Una mujer entra en un foro económico celebrado en Riad.

Una mujer entra en un foro económico celebrado en Riad. Reuters

Asia

La apertura de la situación de la mujer en Arabia Saudí, el precio a pagar

Los cambios no se deben tanto a un deseo de apertura social como a la transformación económica que el Gobierno se ha propuesto para evitar su dependencia del petróleo.

4 noviembre, 2017 02:19

Noticias relacionadas

Las mujeres de Arabia Saudí llevan mucho tiempo reclamando una apertura, una rendija que mejore su situación. Reclamando derechos tan básicos como poder conducir, ir a espectáculos deportivos, hacer deporte, trabajar, salir sin su guardián, elegir marido... 

Hasta ahora todas sus peticiones habían caído en saco roto. De hecho, menos del 30% de las saudíes tiene un trabajo y siempre que las lleven y las traiga su guardián y su padre o su marido lo permita.

Sin embargo, el llamado plan 'Vision 2030' ha traído un poco de luz a ese túnel negro que supone su existencia. En realidad es un plan económico, de reformas, que pretende reconvertir la economía saudita para que no dependa exclusivamente del petróleo y transformarla en un fondo soberano, el más grande del mundo.

Para conseguirlo, el príncipe heredero Mohamed bin Salman es consciente de que necesita venderse ante el mundo como un prestamista seguro, abierto al exterior y hasta cierto punto, un punto muy pequeño para lo que es Arabia Saudí, abierto y moderado. 

De hecho, es la misma política que inició hace años Emiratos Árabes Unidos y que le ha granjeado muy buenos resultados económicos, empresariales y de presencia internacional tanto dentro como fuera de sus fronteras.

Y en esa búsqueda de moderación, la rendija de libertad de las mujeres es el pequeño precio que quiere pagar el régimen para mostrar al mundo que ha cambiado y que puede cambiar más.

"Este aperturismo corresponde más a un impulso de modernización de la economía y la sociedad que a una verdadera intención de reforma de los fundamentos políticos del estado", explica Ana Echagüe, analista experta en temas del Golfo.

Una mujer saudí, en un concesionario de coches, después de levantarse la prohibición de conducir.

Una mujer saudí, en un concesionario de coches, después de levantarse la prohibición de conducir. Reuters

Y es que "en paralelo al aperturismo en algunos aspectos sociales, se han llevado a cabo en los últimos meses más de dos docenas de arrestos de islamistas, intelectuales, economistas... de diversa ideología, desde los más conservadores a los más progresistas", añade.

Los expertos en las monarquías del Golfo insisten en que no hay ningún cambio social per se, ni siquiera pequeñas revoluciones que vengan impulsadas por la sociedad civil. Cualquier cambio que se está produciendo está medido y liderado desde arriba.

"Para las mujeres obviamente representa un cambio importante que habrá que ver si culmina con la abolición del sistema de tutelaje por un familiar masculino", advierte Echagüe.

Uno de los anuncios más esperados, que estaban incluidos en el plan 'Vision 2030', era la venta del 5% de participación en la petrolera estatal, una inversión de récord. Según estimaciones del Consejo de Asuntos Económicos y Desarrollo de Arabia Saudita, solo el 1% constituiría la mayor oferta inicial pública de acciones de la historia, superando incluso a las de Alibaba o Facebook.

El plan de reestructuración de la situación económica y de la imagen internacional de Riad ha sido modelado e impulsado por Mohamed bin Salman, que para intentar llevarlo a buen puerto no ha dudado ni en criticar a sus antecesores, a la manera saudita, ni en centralizar el poder terminando con una tradición de un gobierno familiar.

"Esta centralización del poder en la figura de Mohamed bin Salman va en detrimento del balance de poder informal que existía antes entre miembros de la familia real y entre la familia real y las instituciones religiosas del país", advierte Ana Echagüe.

En una entrevista que concedió Mohammed bin Salman al periódico británico The Guardian en octubre, el príncipe aseguraba que "lo que había pasado en los últimos 30 años no era Arabia Saudí. Cómo se había desarrollado la zona, no era Oriente Medio. Después de la revolución iraní en 1979, la gente trató de copiar ese modelo en diferentes países, uno de ellos fue Arabia Saudí. No sabíamos cómo lidiar con eso y se extendió por todo el mundo. Ahora es el momento de deshacerse de ese modelo", aclaró en referencia a la fórmula más ortodoxa de Islam que se ha aplicado tradicionalmente desde Riad.

Mohamed bin Salman repite una y otra vez en sus medidas apariciones en medios internacionales el nuevo mantra del reino saudí: "Queremos un Islam moderado, abierto al mundo y a todas las religiones. El 70% de los saudíes es menor de 30 años y, sinceramente, no perderemos 30 años de nuestra vida luchando contra los pensamientos extremistas. Los destruiremos ahora e inmediatamente".

Sea por cuestiones económicas o porque realmente crea en la modernización de Riad, algo se está moviendo en Arabia Saudí. Bin Salman ha roto con los clérigos más duros que marcaron la línea nacional del país y ha pedido fidelidad a los funcionarios para poder llevar adelante las reformas previstas.

Los cambios han tocado tabúes sociales como la reducción en la tutela a la mujer pero también religiosos ya que ha creado un centro islámico en Riad para certificar los dichos del profeta, una especie de revisionismo islámico.

Una mujer, en un foro económico celebrado en Riad.

Una mujer, en un foro económico celebrado en Riad. Reuters

"El modelo al que parece aspirar es el de Emiratos Árabes de un autoritarismo más moderno, pero con un control férreo en el ámbito político y un rechazo a cualquier movimiento islamista", insiste la analista.

El príncipe Mohammed es consciente de que sin un nuevo contrato social entre el ciudadano y el Estado, la rehabilitación económica fracasará. "El problema es que históricamente en Arabia Saudí, el poder religioso ha jugado una papel mucho mayor que en otros países dela zona y habrá que ver cuánto cede o si empieza a revelarse", advierte Ana Echagüe.