El triángulo que conforman Jersón (suroeste), Melitopol (sureste) y Zaporiyia (centro-este) se ha identificado desde hace meses como el objetivo principal de la esperada contraofensiva ucraniana que Kiev lleva tiempo anunciando. A pesar de que en todo este tiempo los combates se hayan centrado en Bakhmut y alrededores. A pesar de que los "avances en varias direcciones" que anunciaba ayer la portavoz del Ministerio de Defensa ucraniano fuesen más encaminados a los accesos a Mariupol. Recuperar Zaporiyia para paliar los problemas energéticos y cortar a las tropas rusas en el eje Jersón-Melitopol. Todo con un único objetivo final: Crimea.
Los planes de Zelenski y su plana mayor, pese a que sus movimientos estratégicos siempre han sorprendido a Rusia, se han visto retrasados primero por el invierno y después por las lluvias. La nieve y el barro no son buenos amigos de sus nuevos Leopard o del resto de los carros de combate como tampoco favorecen los movimientos de la tropa de infantería.
Todo lo anterior no hace sino justificar y dar sentido (militar y estratégico) a lo ocurrido en la madrugada de este martes en la presa de Nova Kajovka de la misma forma que tuvo una lógica aplastante en marzo de 2022 cuando el gobierno de Kiev decidió anegar los alrededores de la capital ucraniana para evitar otro intento de asalto al corazón del país.
Este movimiento viene a reforzar la estrategia rusa de proteger Melitopol para impedir que Crimea pueda perder la conexión terrestre con el territorio ucraniano anexionado por Rusia. Dentro de esa estrategia, Rusia ha construido tres niveles de defensas a lo largo de 120 kilómetros al sur de la región de Zaporiyia. Una distancia que abarca el territorio comprendido desde el río Dniéper hasta Melitopol y donde se han foritificado una primera línea de posiciones de combate avanzadas y dos zonas de defensas casi continuas y más elaboradas separadas por aproximadamente entre 10 y 20 kilómetros.
Así, y por mucho que Rusia argumente que la presa se ha derrumbado "debido a los daños" continuos que, además, se han multiplicado por las "huelgas que están sucediéndose en Ucrania" (eso dice el FSB, servicio secreto heredero del KGB), lo cierto es que si a alguien beneficia es al Kremlin y a sus intereses inmediatos de desmoronar la cacareada contraofensiva de Ucrania y la utilidad de sus nuevas armas occidentales. Además, no se puede obviar que la presa estaba controlada por los rusos casi desde el inicio del conflicto.
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En resumen: de nada sirven los Leopard, los Abrams M1 o los Challenger británicos si no pueden desplazarse por terreno anegado o directamente inundado. Sin embargo, este no es el único rédito que consigue Rusia.
La voladura (o el derrumbe según los rusos) de la central hidroeéctrica de Nova Kajovka, a 60 kilómetros al norte de Jersón, no afectará de ninguna manera al funcionamiento de la central nuclear de Zaporiyia, bajo control ruso desde casi los inicios de la invasión y cuya energía ya no llega a ningún territorio controlado por Kiev.
Sin embargo, afectará de lleno a la propia central hidroeléctrica lo que no hará sino elevar a la enésima potencia los problemas energéticos de Ucrania tras la campaña desarrollada por Rusia hace no demasiado para destruir todos sus centros productores de electricidad.
Desastre humanitario
La presa, que fue construida en 1956 como parte de la central, retenía algo más de 18 kilómetros cúbicos de agua. Una cantidad que ahora se desplazará a toda velocidad hacia Jersón, ciudad que las tropas ucranianas recuperaron a finales de 2022 y desde donde se habían comenzado a lanzar operaciones anfibias al otro lado del Dnieper casi desde ese mismo momento siempre con la vista puesta en la Península de Crimea.
Según la agencia Reuters, los residentes de un pueblo cercano a la presa vienen advirtiendo que, desde el mes abril, el nivel del agua estaba subiendo a una media de 30 centímetros diarios por los daños que estaba sufriendo la infraestructura. Nada comparado con lo que van a tener que enfrentar a partir de ahora.
Al menos 22.000 personas que viven en 14 asentamientos situados entre la presa y Jersón corren el riesgo de sufrir inundaciones y otros 80 pueblos ya han comenzado las evacuaciones ante el inminente y rápido aumento del nivel del agua.
El medio 'Cornucopia' ha analizado la situación elaborando un modelo de predicción para el peor de los casos en Nova Kajovka. Según este modelo, el agua debería comenzar a subir en Jersón a niveles alarmantes. En base a este modelo predictivo, la mayor parte del territorio en la orilla sur del río se inundará, lo que creará una alerta humanitaria para una población que ya viene sufriendo los rigores de la guerra desde febrero del año pasado.
Con todo, Rusia ha conseguido un triple objetivo: 1) frenar, retrasar o cambiar el guión de la contraofensiva ucraniana; 2) aumentar los problemas energéticos del gobierno de Zelenski; y 3) provocar una catástrofe humanitaria que vendrá a sumarse a los problemas de gestión de Kiev en medio de una guerra en su propio territorio.
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Medios rusos acusan a Ucrania de haber utilizado una "bomba sucia" contra la presa, pero lo cierto es que lo sucedido en Nova Kajovka únicamente beneficia al Kremlin. Al menos en el corto plazo.
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