De todos los escenarios posibles para el ejército ucraniano en el "caldero" de Zolote y Hirske, el actual no es de los peores. Pese al riesgo obvio de seguir mandando hombres a una zona con una marcada desventaja de armas y soldados, parece que la gran mayoría de las tropas que defendían la zona -a 25 kilómetros al sur de Lisichansk- ha conseguido huir de la encerrona rusa y ha evitado así el embolsamiento. Era uno de los temores más extendidos en las últimas semanas: que las tropas de élite no solo fueran víctimas de un cerco en Sievierodonetsk, sino que lo hicieran en estas localidades al norte del saliente de Popasna.
Con todo, las tropas de retaguardia que sí han quedado atrapadas parecen condenadas a la rendición o el aplastamiento. No se sabe exactamente de cuántos soldados estamos hablando ni de cuánto equipamiento militar ha quedado en la zona embolsada. Con la toma de Rai-Oleksandrivka y Loskutivka, Rusia cerraba este miércoles el cerco sobre Zolote justo después de que pudiera retirarse el gran grueso de las tropas ucranianas desplegadas. Sabemos que quedan tropas en Zolote y en Hirske y que hay fuerzas de la Defensa Territorial presentes en la zona. El número exacto es difícil de determinar.
Las cuentas prorrusas hablaban este miércoles de más de 10.000 soldados ucranianos que se habrían rendido al invasor, pero esa cifra es muy exagerada. Ucrania probablemente no haya dispuesto en ningún momento de tal cantidad de hombres en ese espacio tan reducido. Estaríamos hablando de unos diez batallones repletos… y repleto no queda nada en el Donbás ahora mismo. Entre esos diez batallones y las cantidades más bien testimoniales de las que hablan las fuentes ucranianas, probablemente haya que buscar un término medio: tal vez tres o cuatro batallones muy mermados, es decir, en torno a los mil soldados en total, tirando por arriba.
[Los Balcanes piden a la UE que no les relegue en beneficio de Ucrania para su entrada al club]
Como decíamos al principio, Ucrania ha evitado el desastre total, pero perder mil hombres -incluso quinientos- en una maniobra que todo el mundo estaba viendo venir es una pésima noticia. Hablamos de cuerpos de élite muy necesarios para defender Lisichansk, el acceso a la T1302 y, sobre todo, el eje Sloviansk-Kramatorsk, ahora mismo en un segundo plano para la ofensiva rusa, pero que pronto se convertirá en el principal objetivo del ejército ocupante.
Las prisas rusas se están pegando innecesariamente
Queda por determinar ahora si esas tropas de retaguardia, en el número que corresponda, van a luchar como lucharon las de Mariúpol o van a rendirse al enemigo. La primera opción abre una posibilidad al pequeño "milagro" de revertir la tendencia y abrir un hueco en el cerco ruso, lo que podría permitir una escapatoria improbable. La segunda permitiría a Rusia cerrar la batalla de Zolote sin muchas más bajas de las ya sufridas. Seguramente, Kiev apueste por aguantar todo lo posible e impedir que esas tropas de ataque se puedan utilizar en otros frentes, pero el instinto de supervivencia puede decidir otra cosa.
De hecho, ya se han filtrado imágenes de tropas rusas en el mismo Zolote, la otra ciudad junto a Lisichansk que estaba en total control por parte del ejército ucraniano en la región de Lugansk. Si los rusos o sus aliados ya han llegado hasta ahí tan fácilmente, es muy probable que las rendiciones ya hayan comenzado… o que el número de atrapados en el círculo sea menor del que hemos calculado y no tengan manera de defenderse.
En cualquier caso, el embolsamiento de Zolote y Hirske debería servir de lección para evitar maniobras similares en el futuro. Es razonable que Rusia esté poniendo toda la carne en el asador para conquistar villorrios y justificar su "operación militar especial". Todo territorio que pueda poner de color rojo en un mapa les sirve de propaganda interior y exterior. A los cuatro meses exactos del principio de la invasión, los avances son tan escasos que ni siquiera han terminado de conquistar la región de Lugansk, que ya controlaban casi al cincuenta por ciento antes de la invasión de febrero.
[El corredor Suwalki, talón de Aquiles de la OTAN: por qué puede empezar aquí la III Guerra Mundial]
Sin embargo, Ucrania no debería tener tantas prisas ni debería dar tanta importancia a lugares que sin duda tienen su carga de simbolismo, pero cuya defensa puede costar demasiadas vidas y demasiadas armas. Mientras tengan claros los límites de sus retiradas, jugar al ratón y el gato con el torpe y excesivo ejército ruso puede seguir siendo una buena idea. Retirarse para contraatacar. No hablamos de rendiciones puras y duras, sino de la elección de aquellas batallas que realmente se pueden ganar.
Las armas que pueden cambiar la guerra
De hecho, Ucrania necesita ahora mismo capear el temporal con el menor número posible de pérdidas teniendo en cuenta que por fin han llegado los HIMARS desde Estados Unidos. Hablamos de equipos de lanzamisiles de gran precisión que pueden mandar proyectiles a ochenta kilómetros de distancia, lo que supone, en la práctica, la posibilidad de alcanzar cualquier lugar controlado por los rusos. La guerra ha avanzado tan a cámara lenta que es difícil encontrar ochenta kilómetros en línea recta ocupados por los invasores.
Obviamente, estos HIMARS requieren de una formación y llegan tarde para la lucha por el control de Lugansk, pero pueden ayudar a la hora de cortar las líneas de suministro rusas en Izium y, por consiguiente, entorpecer el avance hacia Sloviansk por la E40. El objetivo de Ucrania, conforme va cediendo territorio, es hacer pagar esas conquistas a Rusia, es decir, dificultar en todo lo posible sus comunicaciones y sus reemplazos.
Recordemos que uno de los principales problemas de Rusia en esta guerra es mantener el control sobre los lugares que va ocupando. Con esto no nos referimos solo a una cuestión de ley y orden, sino al propio sustento de las tropas que se van quedando en cada pueblo conquistado. No sirve de nada tomar Sievierodonetsk si luego no puedo dejar ahí dos o tres batallones o no puedo abastecerlos correctamente. Si las líneas de comunicación y suministro se ven en peligro y no llegan las armas, los bienes ni los reemplazos, Rusia se verá obligada a retroceder, como hizo en Kiev y como hizo en Járkov. El presente es importante, por supuesto, pero en una guerra de desgaste, no conviene obsesionarse con el corto plazo.