El presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, tras su visita a una mezquita en Estambul este viernes 13 de mayo

El presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, tras su visita a una mezquita en Estambul este viernes 13 de mayo Murat Cetinmuhurdar/Presidential Press Office Reuters

Mundo

Los vínculos de Erdogan con Putin y otras razones de su veto a Finlandia y Suecia en la OTAN

El presidente turco tiene relaciones comerciales con Moscú aunque choquen por Siria, a lo que suma sus recelos a un posible conflicto en sus aguas.

15 mayo, 2022 04:31

Noticias relacionadas

Como ha ocurrido desde el comienzo de la invasión rusa en Ucrania, el gas suele influir en las posiciones que marcan los distintos países con respecto al conflicto. Turquía no es una excepción. Sus vínculos con Rusia por el transporte y el suministro de este recurso están en el centro de la relación entre Moscú y Ankara. Pero su relación es mucho más compleja y trasciende a lo comercial. La historia que comparten está marcada por los tiras y afloja, con puntos de inflexión como la guerra de Siria. Esto ha provocado que ambos hayan buscado el equilibrio en los últimos años. Algo que sirve para explicar el porqué del rechazo turco a que Finlandia y Suecia ingresen en la OTAN.

La negativa a este aumento de la Alianza Atlántica manifestada por el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan, ha sido justificada con acusaciones a Helsinki y Estocolmo de estar acogiendo a supuestos terrorista kurdos. Asesores cercanos a Erdogan han intentado calmar a sus socios, negando que hayan cerrado la puerta por completo. Aun así, lo cierto es que por el momento no han renunciado a ese veto. Los motivos van mucho más allá de la política de refugiados de los países nórdicos. Y abarcan desde lo económico a lo geopolítico.

El foco principal de las relaciones comerciales entre Putin y Erdogan es el gasoducto TurskStream. Esta infraestructura es la que ha permitido a Moscú enviar gas a varios países europeos sin pasar por Ucrania. Con una longitud de más de 900 kilómetros y una capacidad superior a los 15.000 millones de metros cúbicos, la construcción cruza el Mar Negro para unir la ciudad rusa de Anapa y la turca de Kiyikoy. Desde ahí, se suministra gas a Bulgaria, Grecia, Rumanía o Macedonia del Norte. 

Dicho gasoducto es el que dio a Erdogan y Putin la posibilidad de ser más influyentes en territorio europeo, debido a la dependencia que tenían del gas ruso. Esta alianza se ha reforzado en el último año, después de que ambas naciones firmaran un contrato de gas a largo plazo. En el mismo estarían implicadas la firma rusa Gazprom y la turca Botas. Lo que refuerza esa vinculación que comparten más allá de la alianza de Turquía con la OTAN y sus aspiraciones de entrar en la Unión Europea.

A esto se suma que Erdogan está aumentando su potencia nuclear gracias a Putin. La empresa nuclear del estado ruso, Rosatom, está construyendo actualmente dos reactores nucleares que darán a Ankara su primera planta específica para esta energía. La misma estará situada en la provincia de Mersin, y será posible gracias a la ayuda de Moscú. La previsión es que se complete en mayo de 2023. Y es otra muestra más de por que a Turquía le interesa tener cerca a Rusia.

Erdogan y Putin en marzo de 2020.

Erdogan y Putin en marzo de 2020. Reuters

La desconfianza de Turquía

En el ámbito geopolítico, las dudas de Erdogan sobre la llegada de Finlandia y Suecia a la OTAN se explican con las tiranteces que tiene con Occidente. En cuanto Erdogan se mostró contrario a su adhesión, se reavivaron los recelos de los aliados por la política exterior de los turcos. Desde que el presidente turco acentuara su carácter autoritario, especialmente tras el intento de golpe de Estado de 2016, su figura se volvió controvertida. El único líder con una forma de gobernar similar es Vladimir Putin. Con el que ese mismo año normalizó relaciones tras varios choques.

Uno de los principales desencuentros entre ambos estuvo en Siria. La guerra civil que estalló entre Bachar al Asad y sus detractores enfrentó a su vez a Moscú y Ankara. Las disensiones estaban precisamente en la figura del presidente sirio, que contaba con el respaldo de Putin y el rechazo de Erdogan. Incluso hubo agresiones mutuas entre tropas de ambos en territorio de Damasco. La cuestión de los kurdos, además, ocupó parte de las discrepancias.

Actualmente, la separación que existía entre ambos se ha acortado casi por completo. Un pacto sirvió para expulsar a los kurdos de la frontera turca. El acuerdo contemplaba que Ankara tuviera presencia militar en el norte del país árabe a cambio de entregar gran parte de la frontera a Al Asad. Lo que fue un ejemplo más de la cercanía de las posturas de ambos. Algo especialmente relevante, dado que en los últimos años Erdogan ha mantenido una estrecha colaboración con Ucrania.

Otro de los motivos más relevantes para que Turquía no respalde por completo una decisión que enfada a Rusia tiene que ver con un posible estallido de un conflicto a nivel mundial. Primero, porque a Ankara no le interesa un hipotético despliegue de la fuerza militar estadounidense en los alrededores de sus fronteras. Una postura que contrasta con que es uno de los países en suelo europeo que almacena armas nucleares de EEUU

Este rechazo a sobremilitarizar su zona de influencia se explica con la situación de salida que tienen al Mar Negro. Por eso, por un lado, apuestan por el fin de la invasión rusa. Aunque lo hacen de una manera tibia por la cercanía de Putin y Erdogan. El presidente turco es consciente de que estaría en medio si estallara una guerra de mayor calibre. La llegada de Helsinki y Estocolmo a la OTAN puede alterar la paz de sus aguas. Y si les apoya, también puede estallar todo lo que le une al Kremin.