi tan importante, discutir a Rusia el dominio del Mar Negro, algo insólito si se tiene en cuenta que Ucrania no tiene una fuerza naval digna de ese nombre. Más allá de las dos embarcaciones destruidas en el ataque de Sebastopol, el daño que se haya podido producir en los diques es clave, pues un puerto sin diques operativos no tiene sentido alguno.
En ese sentido, Rusia se tendrá que buscar otro enclave para anclar, reparar o transportar sus naves... y aun así no le será fácil evitar la misma amenaza ni en Mariúpol, ni en Rostov ni en Novorossiysk, donde ya fue atacado un buque de guerra a principios del mes de agosto. Es un golpe descomunal a la cadena de suministro y, tarde o temprano, se hará notar en primera línea del frente, donde Ucrania sigue intentando avanzar hacia el sur y el este de Robotyne, buscando la brecha definitiva que ayude a un posible derrumbamiento del ejército ruso en la zona para separar así las fuerzas del este de las fuerzas del sur. El gran objetivo, aún lejano, de esta contraofensiva.