Francia está enfadada. Este martes, cientos de miles de ciudadanos han vuelto a salir a las calles del país para protestar contra la reforma de las pensiones aprobada por el Gobierno de Emmanuel Macron. En la que es la décima jornada de huelga general se prevé que las movilizaciones sean masivas y que haya enfrentamientos ocasionales entre manifestantes y policías.
De hecho, a las 15:00 horas, las autoridades informaron de la detención de 18 personas en París, donde se han registrado numerosos altercados en los últimos días. En otras ciudades, como Toulouse, Nantes o Rennes, los franceses han bloqueado vías de tren y carreteras y han prendido fuego a las bolsas de basuras que llevan días amontonadas en las calles por el parón de la actividad de los basureros.
Por su parte, el Ministerio del Interior ha movilizado a 13.000 policías y gendarmes, una cifra sin precedentes, para blindar Francia. Ante semejante tensión, los sindicatos han ofrecido una mediación que dejaría en suspenso retrasar la jubilación a los 64 años y que ha sido rechazada frontalmente por el Ejecutivo.
De esos 13.000 policías, 5.500 han sido destinados exclusivamente a París, aunque también habrá importantes contingentes en ciudades como Burdeos, Lyon, Nantes, Dijon y Rennes, donde se esperan graves disturbios como los de la semana pasada y que provocaron que Carlos III suspendiera su visita de Estado a Francia.
El ministro del Interior, Gérald Darmanin, ha advertido que varios grupos de manifestantes violentos se unirán a las protestas en París y otras ciudades con el objetivo de "incendiar Francia a sangre y fuego" y que, por ello, se han desplegado 90 unidades de fuerzas móviles. "Este es un nivel de movilización nunca antes alcanzado", ha afirmado Darmanin, que ha pedido a los agentes policiales hacer uso de la "indispensable proporcionalidad de la fuerza".
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Desde primera hora de la mañana ya son varios los puntos problemáticos en todo el país con puertos, trenes y accesos por carretera bloqueados, universidades con piquetes y gasolineras sin apenas combustible. También se han cancelado decenas de vuelos en los aeropuertos de París-Orly, Marsella-Provenza y Toulouse y se prevé que esta situación continúe los próximos días. Ya son miles de personas las que están manifestándose en las calles de Francia, aunque se prevé que hasta 800.000 personas se unan esta tarde a las concentraciones ya organizadas.
Las manifestaciones de la semana pasada provocaron graves disturbios y violencia en ciudades como París, Burdeos, Rennes y Nantes. De hecho, en Burdeos un grupo de manifestantes quemó parte de la fachada del Ayuntamiento y en la capital decenas de coches y de elementos de mobiliario urbanos ardieron.
Sindicatos ofrecen mediación
Frente a esto, y en pro de evitar disturbios, el líder de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), el principal sindicato del país, ha propuesto buscar una mediación en la crisis social provocada por esta reforma durante la cual se suspendería retrasar la jubilación a los 64 años.
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"Hay que poner en suspenso la medida de los 64 años" y durante un periodo que podría ser de un mes o un mes y medio buscar "una mediación" para que el Gobierno y los sindicatos puedan sentarse en torno a una mesa para negociar sobre el trabajo, ha señalado este martes Laurent Berger en una entrevista a la emisora France Inter.
"Hay que buscar una vía de salida" a la situación actual, subrayó Berger, que insistió en que los sindicatos no van a sentarse con el Ejecutivo de Emmanuel Macron, como ha propuesto el presidente, si tienen vetado hablar de la reforma de las pensiones.
"Nosotros no queremos ganadores y perdedores en esta crisis social, sino salir por lo alto" y hacer bajar la tensión", afirmó, mostrándose totalmente en contra la violencia. De hecho, Berger ha condenado el uso de la violencia "sin ambigüedades" e hizo hincapié en que la violencia "oculta esta formidable movilización que en la mayor parte de los casos es pacífica".
Popularidad hundida
La posición de Macron y de su Gobierno para intentar salir del atolladero es mostrar disposición a negociar con los sindicatos cuestiones relacionadas con el trabajo e incluso con el poder adquisitivo, pero en ningún caso sobre la reforma de las pensiones, que sigue su procedimiento una vez adoptada por decreto, con su examen por el Consejo Constitucional en las próximas tres semanas.
Más allá de la presión que tiene en la calle, la popularidad de Macron no deja de bajar. De hecho, según una encuesta del instituto Odoxa para la cadena Public Sénat muestra que sólo el 30 % de los franceses consideran que Macron es un buen presidente, seis puntos menos que en febrero.