La guerra de Vladímir Putin ha provocado una aceleración sin precedentes en la tradicionalmente lenta maquinaria de la Unión Europea. Decisiones que hace apenas unas semanas parecían inconcebibles, ahora se convierten en realidad. En la cumbre que empieza este jueves en Bruselas, los jefes de Estado y de Gobierno de los 27 tienen previsto conceder a Ucrania, por unanimidad y sin apenas discusión, el estatus de país candidato a entrar en el club comunitario.
Los líderes europeos reconocerá además como país candidato a la vecina Moldavia, que también está en el punto de mira del Kremlin. Sólo Georgia se queda descolgada de este momento histórico por haber retrocedido en materia de estándares democráticos.
Kiev avanza así a la casilla de salida en el proceso de adhesión, que en todo caso tardará años o incluso décadas. Su candidatura pone a prueba la capacidad de la UE para absorber a nuevos miembros. Con sus más de 40 millones de habitantes, Ucrania se convertiría en el quinto país más poblado de la UE, por detrás de Alemania, Francia, Italia y España y por delante de Polonia. Una adhesión que alterará profundamente los equilibrios de poder dentro de la Unión y desplazará su centro de gravedad hacia el Este.
[Bruselas recomienda conceder a Ucrania el estatus de país candidato a la UE pero con condiciones]
La concesión del estatus de candidato (un proceso que normalmente cuesta años) se ha completado en un tiempo récord. Volodímir Zelenski firmó la solicitud de entrada el pasado 28 de febrero, cuatro días después del estallido de la guerra. Descartada de momento su entrada en la OTAN, el presidente ucraniano ha convertido la candidatura a la UE en un emblema de su combate contra el Kremlin.
Desde el primer minuto, Zelenski contó con el apoyo de Polonia y los Bálticos, que están en primera línea del choque con Moscú. Pero ha logrado convencer incluso a los más escépticos. Los últimos en ceder han sido el francés Emmanuel Macron y el alemán Olaf Scholz, que anunciaron su cambio de postura durante su visita a Kiev la semana pasada. Después, la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, publicó un dictamen positivo, que acabó de decantar a los indecisos más recalcitrantes, Países Bajos y Portugal.
¿Por qué se ha producido este vuelco? "Simplemente porque apoyamos a Ucrania y porque es un imperativo político y estratégico, pero también moral. Eso es lo que ha cambiado", resumía el lunes la nueva ministra de Exteriores de Francia, Catherine Colonna. Se trata de una "manifiestación de fuerza, unidad y apoyo a un país agredido por Rusia", coincide el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell.
No habrá más atajos
Gracias a esta convergencia acelerada, los líderes europeos aprobarán la candidatura de Ucrania en cuestión de minutos, en lugar de enzarzarse en un debate tormentoso y divisivo hasta altas horas de la madrugada, como se preveía inicialmente. El borrador de conclusiones de la cumbre ni siquiera recoge en detalle las siete condiciones previas impuestas por Bruselas en materia de lucha contra la corrupción y refuerzo de la independencia judicial.
Eso sí, una vez conquistada la casilla de salida, los jefes de Estado y de Gobierno avisan a Ucrania de que no habrá más atajos. Para empezar, el Gobierno de Kiev deberá poner en práctica todas las reformas exigidas antes de que la UE dé ningún paso adicional. Unas reformas que según ha admitido la propia Von der Leyen son especialmente difíciles para un país en guerra.
"Los progresos de cada país hacia la UE dependerán de sus propios méritos a la hora de cumplir los criterios (de adhesión) de Copenhague, incluyendo la capacidad de la UE de absorber a nuevos miembros", dice el borrador. Un proceso que siempre es largo y tortuoso. España presentó su candidatura en 1977, pero no se convirtió en miembro de pleno derecho hasta 1986. Macedonia del Norte tiene el estatus de candidato desde 2004, pero aún no ha podido iniciar las negociaciones de adhesión. Y el diálogo con Turquía empezó en 2005 pero lleva años paralizado y cada vez es más improbable su entrada en la UE.
Además, la capacidad de la UE de absorber a Ucrania, aunque sea muy a largo plazo, preocupa a los socios del club y centrará buena parte de las discusiones en el Consejo Europeo. "Cuando se integra a un país de este tamaño, se plantea la cuestión de la capacidad de absorción. Y es una cuestión que aparecerá en los debates y en las conclusiones", explica un alto funcionario de la UE.
"La entrada de un país con 40 millones de habitantes tendrá un impacto significativo en la estructura de la UE, la estructura por ejemplo de la política agrícola común o de los fondos estructurales. Será necesario hacer una adaptación que podría obligar incluso a revisar los Tratados", ha apuntado el ministro de Exteriores de Portugal, Joao Gomes Cravinho.
El reparto del dinero y del poder
Efectivamente, la primera cuestión que se plantea es el coste de integración. Antes del estallido de la guerra, el PIB per cápita de Ucrania representaba apenas el 29,8% de la media de la UE. Eso significa que Kiev se convertiría automáticamente en el principal beneficiario de los fondos regionales de la UE, en detrimento de España, Portugal o Grecia. Ucrania es también una de las principales potencias agrícolas europeas, con lo que absorbería buena parte de los fondos de la PAC.
A ello hay que sumar los costes de la reconstrucción tras la guerra, que el presidente del Banco Europeo de Inversiones (BEI), Werner Hoyer, estima que ascenderán a 1 billón de euros. Los líderes europeos tienen previsto debatir además durante la cumbre una primera ayuda de emergencia de 9.000 millones para que el Gobierno de Kiev pueda costear en los próximos meses los servicios publicos esenciales y pagar a sus funcionarios.
La segunda gran cuestión será el reparto del poder, ya que tanto la distribución de escaños en la Eurocámara como el peso de cada Estado miembro en el Consejo de ministros de la UE, que es el órgano donde se toman las grandes decisiones, depende de la población. Tras el Brexit, el Parlamento Europeo redujo su número de escaños de 751 a 705, pero la entrada de Ucrania obligaría probablemente a revisar de nuevo las cifras. Alemania ya ha hecho saber que quiere más eurodiputados en el nuevo reparto.
La entrada de nuevos Estados miembros aumenta las posibilidades de bloqueo en la toma de decisiones de la UE, especialmente en las áreas que requieren unanimidad, como la política exterior o los impuestos. Por eso, tanto Scholz como Von der Leyen proponen acabar con los vetos nacionales y adoptar todas las decisiones por mayoría cualificada. Una decisión para la que se requeriría la unanimidad de los Estados miembros. Una cuadratura del círculo que ahora mismo se antoja imposible.