Reino Unido ha pasado de celebrar los fastos del Jubileo de la reina Isabel II, que tuvieron su broche de oro el domingo, a la vomitona y la resaca del 'Partygate' de Boris Johnson, que volvió a provocarle dolores de cabeza al primer ministro británico este mismo lunes. A pesar de haber sobrevivido a la moción de confianza. Probablemente, el peor y más duradero malestar por exceso de alcohol que haya vivido nunca un inquilino del número 10 de Downing Street.
Johnson ha sobrevivido a la moción de su propio partido (el conservador, comúnmente denominados 'tories') gracias al apoyo de 211 parlamentarios frente a los 148 que han votado por su destitución. "Lo que debemos hacer ahora es unirnos, como Gobierno y como partido", para "centrarnos en las cosas que creo que realmente le importan a la gente", dijo Johnson a la BBC tras conocerse que más de un 40% de sus diputados han votado en su contra.
El porcentaje de diputados que respaldaron a Johnson fue del 59%. A modo de comparación, su predecesora Theresa May consiguió el apoyo del 63% en 2018 cuando era asediada por sus problemas para sacar adelante el 'brexit'.
También ha salido peor parado que otros exlíderes conservadores, como Margaret Thatcher o John Major, que afrontaron rebeliones internas. Para todos ellos, la votación fue el principio del fin. Para Johnson, sin embargo, fue un resultado "decisivo" y "convincente", que permitirá a su Gobierno pasar página del escándalo de las fiestas. Aunque eso todavía está por ver. Es muy probable que el resultado de la votación de este lunes acabe provocando su asesinato político.
Con todo, Johnson insistió en que el resultado de hoy es "extremadamente bueno", tal y como recoge Efe. "Esto nos permite centrarnos en ayudar a la gente con el coste de la vida, en acabar con las listas de espera generadas por la Covid, en hacer que nuestras calles y comunidades sean más seguras", esgrimió.
El mandatario conservador indicó asimismo que el respaldo que ha recibido por parte del 59% de sus diputados es mayor que el que tenía cuando lo eligieron para dirigir el partido en 2019.
Y al preguntarle por la posibilidad de adelantar las elecciones para tratar de cimentar su liderazgo, Johnson descartó ese escenario. "Ciertamente, no estoy interesado en elecciones anticipadas. En lo que estoy interesado es en cumplir con los ciudadanos de este país", señaló.
Jornada frenética
A primera hora de la mañana del lunes, el presidente del Comité 1922 (que agrupa a los diputados conservadores sin cartera), Graham Brady, confirmó que más del 15% de parlamentarios 'tories' habían pedido la votación de censura.
El informe de la alta funcionaria Sue Gray sobre las fiestas en Downing Street y los abucheos que recibió el primer ministro por parte del público en uno de los actos del Jubileo de Isabel II colmaron el vaso de la paciencia de sus correligionarios.
De inmediato los aliados de Johnson en el Gobierno salieron a demostrarle su apoyo, mientras que algunos rebeldes anunciaban su dimisión o su voto en contra.
El insurrecto más destacado fue el exministro de Exteriores y de Sanidad Jeremy Hunt, quien es visto como la alternativa más clara a Johnson en caso de que éste finalmente deje el cargo. "La decisión de hoy es cambiar o perder. Yo votaré por el cambio", escribió Hunt en su cuenta de Twitter.
El ahora presidente de la comisión parlamentaria de Sanidad considera que los 'tories' van rumbo de perder las próximas elecciones generales.
Discurso a la desesperada
Mientras, en su último esfuerzo por ganarse el apoyo de sus diputados, Johnson los reunió a puerta cerrada antes de la votación para dirigirles un discurso. Allí recurrió al Santo Grial de los conservadores, la promesa de una bajada de impuestos, como recurso a la desesperada.
El estilo rompedor e iconoclasta de Johnson le ha dado enormes beneficios como conectar con la ciudadanía a las mil maravillas, pero a la vez le ha privado de forjar alianzas dentro de su propia formación. Y en un momento como el actual, al primer ministro le pasó factura no contar con una columna de fieles dentro del Legislativo.
"Este no es el momento para un lento e innecesario drama político y meses y meses de vacilación en el Reino Unido. Es el momento de dejar de mirarnos el ombligo", dijo Johnson a los 'tories'.
En su alocución, agitó los temores a un eventual Gobierno laborista si es descabalgado del poder, tras acusar al principal partido de la oposición de estar en manos de la Unión Europea y de preparar una alianza con los independentistas escoceses.
Poco después, tras una votación de dos horas, el propio Brady anunciaba que el partido renueva la confianza a Johnson, pero lo deja con un pesado lastre. Una larga resaca de la que habrá que ver si Johnson logra recuperarse.