Turning Points: Global Agenda 2020.

Turning Points: Global Agenda 2020. The New York Times

TRIBUNA

El ascenso de una nueva Evita en Argentina

El feminismo de Cristina Fernández de Kirchner no está diseñado para empoderar a las demás mujeres, sino únicamente a ella misma.

26 diciembre, 2019 02:15

Punto de inflexión: en octubre, los votantes argentinos han devuelto el poder al partido peronista.

Cuando se anunció la victoria el 27 de octubre, los monumentales retratos gemelos de Eva Duarte de Perón, con una altura de diez pisos, que se ciernen sobre la avenida 9 de Julio en Buenos Aires, se iluminaron contra el cielo nocturno por primera vez desde que Cristina Fernández de Kirchner dejó la presidencia en 2015.

Se ha producido un milagro peronista, y lo que parecía impensable en los cuatro años que el partido ha estado en la oposición se ha hecho realidad: los votantes argentinos han coronado de nuevo a Fernández de Kirchner como la reina política del país. Incluso con 11 casos de corrupción acumulados contra ella, la que fue presidenta durante dos mandatos ha vuelto a la cumbre, esta vez presentándose como vicepresidenta junto a Alberto Fernández, un antiguo aliado (y también enemigo durante mucho tiempo).

"No llores por mí, Argentina", dice la canción del viejo musical. De hecho, lágrimas, drama y la nación argentina han sido inseparables desde que la vida de Evita, como era conocida Eva Perón entre sus fans, se convirtió en un musical de Broadway. Hace unas tres décadas, como primera dama de Argentina, ejerció una gran influencia política como defensora de los pobres y como moderna esposa del general Juan Domingo Perón, el presidente.

Con los Perón, la polarización entre partidarios y opositores arraigó en la conciencia política del país. Una división similar se extendió durante el mandato de Fernández de Kirchner, desde 2007 hasta 2015. Todavía hoy está muy presente en las conversaciones de todo el país.

Cuando la prensa le preguntaba su opinión sobre las llamadas cuestiones de mujeres, es archiconocida su respuesta de que ella era 'peronista, no feminista'.

Desde Evita, ninguna mujer había concentrado tanto poder durante tanto tiempo, o había estado tan íntimamente ligada a la actualidad del país, como Kirchner. Los paralelismos son evidentes, y ella tampoco evita recurrir a ellos. Ambas mujeres empezaron como ambiciosas y enérgicas primeras damas y aumentaron su estatus junto a sus respectivos maridos. Para Kirchner, cuyo marido y predecesor fue Néstor Kirchner, la política es una trayectoria profundamente personal, conformada por aquellos que la apoyan y aquellos que se oponen a ella.

Una pieza fundamental del ascenso al poder de Evita Perón fue la devoción conyugal que ella convirtió en primordial para su propia imagen. "Todo lo que soy, todo lo que tengo, todo lo que pienso y todo lo que siento es gracias a Perón", dijo Evita de su marido en su autobiografía, La razón de mi vida.

Evita representaba el papel tradicional de la mujer para quien el matrimonio es sagrado y su marido un ser divino. Esta perspectiva empapa la actitud de superioridad de Kirchner respecto a otras mujeres actualmente en el poder; durante su campaña habló despectivamente de María Eugenia Vidal, la gobernadora saliente de la provincia de Buenos Aires, divorciada, a propósito de su estado civil.

En su autobiografía publicada este año, Sinceramente, Kirchner da a entender que el presidente Mauricio Macri y su esposa (ambos divorciados y casados nuevamente) no encajan con la imagen de familia perfecta que pretenden ofrecer. La compara con su propia unión con Néstor Kirchner, que fue el único matrimonio para ambos y que duró 35 años, hasta su muerte en 2010.

Turning Points: Global Agenda 2020.

Turning Points: Global Agenda 2020. The New York Times

Recientemente, Kirchner ha ampliado su visión sobre cuestiones relativas al feminismo. Durante su mandato presidencial de casi diez años, se opuso a la legalización del aborto. Cuando la prensa le preguntaba su opinión sobre las llamadas cuestiones de mujeres, es archiconocida su respuesta de que ella era "peronista, no feminista".

Cuando el movimiento de base por los derechos de la mujer 'Ni Una Menos' se inició en 2015 con una multitudinaria protesta en las calles en contra del aumento de los feminicidios, Kirchner era la presidenta electa. Escribió después que había visto el movimiento 'Ni Una Menos' como una fuerza opositora. Más tarde, en 2018, aparentemente influido por el clamor popular y la repercusión mundial tanto de 'Ni Una Menos' como del movimiento #MeToo, Macri abrió un debate nacional sobre un proyecto de ley que permitiría el aborto. Esta vez, parece ser que entusiasmada por su papel en la oposición, votó a favor de la legalización.

La expresidenta entiende las dinámicas del poder como nadie en Argentina. Si Evita era reverenciada como defensora de los oprimidos, y su prematura muerte de cáncer no hizo sino acrecentar su leyenda, Kirchner seduce como la viuda resiliente que sobrevive a todo: la muerte de Néstor Kirchner, los cargos por corrupción, la creciente lista de traidores... De hecho, Alberto Fernández, el presidente electo, se había convertido en enemigo cuando dejó su puesto como jefe de gabinete de Kirchner en 2008 para organizar un nuevo peronismo sin ella.

El mundo de Kirchner está conformado por la lucha entre las fuerzas del mal y los guardianes del bien.

Durante un tiempo, Fernández, junto con otros enemigos políticos de Kirchner, trató de debilitarla, vilipendiándola a ella y a su coalición en actos electorales o en programas de televisión. Sin embargo, el poder que ostentaba 'La Señora' no se debilitó. Mantiene el control del 35% del electorado, con los barrios de bajos ingresos, los más poblados de Buenos Aires, como núcleo de este apoyo. Si no puedes con el enemigo, únete a él. Alberto Fernández acabó convenciéndose y besó el anillo de Kirchner.

Maestra de la teatralidad, al igual que Evita, Kirchner se ha reinventado a sí misma como escritora. Es una maniobra que demuestra cómo sopesa la forma en que sus actos se reflejan en el espejo de la historia. La gira promocional de su libro Sinceramente es su campaña más reciente, y se la podía ver en estos eventos firmando ejemplares y hablando directamente con sus fieles seguidores.

El mundo de Kirchner está conformado por la lucha entre las fuerzas del mal y los guardianes del bien (éstos, por supuesto, juegan en el 'Equipo Cristina'). En su opinión, se encuentra atrapada en una batalla contra las extralimitaciones legales y su persecución en los tribunales. Al enfrentarse a las investigaciones por corrupción, sigue retratándose a sí misma como defensora del pueblo, un soldado con un estatus mítico no muy distinto del de Evita. Para Kirchner, es un conflicto que, por cómo está diseñado, la mantiene en el poder.

Al hacer frente a los muchos obstáculos para su vuelta al poder, Kircher proporciona una respuesta a una cuestión acuciante en el feminismo actual: ¿Qué hacemos con los hombres? Ella ha optado por convertir a su marido en un mártir del peronismo. A este respecto, Kirchner ha seguido el ejemplo de Juan Perón, no de Evita. Néstor Kirchner se ha convertido en una figura cuasi-religiosa, al igual que el general Perón convirtió a su esposa en un icono, de modo que Kirchner puede concentrarse en sus asuntos. Es su forma de decir: 'Adiós, Néstor. Ahora mando yo'.

¿Cuánto tiempo puede durar el espejismo?

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